Martes 23 Abril 2024

Cuando a la usurpación se la llama progreso

Por Daiana Carracedo, desde Argentina-17 de diciembre de 2022

Cuando te quedas sin tierra para explotar la solución es simple: usurpas tierras que ya tienen dueño. Esta frase bien podría ser atribuida por los medios hegemónicos a cualquier referente de pueblos originarios, ya que constantemente son acusados de usurpar tierras. Sin embargo, es al revés. En este caso la frase refiere a los empresarios, nacionales o extranjeros, que avanzan sobre tierras adjudicadas a las comunidades del pueblo Weenhayek Kyeuhyuk (El Quebracho) y O Ka Pukie (La Troja) en Salta.

En 2018 el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) entregó a la Comunidad El Quebracho las carpetas que corresponden al relevamiento técnico, jurídico y catastral de las tierras que, en forma tradicional, actual y pública, ocupan esas comunidades indígenas. La ley nacional 26.160, declara la “emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas y prohíbe cualquier acción de desalojo o desocupación de tierras”. Pero esto no se cumple.

El pasado lunes 12 de diciembre comunidades originarias del municipio de Tartagal (Salta) se levantaron en gran parte de su territorio, alambrado por capataces y peones de una familia que insiste, en adjudicarse la propiedad de esa tierra.

Varios integrantes de las comunidades estaban retirando palos y alambrados cuando una persona desde una camioneta 4x4 disparo contra Isaías Fernández, cacique de la comunidad de El Quebracho. Afortunadamente el disparo no dio en el cacique. Además, el conductor insistía con gran violencia en atropellar a personas de la comunidad, sin lograr su cometido. Mónica Medina, esposa de Isaías, relató al diario Salta/12, que una persona identificada como el "ingeniero Pablo" amenazó al anciano de la comunidad Luciano Fernández (y padre de Isaías): "Viejito, a vos te conozco, en cualquier lugar te mato". Medina dijo que el tal ingeniero Pablo fue visto en el aeroclub de la zona, desde donde despegan las avionetas que fumigan los latifundios donde se siembra soja.

Comunidades dan el alerta

Ambas comunidades ponen en alerta la situación que vienen atravesando hace años, donde criollos que expanden la frontera agropecuaria avanzan sobre territorio indígena. En un comunicado oficial al cual accedió el medio Salta/12, sostuvieron que, pese a la ocupación tradicional, ancestral y actual del territorio, continúan sufriendo "intimidaciones, amenazas y la construcción de alambrados en nuestro territorio" de parte de personas ajenas a las comunidades que se presentan como dueñas de ese territorio. Durante los fines de semana se puede ver a personas contratadas por terratenientes alambrando y realizando disparos al aire, lo que representa un gran peligro.

En 2014 ya se había realizado un intento de desalojo por los mismos titulares registrales que hoy alambran y amenazan la comunidad: "Yo traté de defender a mi marido y entonces me agarraron dos policías, me patearon en la pierna con todo y me tiraron al piso también y ahí me tenían", dijo Medina. Sin embargo, después de ese desalojo, pudieron recuperar el territorio, pero en ningún momento desistieron las amenazas.

El lunes 12 La niyat (cacica) de la comunidad La Troja, Nancy López, fue por la mañana a la comisaría de Tartagal para denunciar a los peones y capataces que proferían amenazas también dirigidas a ella. Además, adelantó al medio Salta/12 que harán la denuncia penal por el intento de asesinato de Isaías y Luciano Fernández, y también por las amenazas y los demás hechos de violencia que se cometieron en perjuicio de las personas de la Comunidad que se encontraban en ese momento en el lugar. Tanto el Ministerio Público Fiscal como la Policía de Salta, no brindaron información a este medio sobre los hechos denunciados por los miembros de las comunidades.

"Cuando hablo de esto me duele mucho porque hay mucha injusticia sobre los pueblos originarios, más cuando ven que las fuerzas de seguridad apoyan las acciones de los terratenientes y cuando nosotros necesitamos una seguridad para nuestras vidas no se acercan", cuestionó López.

Las comunidades también denunciaron que los finqueros de la zona siguen sembrando monocultivos tratados con agroquímicos a metros de las viviendas comunitarias. Actividad que está prohibida en cercanías de cualquier comunidad, sea o no originaria, por los riesgos que representan para la salud. Ancianos y niños sufren descomposturas y dolores de cabeza luego de la aplicación del agro tóxico.

Resulta curioso pensar, cómo tanto los originarios como los empresarios del agro negocio viven de la tierra. Pero con una diferencia muy marcada. Mientras los pueblos originarios viven en total armonía con la naturaleza, conociendo y respetando los ciclos del suelo, los empresarios del agro negocio arrasan con la tierra que siembran, hasta casi dejarla inutilizable. Y van moviéndose, buscando y tomando más tierras, a diferencia de las comunidades originarias, que habitan hace cientos de años en la misma zona, sin agotar los recursos naturales o dañar el medio ambiente.

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*Foto de portada: pagina12.com.ar