El quinto aniversario de la siembra de Berta Cáceres, entre el clamor ancestral y una justicia en deuda

Por Andrés Volpe-2 de marzo de 2020

Con el golpe de estado contra Manuel Zelaya, el 28 de junio de 2009 se abrió un tiempo nefasto para Honduras. Se inauguraba así una época de concesiones masivas de explotación hidroeléctrica, y de otros recursos. Muchas de ellas ubicadas en territorios indígenas sin ninguna consulta a las comunidades. A partir de ese momento la vida de Berta y de muchos dirigentes sociales tenían los días contados. En la madrugada del 3 de marzo del 2016 sus pasos marcharon hacia la inmortalidad.

“La impunidad no es eterna, los pueblos saben hacer justicia”, publicaba ayer lunes en sus redes sociales el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) para anunciar la decisión del Tribunal de Justicia sobre la aprobación, para el juicio, de los 88 medios de prueba que demuestran la vinculación de David Castillo con el crimen de Berta Cáceres.

Después de 11 suspensiones causadas por su defensa, se anunció el juicio para el período entre los días 6 al 30 de abril. El Tribunal además, admitió a Daniel Atala (Gerente Financiero de Desarrollos Energéticos S. A (DESA), acusado de ser uno de los autores intelectuales del crimen) como testigo calificado, en el juicio contra David Castillo, sin embargo, rechazan a Jacobo Atala, José Eduardo Atala y a Pedro Atala: “Ellos son testigos calificados, deben ser admitidos en el juicio” declaró el COPINH en un comunicado.

Por otro lado, denunció que el Tribunal rechazó los informes de la CIDH en donde Berta Cáceres daba a conocer las amenazas y ataques vividos por parte de empleados de DESA incluido David Castillo.

“Berta Cáceres fue asesinada por ser una mujer que desafió el machismo con el que operan empresarios para imponer sus proyectos de muerte”, añadieron.

Además, alertaron que el Tribunal rechazó el peritaje con perspectiva de género propuesto por la acusación privada (familia de Berta) con el que se pretendía demostrar la condición de Berta como mujer y lideresa como un agravante del crimen.

En este largo y penoso derrotero recorrido por la justicia hondureña hubo un sinfín de irregularidades que dejan en evidencia la débil democracia con la que se mecen las instituciones del estado. Desde el secretismo (se celebraron audiencias sin avisar a los familiares de Berta e impidiendo el acceso a las grabaciones o información presentadas en dicha audiencia), hasta las falsas o débiles imputaciones a los acusados, desde el robo de los expedientes de la causa, hasta la violación de la publicidad y aislamiento de la sociedad en general de las incidencias del proceso administrativo y judicial. En todo este camino nunca faltó la persecución a miembros del COPINH (principalmente de las hijas e hijo de Berta) y líderes del movimiento social afines a la lucha.

Más allá de si la justicia algún día dará la razón a la familia del pueblo Lenca o no, el mensaje de Berta Cáceres trascendió en el tiempo y en las fronteras. Ella molestaba porque planteaba una revolución cultural y global, como un proceso que se logra a largo plazo, contemplando la lucha en todos sus aspectos posibles. Un cambio cultural que incluía la cosmovisión del pueblo Lenca adaptado a nuestros tiempos. Por eso su asesinato no solo va contra su persona, sino contra un modelo cultural. Berta apostaba por los jóvenes y el arte:

“Necesitamos canalizar la rebeldía de los jóvenes. Esto es histórico. Morazán hizo el llamado a los jóvenes. El Che, hizo un llamado a los y las jóvenes. En nuestras organizaciones no podemos castrar esa fuerza de rebeldía, de protesta, de creatividad. Existe un profundo sentido de insurrección a través de graffitis y otras expresiones artísticas y culturales. Los jóvenes tienen distintas identidades culturales. Nosotros como movimientos tenemos que entenderlo, y eso tiene un poder increíble. Un graffiti construido por los jóvenes dice más que mil discursos a un pueblo que le cuesta leer, que no ha tenido una cultura de debate, de análisis”.

Berta apostaba por las mujeres y denunciaba la hipocresía de algunas organizaciones progresistas: ”En la historia de la humanidad siempre han buscado minimizar y hacer invisible a las mujeres, incluso en las organizaciones progresistas. Pero aquí estamos, a la vanguardia de la defensa de Honduras, para defender los derechos de las mujeres, de las comunidades, de nuestro pueblo, que es prácticamente la misma batalla por la justicia y la igualdad”.

Berta apostaba por el mundo: “Un factor muy importante de nuestra resistencia es la solidaridad internacional. A los movimientos sociales les hacemos llegar nuestro llamado de solidaridad con nuestro pueblo. Queremos recordarles que esta situación no es sólo por Honduras, es por todos los pueblos del mundo. Ahora tenemos que hacer una lucha realmente tenaz, muy fuerte, para contrarrestar esta recomposición violenta, invasora, amenazante, que los EE.UU. está desarrollando por todo nuestro continente y por el mundo”.

Entender que estas ideas no murieron con Berta es entenderlo todo, es llenarnos de fuerza y de esperanza para lo que viene, es ver en cada acto, en cada mirada de los hermanos latinoamericanos, que ponen el pecho día a día, el horizonte que añoramos. Porque si el presente es de lucha, el futuro con total certeza es nuestro. Nunca mejor expresado en un viejo poema de José María Castiñeira de Dios.

“Toda mi vida es un río, que anda rodeando la tierra, con ese pendón de guerra, que sólo al Pueblo confío. ¡Mi Pueblo, este signo mío, este amor sin más razones! Presa entre sus cerrazones, y porque soy libre y fuerte YO VOLVERÉ DE LA MUERTE. VOLVERÉ Y SERÉ MILLONES”.

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Foto de portada: www.connectas.org