Argentina es, de las venas de América Latina aludidas por Galeano, una abierta y desangrada.
Argentina, tierra de suelos fértiles, de extensos campos y riquezas agrícolas, país de anchos ríos y vientos del sur, ¿cómo jactarse de tesoros tan despreciados?
Explotados por el hombre, blanco y propietario, que para sí tomó aquellas tierras y las corrompió. Manchados por el sudor del trabajo ajeno y la sangre de los desposeídos, entre pocos se adueñaron de extensos territorios hoy utilizados para su beneficio. Y así, poniendo énfasis en su lucro, es como aprovechan aquellos territorios; ignorando cualquier otra cosa, degradan sus suelos con monocultivo transgénico, destruyen sus bosques para plantar cultivos que irán a animales o al exterior, contaminan sus ríos y aires fumigando con agrotóxicos, despojan a sus habitantes o los enferman al rodearlos de veneno
Entre Ríos es pionero entre las tierras destrozadas. Una provincia donde se fumiga a 150 metros de las escuelas, de los pibes, gracias a un decreto del gobernador Gustavo Bordet del 2019 avalado por la Corte Suprema de Justicia, una provincia donde nacieron la mitad de los niños del Garrahan con cáncer, y donde hay mayor impacto ambiental y sanitario por la aplicación de agroquímicos.
Contra esta realidad es que el movimiento Our Voice organizó el pasado sábado: El arte no calla, festival artivista en denuncia contra los agrotóxicos. Músicos, poetas, actores, bailarines, feriantes y organizaciones sociales y ambientales se agruparon en este evento para alzar sus voces contra el destrozo de este mundo, llevado a cabo por sectores productivos y económicos de poder, con el buen visto del poder político nacional y provincial, y de la justicia.
"Los únicos que se benefician del extractivismo son los grupos empresariales como Dreyfus, Cargill, Bunge, Vicentin, Bayer Monsanto que a través del río Paraná, ubicado a nuestra derecha, se llevan nuestra riqueza y soberanía", fueron las palabras de Leandro Gómez, integrante que se manifestó en representación de Our Voice.
"El capitalismo neoliberal verde con sus discursos nos quiere vender una transición ecológica, que de ecológica no tiene nada. Llevada adelante por las mismas empresas, hoy teñidas de verde, que nos trajeron al lugar donde estamos hoy".
Las palabras son contundentes y ciertas: ya no podemos confiar en quienes nos trajeron a donde estamos. Ante historias trágicas que se repiten y un sistema que se rehace para subsistir, tenemos una certeza: el mundo está en constante movimiento.
¿A dónde intentaremos llevarlo? Grandes poderes confluyen en él, inteligentes y engañosos, hablando de democracia en un sitio donde no se puede elegir, hablando de paz entre cuerpos maltratados, hablando de sustentabilidad cuando bajo sus palabras esconden destrucción cada vez más profunda. ¿Quiénes debemos reorganizarlo?
El arte no calla es el nombre de un festival que manifestó compromiso, convicción; es el nombre de un lugar donde se entregó un pedacito de alma, reflejado en cada arte, para una causa mayor: ser la fuerza que lleve al mundo hacia movimientos más armoniosos, más consensuados. El arte no calla fue afligirnos y conmovernos por lo injusto, pero también fue compartir, disfrutar y encontrarnos para recordar que existe una fuerza que tira hacia otro lado; hacia algo más justo, solidario, compañero. Fue darnos fuerzas, fue ser la fuerza. Ante un mundo evolucionado hacia el sistema hoy presente, despiadado y desigual, estructurado desde su raíz para someter a quienes lo habitan.
El arte no calla fue, en esencia, la voz de una juventud que entregó una parte profunda de sí para soñar, para construir desde su ser, mundos más habitables.
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*Foto de portada: Our Voice