"¿Es el ejemplo de Paolo Borsellino el que empuja hoy a los magistrados, tantos años después?". Fue a partir de esta pregunta que el magistrado Sebastiano Ardita, miembro togado del Consejo Superior de la Magistratura (CSM), dio comienzo a su discurso online con el público de vía D'Amelio, durante la conferencia en conmemoración del magistrado asesinado en Palermo el pasado 19 de julio de 1992.
"¿Lo consideramos como una especie de cheque en blanco que se puede utilizar en cualquier momento solo porque Paolo Borsellino era magistrado? -se preguntó irónicamente- Entonces, según esta ecuación ¿todos los magistrados pueden obtener protección de su imagen y conmemoración?". "Yo no lo creo -dijo-, creo que hoy necesitamos ganarnos la dignidad de tener a Paolo Borsellino como ejemplo".
Ardita luego explicó las razones de su comentario en Facebook en el aniversario del ataque al juez: "Hoy estamos en un momento muy especial. Un momento dual en el que por un lado asistimos a una crisis en el imaginario público del Poder Judicial y por el otro hay una especie de llamado a las armas de quienes quieren reducir el rol legal de los magistrados", dijo. "¿Cómo se puede reaccionar en una situación tan compleja y crítica? Es esta pregunta a la que debemos dar respuesta. Digamos de entrada que existe un mecanismo para deconstruir lo que ha sido el aparato investigador y represivo desde hace tiempo".
"No solo está la cadena perpetua estricta, que representa una especie de rigidez que se ha impuesto a determinadas elecciones sobre la base de una necesidad concreta, sino toda una serie de normas más que se han introducido a lo largo de los años y a las que les hemos subestimado el impacto que produjeron". Según el magistrado de Catania, también hay toda una serie de "opciones de gestión, de administración y presupuestarias, como el hecho de que se ha abandonado el uso de la colaboración con la justicia".
Esto es consecuencia no sólo de la posible futura prohibición de la cadena perpetua estricta que, de ocurrir "representaría una ventana para no colaborar", sino también del "caos carcelario", con cárceles donde "no existe el marco legal que debe caracterizar al sistema penitenciario". Esto tampoco, subrayó Ardita, "produce colaboraciones con la justicia". Por otro lado, retomando el tema del momento de crisis en la magistratura, Ardita recordó "las cuestiones relativas al ataque judicial o la perspectiva de la separación de carreras". "Todo esto -explicó- nos pone ante una realidad que puede llevar al Poder Judicial a una especie de momento de crisis en el que, tras los años de redención de las masacres y de impulso ideal, nos encontramos por un lado con diferentes herramientas y, por otro, una condición en la que el sistema de autogobierno del Poder Judicial no funcionó en su mejor forma".
Según el consejero togado del CSM "esto puede llevarnos, de hecho, a una dimensión en la que la magistratura está viviendo su momento de crisis. Eso no es bueno y hay que responder por ello de una sola forma, que es intentando -reiteró- ser dignos de figuras como Paolo Borsellino, es decir, tratar de recuperar esa capacidad de respuesta que, en un momento de guerra, en el que las bombas explotaban, significó apretar los dientes y luchar".
"Cuando esto no sucede -continuó diciendo- significa que hemos perdido el ejemplo humano y personal de estas figuras". Sobre el tema, Sebastiano Ardita afirmó que "la actitud personal hacia algunos personajes históricos y, en particular hacia Paolo Borsellino, siempre ha sido de gran respeto y con conciencia de la grandeza del hombre. Se trata de figuras en honor a las cuales deberíamos esforzarnos por ser dignos de su consideración si aún estuvieran vivas", enfatizó.
"Lo que más importa hoy es que se ha perdido la dimensión humana de estas figuras. Hoy, el esquema algo simplificado es el de una actitud de mera intransigencia sin mirar el corazón de quienes trabajan en la actividad que se debe realizar. Creo que la historia personal de Paolo Borsellino es una historia de gran humanidad y un deseo de luchar por las normas y las instituciones, es la historia de los que han dado mucho a los demás. La humanidad de esta figura aparece en toda su grandeza y hoy la necesitamos. Necesitamos que alguien deje claro que la justicia no es un ejercicio de todas las herramientas de represión sino un ejercicio de compromiso, legalidad y fortaleza moral donde es más difícil ser consecuentes cuando nos enfrentamos a un obstáculo y a un poder. Esto debería ser la justicia. Y este es el ejemplo de Paolo Borsellino".
"Existe la necesidad de una directiva moral precisa y que es la de utilizar a la justicia como fin, que no es otro que la defensa de los más débiles. Empezando por las condiciones más extremas como las carcelarias". Y aún más. Según Ardita, debemos recordar llevar adelante una "lucha contra la mafia" entendida como un "fenómeno criminal complejo que, sin embargo, tiene su núcleo en la relación con el poder".
"No tendría sentido reprimir las realidades criminales aguas abajo si no hay ganas de entender cuáles son los niveles de responsabilidad que conducen a esta realidad que se reproduce". Por eso, recordó el magistrado, "hoy en día el riesgo que se corre cada vez más es que el servicio de justicia, bloqueado por el poder, reconozca sólo el aspecto militar del fenómeno criminal. Tenemos que salir de esta perspectiva". Al mismo tiempo, según Ardita, "debemos dejar claro que el Estado debe estar en los distritos en riesgo. Sería demasiado simplista levantarse hoy en defensa de Paolo Borsellino y su ejemplo, sin seguir su ejemplo en lo que hace a la condición humana y profesional que -concluyó Ardita- ha caracterizado toda su historia".
Abogado Fabio Repici: "El desvío de las investigaciones como el segundo tiempo del crimen"
El abogado Fabio Repici, defensor de muchos familiares de las víctimas de la mafia, introdujo el tema del desvío de las investigaciones que siempre caracterizó a varios hechos de nuestra República. Durante años se ha enfrentado al tema junto a aquellos familiares que "en este país disuelto deben asumir los esfuerzos de búsqueda de la verdad y los esfuerzos para que se haga justicia en los gravísimos crímenes que con víctimas muy cercanas a ellos". Una carga que, como recordó el abogado, se hizo necesaria incluso en sustitución del legislador dado que, hasta hace unos años, ni siquiera existía el delito de desvío. Para legislarlo fue necesario el compromiso de Paolo Bolognesi (presidente de la asociación de familiares de las víctimas de la masacre de la estación de Bolonia). "Yo -siguió diciendo Repici- estaba en la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados durante la audiencia de un autorizado magistrado, Armando Spataro, quien comenzó diciendo que en toda su larga carrera nunca se había encontrado con un desvío de las investigaciones. Yo nunca hubiera hecho tal afirmación".
Según el abogado "la verdad es que los desvíos en los juicios por delitos importantes siempre están presentes. Y son el segundo tiempo del delito. No hay delito excelente que no haya sido seguido por un desvío de las investigaciones". Y los datos lo demuestran, ya que se ocupó de una larga lista de casos, en los que se han puesto en marcha muchas desviaciones.
Un ejemplo es el caso de Graziella Campagna, de 17 años, asesinada el 12 de diciembre de 1985, cuya desaparición se consideró en principio como huida voluntaria y la muerte como crimen pasional, o el crimen del periodista Beppe Alfano, que se atribuyó a un tema de celos o deudas de juego, en lugar de las investigaciones realizadas sobre la fuga de Nitto Santapaola.
Y luego está la muerte del fiscal de Turín, Bruno Caccia, cuyas investigaciones fueron delegadas formalmente al SISDE (Servicio de Informaciones y Seguridad Democrática) y a los servicios secretos que las sub delegaron a un mafioso detenido en la cárcel de Turín.
"En un allanamiento en la casa milanesa de un importante señor llamado Cattafi -recordó Repici-, debido a una escucha por la que un magistrado, Olindo Canali (el mismo a quien Alfano le contó del escondite de Santapaola), en el tiempo de prácticas del fiscal Francesco Di Maggio, a cargo de las investigaciones del caso Caccia. Ese magistrado dijo que en la casa de Cattafi encontraron el texto de las falsas reivindicaciones de los brigadistas en el asesinato de Caccia. Ese documento, incautado en lo de Cattafi, fue devuelto al fiscal Di Maggio. Y cuando la escucha del Doctor Canali salió a la luz, no había forma de saber qué contenían los documentos confiscados a Cattafi". Otro caso de desvío es el de la muerte de Attilio Manca, hallado sin vida en Viterbo en el 2004. Una muerte que se hizo pasar por suicidio.
Como en un solo hilo rojo, Repici también recordó el caso de Adolfo Parmaliana, un profesor universitario que se quitó la vida dejando una última carta "una acusación contra la magistratura de Messina, explicando los motivos del gesto y la represalia que las instituciones hacían en su contra por las denuncias que ese hombre había hecho en absoluta soledad".
Evidentemente, en la secuencia de desvíos investigativos, la muerte de Nino Agostino e Ida Castelluccio asumen un carácter significativo.
Y finalmente no pudo dejar de hablar de lo ocurrido en la masacre de vía D'Amelio: "Sin duda es un hecho -dijo Repici- que aproximadamente media hora después de la explosión del Fiat 126, a unos metros de distancia de aquí, una cámara capta a un capitán de carabineros sosteniendo el maletín de Paolo Borsellino mientras se aleja hacia la calle Autonomía Siciliana, esto es, llevándose en secreto el maletín de Paolo Borsellino fuera del lugar de la masacre. Y sabemos que de ese maletín desapareció la agenda roja de Paolo Borsellino, es decir, la caja negra de las últimas 57 jornadas de Paolo Borsellino. Cuando el maletín se volvió a poner en el coche en llamas, la agenda roja había desaparecido. Se ha dicho en los últimos días que se han identificado a agentes del servicio secreto buscando la agenda roja o el maletín de Paolo Borsellino. Debemos intentar estar atentos hasta niveles paroxísticos. Y no olvidar la fuerza probatoria de la prueba cuando existe, sin olvidarla ni dejarla de lado. Solo tenemos una imagen: la del capitán Arcangioli que toma el maletín y se va. Y cuando el mismo es vuelto a poner en el auto ya no tiene la agenda. Este dato surgió gracias a un gran periodista como Lorenzo Baldo de ANTIMAFIADuemila. El hecho se puso en conocimiento de la DIA (Dirección de Investigaciones Antimafia) y del Ministerio Público de Caltanissetta, comenzó un juicio contra el capitán Arcangioli, que finalizó con una audiencia preliminar, confirmada en Casación, con una sentencia de 'no ha lugar para proceder' que por su naturaleza nunca es irrevocable. Luego vino el Borsellino Quater, que también se ocupa de la agenda roja. El presidente Balsamo envió a la Fiscalía para que procediera en todas las hipótesis delictivas por las que se podía proceder y nosotros, Salvatore Borsellino y yo, informamos que Arcangioli había renunciado a la prescripción y por tanto se podía rehacer el proceso. El fiscal no escuchó y prefirió seguir con el juicio de Mario Bo y los otros dos policías. Y no hubo más interés en la Agenda Roja".
Historias que a menudo se olvidan, como la de la muerte de Umberto Mormile, el primer crimen que fue reivindicado bajo el nombre de "Falange Armada".
Repici destacó entonces la importancia de la información y el papel que la prensa, en ocasiones, puede jugar: "Hoy es necesario usar una conciencia crítica. No es preciso que todos estén de acuerdo. Cuanto menos estemos de acuerdo todos, mejor va a funcionar el país. Así que intentemos romper el criterio del pensamiento único y el de una sola voz que hace un daño monstruoso a la democracia. Cuento un episodio. Un sábado por la mañana, en el 2013, recibí una llamada telefónica de Salvatore Borsellino que había sido sacudido por las palabras de plomo de La Repubblica, un artículo de Franco Viviano, que decía que la agenda roja no era la agenda roja, sino una sombrilla. Es imposible imaginar el sufrimiento de ese hombre al ver que, de repente, una cuidadosa investigación resultó ser solo una distracción o desvío hecha desde las columnas de los periódicos. Y no fue el único porque el mismo periodista, en otro diario, se ocupó de empañar a Giuseppe Antoci, inventando escuchas telefónicas inexistentes. La realidad es que a menudo, la otra cara del desvío de las investigaciones en sede judicial, es la voz falsa de la propaganda y la información. Afortunadamente, hay periodistas capaces de no seguir esa única voz: Paolo Borrometi, Antonella Beccaria, Stefania Limiti, Fabrizio Gatti y otros".
Y luego relató otro episodio: "Hace unos meses supimos que desde el lugar donde está detenido bajo el régimen del 41 bis, un jefe de Siracusa llamado Alessio Attanasio, hizo una proclama demostrando su casi adoración por los dichos de un periodista, Attilio Bolzoni, y de un político, Claudio Fava, diciendo que esa era la verdadera antimafia y que, por el contrario, la antimafia de Giuseppe Antoci, era solo una fachada. Estos son los hechos que demuestran que hay una especie de simbiosis, o armonía, entre la mafia y cierta antimafia. Porque Alessio Attanasio es la mafia. Y todos hemos sido reticentes, desertores, al no darnos cuenta de lo que estaba pasando. Cada vez que vean que se ejerce violencia desde los periódicos sobre personas que se encuentran en una situación de visibilidad porque han contado hechos de la mafia de un territorio que a nadie le importaba, o por otra razón, reflexionen sobre ello. Y cuando oigan una voz única, dejen de escuchar de inmediato, porque esa voz única definitivamente está mal".
Scarpinato: "Las masacres de 1992 y 1993 son un capítulo de la lucha por el poder en este país"
"Según pasan los años, más evidente se hace que las masacres de 1992 y 1993 no son solo casos judiciales, sino capítulos dramáticos en la historia de la lucha por el poder que, en este país, se libra desde principios de la República no solo con métodos legales sino también recurriendo a masacres y homicidios".
Así recordó el fiscal General de Palermo, Roberto Scarpinato, la masacre de los años noventa en vía D'Amelio, ubicándola en un contexto más amplio que encuentra sus inicios en los orígenes de nuestra República con "la masacre política mafiosa de Portella della Ginestra, implementado en el mandato político de la banda de Giuliano inmediatamente después de que el bloque de izquierda ganara las elecciones regionales en Sicilia. Al año siguiente habría elecciones nacionales después de 20 años de suspensión debido al fascismo. Se temía que la izquierda pudiera ganar. Una masacre, la de Portella, fue el inicio de la estrategia de tensión".
Es en ese momento cuando Scarpinato identifica el primer desvío investigativo: "Toda la historia de nuestro país -continuó- es una sucesión ininterrumpida de masacres y desviaciones que no tiene paralelo en la historia de ningún país europeo. Hay un solo hilo conductor que va desde el inicio de la República hasta las masacres del 92 y 93, el desvío de las investigaciones. ¿Por qué se lleva a cabo? ¿Cuál es la razón que lleva a representantes de las instituciones, a la policía y a los servicios secretos a ocultar pruebas y engañar? La razón es ocultar ciertas verdades que desestabilizarían el equilibrio político del país y que llevarían a descubrir que detrás de esas masacres hay protagonistas excelentes. Esta historia de poder enfermo y criminal dentro del Estado es una historia que va desde la Portella della Ginestra hasta las masacres del '92 y '93. Y el atentado de vía D'Amelio es la prueba de fuego que demuestra la falsedad de todas las narrativas que se centran en la mafia, es decir, las narrativas según las cuales las masacres fueron obra exclusiva de Provenzano y Riina. Porque en esta masacre hay muchos, demasiados hechos que demuestran que no fue solo una masacre mafiosa".
"Lo grave -agregó el magistrado- es que este poder interno del Estado, utilizó primero el brazo armado de la mafia para realizar una campaña de masacres que sirvió para orientar el proceso político en el momento posterior a la caída de la Primera República y preparó el camino para nuevos equilibrios políticos que garantizaran los intereses de todos los principales lobbies criminales del pasado. Pero las masacres no fueron suficientes. Este poder intervino, de manera sistemática y quirúrgica a lo largo del tiempo, para evitar que la verdad salga a la superficie", aclaró Scarpinato refiriéndose al misterioso asesinato de Antonino Gioè. Se trata, por tanto, de "un poder que consigue entrar hasta en los circuitos más protegidos e intervenir para cerrar la boca a los que quieren hablar", como ocurrió con Luigi Ilardo. "Hay piezas del Estado que pueden entrar a las celdas, y que también pueden llegar a los lugares de protección", dijo el fiscal.
"Este poder -agregó- no se detuvo en 1992, sino que siguió operando a lo largo del tiempo. Lo angustioso es que los intentos de desviar las investigaciones no se han detenido, sino que continúan hasta el día de hoy, pensemos en la historia de Maurizio Avola. La masacre de vía D'Amelio sigue entre nosotros. Es una guerra continua y hay que ser realistas: vivimos en una época en la que las esperanzas de encontrar la verdad se han reducido significativamente". “Todo ello en un contexto en el que es muy alto el riesgo de que se derogue esa legislación contra la mafia, que es única en Europa y en el mundo, sobre todo tras la decisión de la Corte Europea de Derechos Humanos (CEDH) y posteriormente la del Tribunal Constitucional italiano”. "Porque han decidido que los mafiosos puedan salir de la cárcel, aunque no colaboren. La primera recaída es la falta de incentivo para colaborar. Este fue un duro golpe. Al mismo tiempo, se abre una perspectiva de salida de las cárceles para los Graviano, los Bagarella, los Salvatore Biondino y se anuncia una batalla muy política", dijo Scarpinato, refiriéndose a la orden de la Corte Constitucional de hace unos meses que "tiró la pelota al otro lado del campo de juego". Ahora el Parlamento tiene un año para reformar la legislación y, como aclaró el magistrado, "con todo lo que tienen que hacer, la batalla política también podría ser simple: no dictar una nueva ley, por lo que el magistrado de vigilancia se quedaría sin criterios o límites para decidir por qué y cuándo puede un mafioso salir de la cárcel".
En su discurso, Scarpinato destacó la existencia de tres fases. La primera en la que "se negaba la existencia de la mafia, luego vino una segunda fase en la que se dijo que la mafia existe, tiene una estructura única, pero se trata de 'pastores y analfabetos'. Después llegamos a la tercera fase donde aparecen los funcionarios de cuello blanco. Hoy estamos en la cuarta fase, donde hay asesinatos y masacres que fueron perpetrados por la mafia siguiendo órdenes de piezas del Estado, de partes de la clase dominante de este país. Y esta es la fase más difícil, porque socava la idea misma de un Estado único, y pone en tela de juicio la existencia de un doble Estado. Un Estado legítimo y un Estado que utiliza métodos criminales para luchar por el poder. Estamos realmente en una fase difícil y yo creo que el hecho de que, aun después de tantos años, haya tantas personas hoy aquí, es el testimonio de que hay una parte de este país que está del lado legítimo del Estado. Una parte de este país que puede gritar: 'el Estado somos nosotros, no son ustedes'. Un país que sigue el ejemplo de un hombre, Paolo Borsellino, que nunca se echó atrás, que no renunció, incluso cuando se dio cuenta que sus enemigos no eran Riina y Provenzano. Comprendió que estaba lidiando con poderes contra los que estaba indefenso. Y como un mártir cristiano entró a la arena para ser destrozado por los leones. Si hizo esto, creo que el ejemplo que debemos seguir es este y nunca nos resignaremos. Si no nos hacen soñar con una Italia mejor, no los dejaremos dormir".
Al responder a una pregunta del moderador Paolo Borrometi, Scarpinato habló del caso Agostino como un ejemplo de justicia que, a pesar del paso del tiempo, puede llegar: "Vincenzo Agostino ha sido correctamente definido como el monumento vivo del dolor de un Palermo y de una Italia que no tiene justicia. Creo que esta Italia debe tener la esperanza de que, a pesar del paso del tiempo, a pesar de los desvíos y del silencio, hay algunos hombres dentro del Estado que continúan, de todas las formas posibles, haciendo lo necesario para que se conozca la verdad. Fue una investigación muy difícil, porque al silencio de la mafia se sumó el silencio institucional: hubo hombres de las instituciones que ocultaban lo que sabían, es decir, que Agostino no era un policía normal, sino que realizaba deberes del servicio secreto, nos lo negaron y y volvieron a negar. Destruyeron las pruebas como lo muestran las escuchas telefónicas, porque ese asesinato fue cosa de la mafia y de los servicios secretos".
Y luego agregó: "La historia de Agostino es un ejemplo de hasta qué punto la historia de la mafia que siempre nos han contado, una historia de baja carnicería criminal, es en realidad una historia del poder de la mafia mezclada con la política, con el poder, con los servicios que, para llevar adelante una lucha política usaron de ejecutora a la mafia y cubrieron con aspecto un mafioso asesinatos que tenían un propósito político. Agostino era un policía que formaba parte de la fuerza y que creía que trabajaba para los servicios institucionales, es decir, los que trabajan en nombre del Estado, pero poco a poco empieza a ver con sus propios ojos que personajes que él creía militares al servicio del Estado, eran en realidad hombres que estaban en connivencia con la mafia y que, junto a la mafia, realizaban operativos criminales, este pobre muchacho no sabe a dónde acudir, porque a los que debía acusar eran sus superiores y por eso se encuentra atrapado. Se da cuenta que los que deberían ayudarlo son los que están en connivencia. Es la historia de un hombre del Estado que se encuentra dentro de un Estado enfermo cuya alta dirección ocupa posiciones institucionales. Pasaron años y años hasta que finalmente algún colaborador nos contó partes de la verdad para poder armar todas las piezas del mosaico. Pero esto solo se logra si se es persistente, si uno no se echa atrás, si no se rinde a pesar de golpearse la cabeza contra la pared. Nos tomó 30 años y lo logramos, nos llevará 30 o 40 años más, pero vamos a descubrir la verdad de vía D'Amelio".
Giovanni Spinosa: "Falange Armada es un elemento interno de los delitos que reivindica"
"La Falange Armada amenaza, condena, critica, ironiza, pero a veces se burla" y "me gustaría presentarla con un episodio" que tuvo lugar "una tarde del 5 de septiembre de 1991" en el que un "fiscal de Rimini", que había emitido órdenes de arresto contra sujetos "relacionados al Uno Blanco", recibe una comunicación de Falange Armada que le dice que "entendemos las razones del ministerio público, pero con el tiempo entenderá que lo cometido no es muy grave".
Estas fueron las palabras con las que se expresó el magistrado retirado, Giovanni Spinoza, durante la conferencia celebrada en vía D'Amelio, en el marco de las conmemoraciones de la masacre del 19 de julio de 1992 en la que murieron el juez Paolo Borsellino y los agentes de su custodia, para introducir el intrincado tema de Falange Armada Carcelaria -originalmente- y luego simplemente llamada Falange Armada. Un acrónimo, también utilizado por Salvatore Riina para reclamar la masacre del Pilar, el asesinato de Salvo Lima, el asesinato de Giuliano Guazzelli y la masacre de Capaci.
"Falange Armada sabía quiénes eran los responsables del homicidio del Uno Blanco" prosiguió el exmagistrado, quien luego al final se convence del error cometido y libera a los sujetos infractores. Sin embargo, Falange Armada continúa diciendo que aconseja al Dr. Sapio (el fiscal de Rimini, ndr) tomar un período de descanso del cuerpo y de lucidez mental, y que lea "una historia de Edgar Allan Poe. La carta robada" durante sus vacaciones. Una historia en la que un investigador tiene que resolver un caso encontrando una carta, solo que eventualmente resulta que la carta está en su escritorio.
Spinoza destacó que en ese particular período histórico la fiscalía de Rimini colaboraba con Alberto Savi (uno de los "tres hermanos Savi") los integrantes de la banda del Uno Blanco. Lo que Falange Armada quiso decir con esta carta, según la interpretación del magistrado, fue "no hace falta que nos mires, mires tus papeles" porque sabe muy bien que "Alberto Savi está involucrado en los homicidios del Uno Blanco".
Pero, entonces, ¿qué es esta sigla que se usa para reivindicar asesinatos y masacres italianos?
El ejemplo que acaba de contar Spinoza sirvió para explicar que la Falange Armada era un acrónimo con el que ciertas entidades enviaban comunicaciones con conocimientos precisos sobre determinados temas o hechos, pero a la vez, también con amenazas. "Entonces -dijo Spinosa- la Falange Armada no es algo externo a los crímenes, no es alguien que reivindica" sino que "es alguien que obviamente sabe".
"Si queremos entender los homicidios de 1992 y 1993 debemos tener una visión más amplia", dijo el exmagistrado, y agregó que "seguir pensando en Falange Armada como un sujeto ajeno a la comisión de los mismos es probablemente el desvío investigativo fundamental que nos impide una lectura unitaria".
Un hecho muy siniestro, que atestigua hasta dónde ha llegado esta hipotética organización, ocurrió en febrero del 2014 cuando con una carta enviada a Totò Riina, en ese momento detenido en la prisión Ópera, la Falange Armada invitó al jefe mafioso a callar: "Calla tu maldita boca. Recuerda que los miembros de tu familia están libres". En ese momento, Riina estaba inmerso en una serie de "charlas" con Alberto Lorusso, charlas interceptadas de las que se había empezado a hablar en la prensa.
Siempre dentro del contexto del período de las masacres, Spinosa señaló que Falange Armada en un comunicado había anticipado que habría una guerra en todo el territorio nacional, señalando a Lazio, Lombardía y Toscana como las regiones que se verían afectadas. Como sucedió realmente cuando se produjeron las masacres en el continente.
Y luego nuevamente "el 2 de abril de 1992", continuó Spinosa, "Falange Armada habla de un proyecto unitario general en un acuerdo político final. Pero ¿cómo sabe Falange Armada que hay una convergencia de intereses, un diálogo, al menos, entre varias fuerzas?".
Este es un dato muy curioso porque es solo en los años siguientes cuando algunos expertos, uniendo todas las piezas del cuadro de la masacre, comenzaron a dirigir las investigaciones basándose en el teorema de un proyecto subversivo con propósito político o, como lo definió Spinosa, de un proyecto a favor de "un acuerdo entre varias partes".
Pero ¿cómo podía una organización criminal emitir tales comunicados proféticos?
Una posible respuesta la dio el propio Spinosa cuando durante su intervención dijo que, "detrás de Falange Armada estaba Gladio y un departamento especial del SISMI", recordando que Gladio era una estructura que albergaba entre sus filas a personajes que abrazaron la causa del atlantismo más extremo. Gladio también era una organización paramilitar clandestina que actuaba a través de los operativos Stay Behind, cuya existencia fue revelada en el Parlamento por el primer ministro Giulio Andreotti en 1990, que estaba en una relación muy cercana con el VII Departamento del SISMI, llamado Ossi.
Esta conexión con los servicios de seguridad podría explicar por qué Falange Armada adoptó, como explicó Spinosa, "un lenguaje constante en el tiempo" que nunca cambió desde el primer comunicado del 11 de abril de 1990 hasta su epílogo en el 2014.
El lenguaje de esta organización tiene la característica de ser "alusivo, amenazante y muy a menudo con hipérboles" estructurado para "simbolizar un lenguaje" dirigido sólo a un círculo cercano de personas que podrían entenderlo. Incluidos "algunos hombres de las instituciones".
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*Fotos de © Paolo Bassani