Se vivió en el país una jornada de lucha. Las organizaciones nos apropiamos de las calles nuevamente, esta vez para decirle NO al acuerdo porcino que se pretende firmar con el gobierno de China.
Un acuerdo clandestino, debatido en la oscuridad; nuestros funcionarios se mueven con cautela para avanzar con un proyecto repudiado por la sociedad. ¿De qué democracia estamos hablando cuando se nos priva de lo básico, de la información? Poco se sabe de lo que se pretende hacer específicamente con estas granjas. Sin embargo, tenemos algunos datos para poder imaginarnos el futuro que se viene.
Para alimentar a miles de cerdos, se necesitaría más deforestación para cultivar toneladas de transgénicos, lo que significa, a su vez, más degradación de los suelos por el monocultivo de soja y más glifosato para fumigar. Se necesitarían millones de litros de agua por granja, para dar de beber a los cerdos y bañarlos (sin contar la limpieza). En Chaco, se plantea instalar tres de estas megagranjas. Sí, plantean instalarlas en lugares donde hay estrés hídrico, donde la gente no tiene agua para tomar.
El avance de este acuerdo sería permitir, entonces, el avance contra los derechos humanos, porque no sólo estaríamos perdiendo nuestros recursos naturales y destruyendo el territorio en que vivimos, sino que sabemos que el avance de la frontera agropecuaria ha despojado a comunidades nativas de sus hogares. Es un atentado contra nuestra salud, al permitir la entrada de una cuna de pandemias, ya que en estas granjas se desarrollan los virus de transmisión zoonóticas, y también porque en los animales se utilizarían antibióticos de forma crónica, y al consumir animales se genera resistencia a los antibióticos, lo que se predice generaría en el futuro más muertes que enfermedades como el cáncer.
Y aún imaginando el futuro, solo se ve muerte. Animales hacinados y encerrados en jaulas apenas más grandes que sus cuerpos, sucios y maltratados, privados de la luz del sol, de la calidez, de afecto. Animales vistos como un objeto, asesinados sin piedad, encerrados como en campos de concentración.
Nuestra sociedad especista permite las más crueles atrocidades en nombre de la superioridad humana; un antropocentrismo que ignora la capacidad de sentir de las demás especies y las deja en un rol de oprimidas, torturadas, asesinadas en masividad.
¡Pero la economía! ¡La producción! ¡El desarrollo! Se nos objeta a los activistas. Excusa quemada, tramposa y mentirosa. ¿Desarrollo para quién? Nos meten en la cabeza un discurso para defender sus intereses, su crecimiento, no el nuestro. Según la bolsa de comercio de Rosario, 10 corporaciones controlan el 91% del comercio exterior agrícola. Es que las semillas, la tierra y el comercio están en manos de muy pocos. ¿Desarrollo para quién? Para ellos, para Kargill, para KOFCO, para multinacionales extranjeras que se quedan con millones y nos dejan destrucción ambiental, desigualdad y trabajos de mala calidad.
Este 25 de agosto salimos a las calles, desde Our Voice y desde tantos que queremos cambiar este mundo injusto. Salimos contra las megagranjas porcinas, pero nuestro reclamo va más allá y también es propuesta. Queremos transaccionar a un modelo agroecológico, basado en plantas, donde la tierra esté distribuida entre quienes la trabajan, donde las decisiones no las tomen las multinacionales sino los campesinos, las comunidades nativas, las poblaciones afectadas por el cambio climático. Tenemos derecho a decidir sobre nuestras vidas y nuestro futuro. Que se decida en base a lo que necesitamos, a nuestros territorios, a sus capacidades, en base a la mayoría de la gente, no por intereses de un 1%.
Venimos con una propuesta que piensa en la mayoría, queremos un mundo para nosotros, un mundo vivible, saludable, igualitario.
¡Basta de falsas soluciones! La solución es un sistema diferente, salimos a las calles para conseguirlo.
--------------------
*Foto de portada: Daniel Salas de Our Voice