Viernes 29 Marzo 2024

traidorescobardes¿LOS MAFIOSOS, SUCIOS TRAIDORES DE SI MISMOS?
El mito de la mafia se tiene que desvanecer  (Parte II)
Por Giorgio Bongiovanni - 21 de Agosto de 2014
Hemos demostrado en los hechos, con el artículo precedente, que la mafia en realidad es una organización de hombres cobardes, gallinas, asesinos y criminales que atacan a traición a sus víctimas sin ni siquiera tener el valor, porque no tienen honor ni dignidad, para enfrentarse con un eventual, o presunto, enemigo, en un duelo cara a cara. Hay que agregar que los así llamados “hombres de honor” no solo traicionan cobardemente a su enemigo sino que además se traicionan a si mismos y a su propia carne, llegando incluso a matar, por la espalda, tanto a sus amigos y hermanos de la gran familia mafiosa, como a sus parientes de sangre.
No podemos excluir la posibilidad de que no todos lleguen a tanto. Si bien el artículo 416 bis es muy claro sobre el delito de asociación mafiosa y dice que cualquiera que forme parte de una asociación mafiosa es culpable de un delito simplemente con formar parte de la misma, por más que jamás haya cometido un crimen, es suficiente con la “combinazione” (ritual de afiliación) para recibir una pena de 3 a 15 años de cárcel.
Ahora repasemos algunos hechos ocurridos en los últimos 30 años de la historia de la mafia, sin por ello querer minimizar los más de 150 años de atrocidades cometidas por Cosa Nostra, para demostrar que los mafiosos son sucios traidores en el más profundo significado del término. Es decir, hombres que en la mejor de las hipótesis no tienen alma, y que  en la peor tienen almas diabólicas y demoníacas. Comencemos por un conocido episodio relatado por el arrepentido mafioso Gaspare Mutolo durante un juicio que provocó el murmurar y la incomodidad general en el aula judicial por parte de los mafiosos presentes en la misma detrás de las rejas. El boss Francesco Di Trapani tenía una hija que estaba casada con un mafioso llamado Leonardo Rimi quien después de la primera guerra de la mafia era considerado por Totò Riina como un potencial enemigo. Di Trapani, para cumplir con una orden de Riina, convenció a su yerno, que se encontraba en España con su mujer y sus hijos, para que regresara a Palermo tranquilizándolo al decirle que él había resuelto todo. Pero cuando el marido de su hija llegó a la ciudad, esa misma noche, Di Trapani lo hizo asesinar sin titubeos. Tan explícita fue la traición, que la joven, Francesca Di Trapani, apenas llegada de España con sus hijos, al ver a su padre les dijo a sus hijos: “No le déis un beso al abuelo porque tiene las manos sucias con la sangre de vuestro padre”. En cambio Stefano Bontade, un gran boss mafioso de los años ’70, fue traicionado por sus dos hombres de mayor confianza, a quienes consideraba como sus discípulos: Giovanni Pullarà y Pietro Lo Iacono, siempre por voluntad de Riina. A su vez Salvatore Inzerillo fue cobardemente traicionado por su brazo derecho, Salvatore Montalto, a quien por otro lado en 1975 Inzerillo le había incluso salvado la vida.
Pino Greco, llamado “scarpa” era un boss del barrio de “Corso dei mille” de Palermo, un hombre feroz que además había participado en el homicidio del General Carlo Alberto Dalla Chiesa y que no confiaba en nadie, a excepción hecha de dos jóvenes a los que consideraba como sus hijos: Giuseppe Lucchese, con quien tenía una relación muy estrecha y un tal Puccio. Fidelidad a la que Lucchese retribuyó asesinándolo con dos balazos en la nuca mientras Greco, de espaldas, le estaba preparando un café. El boss Pino Greco era tan feroz que en dicha ocasión Riina dijo: “Si no me lo muestran no lo creo, porque ese se despierta y nos mata a todos”.
Otro caso vergonzoso de traición es el de Antonio Pipitone, boss mafioso cercano a Riina y a Bernardo Provenzano, quien habría hecho asesinar a su hija: Rosalia Pipitone, simulando un robo en el negocio en el que se encontraba la mujer. Todo por una supuesta relación extramatrimonial. Como estos, a lo largo de la historia de la mafia, hay miles de otros casos de innoble traición. Por ejemplo, la familia Ganci que asesinó a un tío, o el caso de Nino Luchesse quien le ordenó a su hermano Giuseppe Luchesse que asesinara a su mujer y a su hermana, y que por lo tanto se disfrazó y simuló un robo asesinando a su cuñada y a su hermana, ambas culpables de adulterio.  
Además hay muchos jóvenes y niños asesinados por manos mafiosas simplemente porque con el tiempo podrían haber querido vengar a sus padres. Y finalmente el delito en contra de Dios, es decir, el asesinato de los niños pequeños y de las mujeres embarazadas.
Entonces, queridos mafiosos, a la luz de estos ejemplos, no se puede negar que sois unos sucios traidores de vosotros mismos hablando en términos bíblicos, Caín fue traidor cuando asesinó por la espalda, con un bastón, a su hermano Abel.
No tenéis alma, no tenéis valor, no tenéis nada. No sois más que una grave enfermedad, un cáncer que de nuestra tierra de Sicilia tiene que ser extirpado y eliminado.
De vosotros y de vuestras “gestas” no tiene que quedar memoria por lo siglos de los siglos.
Foto extraída de archiviofoto.unita.it