Lunes 17 Noviembre 2025

Fue asesinado el día de su 56º cumpleaños, el 15 de septiembre de 1993. Era párroco del barrio de Brancaccio en Palermo, y se llamaba Giuseppe Puglisi, conocido como Pino. A los asesinos, enviados por los jefes mafiosos Giuseppe y Filippo Graviano, les sonrió y les dijo: "Me lo esperaba". Una misión de asesinato reconstruida al detalle por los dos sicarios, hoy colaboradores de justicia, con un detalle que se le ocurrió a uno de ellos durante un enfrentamiento: ganar la lotería "gracias" al padre Pino Puglisi.

El padre Puglisi sonrió a sus verdugos, una sonrisa que uno de sus asesinos, hoy arrepentido, dice que no olvidará jamás. Una sonrisa que 'U Tignusu, Gaspare Spatuzza, el hombre que permitió la reapertura de la investigación sobre la masacre de via D'Amelio, confirmó, conforme a las declaraciones de Salvatore Grigoli, el autor del disparo que mató al sacerdote.

Spatuzza también añadió detalles inéditos. La historia volvió a la mente del informante de Brancaccio durante un enfrentamiento con otro colaborador, Cosimo D'Amato, el pescador de Porticello condenado por suministrar las bombas de la Segunda Guerra Mundial que posteriormente se utilizaron para perpetrar los atentados de Capaci y via D'Amelio, así como los de Milán, Roma y Florencia. Ambos se enfrentaron ante los magistrados de Caltanissetta, entonces dirigidos por el fiscal Sergio Lari. Según se informa, Lari insistió a los dos colaboradores sobre el papel que Cosimo Lo Nigro, primo de D'Amato y "colega" de Spatuzza en los asesinatos y masacres, desempeñó en la recuperación de las bombas del mar de Palermo. Los recuerdos de los dos hombres eran en parte contradictorios en cuanto al medio de transporte que utilizó Lo Nigro para llegar a Porticello o, mejor dicho, una motocicleta. Es en ese momento que Spatuzza suelta: "Hay toda una historia que...". Los magistrados esperan la continuación, y 'U Tignusu continúa: "Que jugamos a los números, con el dinero del pobre y bendito Don Puglisi, jugamos a los números, en esta motocicleta, e incluso ganamos la lotería, ganamos el premio". Por eso Spatuzza recuerda bien esa motocicleta, propiedad de Cosimo Lo Nigro, quien, como Spatuzza, también asesinó al Padre Puglisi. El fiscal Lari quiere saber más: "¿A qué números jugó?", pregunta. Otros magistrados presentes preguntan: "¿Con el dinero que le robó al Padre Puglisi?". "No lo robamos", aclara el informante, y continúa: "Para nosotros, ese dinero representaba... estaba maldito, pero nadie podía conseguirlo, así que ¿qué se suponía que debíamos hacer? Decidimos... con Cosimo Lo Nigro comprarlo, invertirlo y jugar a la lotería. Ganamos y luego nos repartimos las ganancias. Habíamos jugado a los números de la matrícula de la moto en la lotería". Fue el propio Spatuzza quien le quitó el dinero al padre Puglisi. Se acercó, le puso la mano en la suya y le quitó la cartera. Y dijo en voz baja: "Padre, esto es un robo". El párroco se giró, lo miró, sonrió y dijo: "Me lo esperaba". Esa cartera quedó en manos del comando, que huyó rápidamente del lugar de la emboscada. Su objetivo, de hecho, era simular un robo y desviar la investigación del crimen.

De esa cartera, Spatuzza sacó los sellos del carné de conducir del sacerdote (útiles para falsificar documentos) y billetes de doscientos mil liras, una ofrenda que el sacerdote había recibido ese día para el Centro Padre Nostro. Con esas doscientos mil liras, jugaron a la lotería y copiaron los números de la matrícula de la motocicleta utilizada para cometer el asesinato. Estos números les permitieron ganar, sacando un pleno.

El papa Francisco, durante la celebración de su beatificación el 26 de mayo del 2013 en Palermo, dijo: "Don Puglisi fue un sacerdote ejemplar, especialmente dedicado a la pastoral juvenil. Al educar a los niños según el Evangelio, los salvó del mundo criminal, y así, el mundo criminal intentó derrotarlo matándolo. Sin embargo, en realidad, fue él quien ganó".

Don Puglisi nació en Brancaccio. Se ordenó sacerdote a los 22 años. Fue párroco de Godrano de 1970 a 1978, cuando se produjo una feroz lucha entre dos familias mafiosas en esa ciudad. La labor evangelizadora del sacerdote logró reconciliar a las dos familias.

Regresó a Brancaccio como párroco el 29 de septiembre de 1990 y permaneció allí hasta su muerte. Fue asesinado al anochecer. Estaba entrando en su casa tras bajarse del auto. Alguien lo llamó y se dio la vuelta, mientras alguien más se le acercó sigilosamente por detrás y le disparó en la nuca.

El ataque fue perpetrado por Salvatore Grigoli y Gaspare Spatuzza, ambos hoy colaboradores de la justicia. Grigoli disparó el arma mientras Spatuzza le arrebataba el bolso al sacerdote, diciéndole: "Esto es un robo".

Los jueces concluyeron que el "camino positivo que ha tomado" los lleva a concluir que Spatuzza "ciertamente se ha reformado". También habló el padre Massimiliano De Simone, capellán de la prisión de L'Aquila, quien mantuvo frecuentes conversaciones con el mafioso durante unos ocho meses. "Fue él quien me buscó", sostuvo el sacerdote. "Cuando llegó a L'Aquila, ya había iniciado un proceso con el capellán de la prisión de Ascoli Piceno, de donde venía. Quería contarme toda la historia de su vida. Largas conversaciones, de tres horas cada una. Días alternos. Conversaciones intensas, a menudo interrumpidas por lágrimas. Vi con mis propios ojos el arrepentimiento y la vergüenza de Spatuzza al relatar todo el mal que había cometido durante su larga carrera criminal".

Respecto al asesinato del padre Pino Puglisi, el padre De Simone añadió: "Me contó que unos días antes lo habían enviado a reconocer la escena, para preparar la ejecución. E incluso entonces, le impresionó la dulce sonrisa de aquel pequeño sacerdote indefenso. Volvió a ver esa misma sonrisa el día del asesinato, cuando su cómplice, Salvatore Grigoli, estaba a punto de apretar el gatillo".

*Foto de Portada: © Shobha