Lunes 6 Mayo 2024
Por Saverio Lodato-23 de abril de 2021

Disparar con una mano y escribir con la otra requiere mucha habilidad y una clara convicción en las propias ideas. No fueron muchos los partisanos escritores, los partisanos periodistas, o los partisanos intelectuales.

El fascismo, la guerra, la Resistencia, no eran los contextos ideales para realizar ambas actividades de la mejor manera posible, la del combatiente y la del divulgador de información y cultura. Esto es incluso obvio.

Cuando terminó la guerra, con las armas depuestas en ambos bandos, los partisanos se volvieron cada vez más "ex", expartisanos; es decir, protagonistas de un pasado que ya fue cerrado, y que está listo para ser olvidado, archivado para siempre. La epopeya sobrevivió -en forma retórica, eso sí- pero destinada a menguar en la nueva Italia que ya no quiere seguir seriamente la línea de esos valores que sirvieron de base a la expulsión de los nazis y a la caída del fascismo.

Hoy llega a nuestras manos, seis años después de la muerte de su autor, un libro escrito en voz alta, se podría decir, por Massimo Rendina junto a su colega Silvia Resta, y que impacta por el análisis que encierra de estos casi ochenta años de la República Italiana. Y en muchos otros aspectos.

En primer lugar, por el coraje que mostró Rendina, ahora de 95 años, al contárselo a Silvia Resta.

Rendina, que había formado parte del ejército fascista en la desastrosa campaña rusa, fue después partisano en el Piemonte, participó activamente en la Liberación de Turín, fue herido varias veces y a menudo se mantuvo vivo de milagro. Nombre de batalla: Max. Rango militar: Jefe de Estado Mayor de la 1ª División Garibaldi.

Pero como también fue un periodista partisano -este es el título del libro: Il Giornalista Partigiano, (El Periodista Partisano, All Around, Fundación Paolo Murialdi de Periodismo)-, debido a una serie de vicisitudes que se explican, se convertirá, en la Italia de la posguerra, en el primer director del TeleGiornale 1 (TG1), canal de noticias de la RAI. Y habría ocupado, entre otras cosas, el cargo de vicepresidente nacional de la Asociación Nacional Partisana de Italia (ANPI).

Antes mencioné el coraje en la narración.

Y este pasaje es suficiente para transmitir la idea: "Hemos atacado y tendido una emboscada a los fascistas. Yo era un experto en explosivos porque había tomado el curso de zapadores en el ejército y, por lo tanto, pude hacer un buen uso de mis conocimientos. Hemos cometido asesinatos. Participé en persecuciones, tiroteos, ahorcamientos. Mirando hacia atrás, todavía tiemblo. La Resistencia fue dura y despiadada, como la guerra".

Un libro de Silvia Resta 2

No se tolera ese pasado más de lo debido, pero no se maquillan las cartas, no se hace trampa cuando se trata de recordar cuáles fueron los comportamientos militares que se hicieron necesarios durante la Resistencia.

Al menos Rendina no lo hace, a diferencia de muchos otros que, una vez terminada la guerra, lo hicieron, de un lado y del otro.

Disparar, decía, con una mano y escribir con la otra.

Y es la historia del paso de la prensa clandestina, opositora (L'Unità, L’Avanti, Il Popolo, La Voce Repubblicana) a la prensa de la Italia liberada, cuando finalmente los periódicos volvieron a escribirse y a leerse a la luz del sol. También es la historia de la refundación de la orden de los periodistas, que el fascismo había reducido a un simulacro corporativo. Todos momentos emocionantes que fueron testigos del rol determinante del partisano Rendina.

El libro contiene retratos y anécdotas sobre Enzo Biagi, Giorgio Bocca, Indro Montanelli y otros grandes nombres que alcanzó a conocer o simplemente a cruzar.

Luego, a mediados de la década del '50, la televisión irrumpió en los hogares de los italianos.

Y siguen páginas aún inéditas sobre esas primeras noticias, sobre los nombres de la época: de Sergio Zavoli a Ugo Zatterin, del maestro Alberto Manzi a Ruggero Orlando y a Gianni Bisiach, de Antonio Piccone Stella a Umberto Eco; de Giacomo De Benedetti a Luigi Barzini junior, de Tullio Kezich a Oreste Del Buono.

Era esa Italia donde la modernización anticipaba a grandes pasos los años de bonanza, la RAI intentaba unificar el archipiélago de dialectos con un italiano al alcance de todos y aparecía la primera tecnología rudimentaria de importación inglesa y americana.

Fueron los primeros noticieros que -como cuenta Rendina- debían ante todo dar las noticias que, por orden, referían al Papa, al Jefe de Estado y al presidente del Consejo de Ministros. O en los que, en los partidos de fútbol, ​​con una única cámara, solo se podía seguir a un jugador a la vez. Los años, también, de las primeras tribunas políticas en blanco y negro.

Era esa RAI, liderada por algunos pioneros que se aventuraban en un mundo nuevo, conscientes, sin embargo, de que caminaban sobre una alfombra de huevos y sobre los que pendía la trampa de la censura gubernamental y demócrata-cristiana.

Y también a él se le presentó la factura.

Aquí está su historia: "Fui director de noticias durante un par de años. Luego me echaron. Así es: me echaron. En el acto me dijeron que debía irme porque era comunista". Y llevaría mucho tiempo reconstruir la lista de esos periodistas renegados que, después de apoyar a Mussolini, se habían convertido en sus más feroces opositores.

En cuanto al motivo del despido de Rendina, debe buscarse en el hecho de que se había negado a difundir un reportaje sobre el día de la Befana, cuando Rachele Mussolini había distribuido regalos a los niños de Roma. Prensa servil o prostituida -se diría hoy- que el entonces ministro, democristiano y fascista, Fernando Tambroni, había solemnemente "prometido" a la viuda del Duce para que se limpiara de alguna manera su imagen. En conclusión.

Es bueno saber que el tío de Massimo, el coronel Roberto Rendina, se encuentra entre las víctimas de la masacre de las Fosas Ardeatinas.

Es bueno saber que Massimo Rendina era amigo personal de Aldo Moro, y que era admitido en el círculo de sus más fieles colaboradores. Y que fue Moro quien exigió su reincorporación en la RAI, después de su despido.

Finalmente, es bueno saber que el libro contiene juicios muy duros sobre Berlusconi y sobre el enorme conflicto de intereses que ha condicionado la política italiana durante más de veinte años. Nunca resuelto, por otra parte.

Murió a los 95 años, lo dijimos. Y dejó a dos hijos, Federico y Sebastiano, quienes aportaron el material fotográfico para acompañar la historia. Debieron pasar otros seis años para que su voz nos llegara, fuerte y clara.

Si no hubiera sido por Silvia Resta, sus enemigos lo habrían logrado. Lo hubieran condenado al silencio y al olvido. También lo habrían convertido en un "ex", un experiodista partisano.

Hoy sus páginas nos hacen comprender qué difícil ha sido siempre informar en Italia.

Hace años, el escritor cubano Miguel Barnett concluyó uno de sus poemas dedicados a Ernesto Che Guevara, con estas palabras: "No es que yo quiera darte pluma por pistola, pero el poeta eres tú".

Palabras que, en algunos casos, en casos como este, pueden transmitir la idea.

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*Foto de portada: Reelaboración gráfica de Paolo Bassani

*Foto 2: www.antimafiaduemila.com / La periodista-escritora Silvia Resta

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