Por Jean Georges Almendras-23 de setiembre de 2021

No deberíamos asombrarnos, ni lagrimear, ante una resolución, oprobiosa y bochornosa, para el sistema judicial (y sistema político) italiano, cuando sabemos de dónde (y cómo) vienen las “santas” sentencias de la justicia italiana, viciada y contaminada en sus entrañas, para proteger al mafioso, vestido de político, discriminando tecnicismos legales, como si los únicos que pudieron atentar contra el Estado fueran los mafiosos y no los políticos (tal el criterio que se habría aplicado en la sentencia de hoy). No deberíamos, ante este panorama, ni por un instante flaquear en nuestras convicciones, en absoluto, pese a que, hace pocos minutos en Palermo se dio a conocer la sentencia de apelación de la Tratativa Estado-mafia, con el sello de “benignidades” por doquier para la gran mayoría de los acusados, en particular, de quienes hicieron parte del aparato estatal. Una verdadera mofa para quienes dentro mismo del Poder Judicial italiano dejan su vida, para desarticular, combatir, desmantelar y expulsar del Estado (y de la sociedad italiana) al sistema mafioso, que está instalado desde hace ya casi dos siglos, como una reliquia histórica, en un país que se debate entre el mal y el bien, casi con religiosidad sacrosanta, ignorando y ofendiendo a quienes sienten desde sus entrañas que la mafia es un enemigo público y no un aliado, ni muchos menos una necesidad, para satisfacer intereses espurios, que vienen atentando contra la inteligencia humana y contra la vida, y contra el sentimiento de justicia, o lo que es decir contra un país de sólida y sabia trayectoria en materia de Derecho y con una Constitución ejemplar, para la región y para el mundo.

Pero hoy, 23 de setiembre, la bosta agria de un cáncer extendido en la bota italiana ha hecho su juego, una vez más, lo que no significa que debamos arrodillarnos a su estrategia, ni mucho menos que nos callemos de aquí en más.

En nota aparte a cargo de nuestros compañeros de Antimafia Duemila, los lectores de Antimafia Dos Mil, podrán conocer al detalle, los tecnicismos y las particularidades de la sentencia dictada en esta jornada, como decía anteriormente, la que no ha contemplado las acusaciones de la sentencia de primera instancia, en la que salieron a la luz pública los nombres y los apellidos de mafiosos, políticos y los hombres de la seguridad estatal, involucrados en la Tratativa Estado-mafia, de los años 90.

La cínica respuesta de los acusados a esa primera sentencia, fueron las apelaciones. Y esas apelaciones se atendieron y hoy se dictó otra sentencia, salvándoles a muchos el culo. Pero no importa, porque, aun así, todos ellos que hoy aplauden haber sido absueltos, saben perfectamente que en Italia la Antimafia no se ha adormilado, ni se ha estaqueado; y saben perfectamente -aunque se abracen al cinismo de sentirse denunciados y, señalados injustamente- que ellos formaron parte de la capa pútrida del Estado italiano, porque sabiéndose funcionarios públicos (como el descarado y rastrero Marcelo Dell 'Utri, como el desgraciado coronel Mario Mori, y como el exministro del Interior Nicola Mancino por nombrar solo algunos exreferentes estatales) ignoraron e hicieron a un costado sus deberes y la ética, para servir a la mafia, en sus diferentes niveles, obteniendo obviamente cada uno, o en su conjunto, sus respectivos beneficios, sea en metálico, o sea en poder; en poder de dominio y de mando, o en poder mafioso, que en definitiva, es la vida que eligieron.

Pero nada ha sido en vano, porque estos señores, el dolor de cabeza y los malos momentos los pasaron; porque hombres justos como Nino Di Matteo y otros pares, trabajaron sin descanso en las investigaciones sobre la Tratativa Estado-mafia, llegando finalmente a desenmascararlos como parte de la mafia, y visibilizando en términos jurídicos, y ajustado a Derecho, que efectivamente hubo una Tratativa entre el Estado y la mafia, en fechas concretas, que se ciñen desafortunadamente al tiempo -años 90- en que se concretaron los asesinatos (mediante explosivos) de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, con sus escoltas, entre otras víctimas.

Y hoy, que hemos visto a los jóvenes del Movimiento Cultural Internacional Our Voice, y los colegas de la Antimafia, y a otros combatientes dentro de nuestra línea, esperando con expectativa el resultado de la audiencia, a las afueras de la sala búnker, con un cartelón expresando su lucha “Señor Juez condene al Estado-mafia” sus argumentos y el grito (que compartimos plenamente desde nuestra redacción de Montevideo, Uruguay, junto a nuestros redactores sudamericanos) de ¡fuera la mafia del Estado!, lapso después, al conocer que la sentencia ha sido ni más ni menos que un remanso para los criminales, no podemos más que repudiar este resultado, francamente, sintiendo rabia, estupor e impotencia, y además un muy fuerte sentimiento de sed de justicia, que nos lleva a seguir en nuestras trincheras, con más fuerza aún.

Habrá una tercera instancia, una nueva sentencia, seguramente en los próximos meses, la que nuevamente nos pondrá en alerta, sobre lo que sucede dentro de las internas del Poder Judicial y el sistema político e Italia, porque todo esto, de hecho, funciona acorde a lo que vaya pasando en la vida de los italianos, con sus idas y venidas, que no son más que trampas para que la sociedad siga ignorante de los verdaderos males que se expanden en sus entrañas. Esos males con un solo y único rostro: la mafia (el sistema criminal integrado).

La trastienda de esta jornada, o mejor dicho de esta sentencia de absolución para los unos y no para los otros, gira en torno a un juez, a una persona, la que dispuso, lo que dispuso. Ahora -porque la ley se lo exige) deberá escribir sus argumentos. Los argumentos de su resolución, que son sin duda, ya por la mera discriminación, una verdadera contradicción. ¿Acaso los hombres de Estado no cometieron delito alguno y solo lo cometieron los mafiosos? Esa es la interrogante que el magistrado deberá responder. Si hombres del Estado trataron con la mafia, es porque hubo dos partes bien definidas, y hubo un delito. Pero estas puntualizaciones, se conocerán seguramente en nota aparte de nuestros colegas italianos.

Seguiremos nuestro camino, con mayor énfasis; seguiremos haciendo nuestra lucha, que en definitiva es una lucha para el pueblo italiano, ignorante o no de lo que hizo y hace la mafia (y de lo que hoy es verdaderamente el sistema mafioso).

Pero lamentablemente, mientras no haya voluntad política en Italia, de que a la mafia hay que darle un puntapié definitivo, este vergonzoso panorama de “omertá”, de impunidad, de dominio mafioso, y de terrorismo de Estado (porque al final de cuentas, se trata de un solapado terrorismo de Estado, a plena luz del día) este cáncer seguirá instalado, como desde el primer día.

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*Foto de portada: Antimafia Dos Mil