33 años después de la muerte de la "séptima víctima" de via d'Amelio, aún se investiga la causa de su muerte
Han pasado treinta y tres años desde que la joven Rita Atria decidió quitarse la vida. Apenas una semana antes, la masacre de via d'Amelio le arrebató lo más querido para ella: Paolo Borsellino, su figura paterna. Un abismo insalvable se abrió en su interior, que, el 26 de julio de 1992, con tan solo diecisiete años, la llevó a realizar una acción extrema. Este vínculo ha llevado a que "la picciridda" (la niña) sea considerada la séptima víctima de via d'Amelio.
Llena de dolor, escribió palabras desgarradoras en su diario: "Ahora que Borsellino ha muerto, nadie puede comprender el vacío que ha dejado en mi vida. Todos tienen miedo, pero lo único que temo es que el Estado mafioso gane y que esos pobres idiotas que luchan contra molinos de viento sean asesinados. Antes de luchar contra la mafia, debes hacer un examen de conciencia, y luego, tras derrotar a la mafia que llevas dentro, podrás luchar contra la mafia entre tus amigos. La mafia somos nosotros y nuestras formas equivocadas de comportarnos. Borsellino, moriste por lo que creías, pero sin ti, estoy muerta".
La historia de Rita
Rita Atria nació en Partanna en una familia con vínculos con la mafia. El 18 de noviembre de 1985, su padre fue asesinado en un ajuste de cuentas. Su hermano Nicola lo reemplazó, pero él también perdió la vida el 24 de junio de 1991.
La tragedia familiar impulsó a la joven a denunciar a los asesinos ante las autoridades, siguiendo el ejemplo de su cuñada, Piera Aiello. Se convirtió en testigo de justicia gracias a una reunión con Paolo Borsellino, entonces fiscal en Marsala. A partir de ese momento, gracias a su testimonio, muchas personas vinculadas a los clanes Partanna, Sciacca y Marsala fueron arrestadas.
Rita reveló una de las caras de la mafia arcaica, compuesta de alianzas, asesinatos, tráfico de drogas y armas. Sus declaraciones causaron un segundo terremoto en el Valle de Belice: también afectaron a Matteo Messina Denaro y a su padre Francesco, conocido como "Ciccio".
"Una mujer lengua larga y amiga de la policía", le decían en el pueblo. A pesar del apoyo de su cuñada, Rita vivió su decisión de exponerse y oponerse al sistema mafioso en completa soledad. "Rita, no te metas, no hagas ninguna tontería", le había dicho inicialmente su madre. La misma madre que, tras la muerte de su hija, intentó destrozar su lápida con un martillo. "Yo también convertiré mi vida en basura, pero lo haré solo por lo que yo considere apropiado", escribió Rita Atria en su última carta -inédita- a su hermana, Anna Maria, antes de partir hacia Roma, su última ciudad.
Las circunstancias de su muerte aún no están claras. El año pasado, Anna Maria Atria y la Asociación Nacional Antimafia Rita Atria solicitaron a la Fiscalía General de Roma que se hiciera cargo de la investigación sobre la muerte de la joven testigo.
El documento fue presentado por el abogado Goffredo D'Antona, del foro de Catania.
Treinta y tres años después de su muerte, Rita Atria sigue siendo un ejemplo de valentía y determinación que sigue vivo e inspira a miles de jóvenes. Con sus declaraciones ante los magistrados, abrió una brecha en Cosa Nostra. Un ejemplo a seguir. Un ejemplo que prestigia el papel de los testigos de la justicia en la lucha contra la mafia, especialmente en un momento en que el Estado los abandona cada vez más. Tal como le ocurrió a "la niña".
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*Foto de Portada y restantes: © Shobha