El presentador de "La Zanzara" y sus últimas (y gravísimas) declaraciones sobre los palestinos
Por Karim El Sadi-13 de enero de 2021

Como el zumbido de un mosquito a la hora 5.25 de ayer por la tarde, sonó el timbre del teléfono. Una llamada entrante de un "número privado". Por lo general, no suelo contestar, pero me habían advertido de una inminente llamada telefónica de un reportero de "Radio 24" y decido hacerlo. "Buena noches". "Buena noches". "¿Hablo con los Jóvenes Palestinos de Italia?". "No", respondo. "¿Hablo entonces con Karim El Sadi?". "Sí, en persona". Al otro lado del teléfono está Giuseppe Cruciani, autodenominado periodista y presentador del programa de "Radio 24", "La zanzara" (El Mosquito) (no se podría haber elegido un nombre mejor para un programa dirigido por alguien como él). En cualquier caso, el conductor, conocido en las noticias y en la red por sus provocaciones y salidas de tono al borde de la decencia, inmediatamente llega al grano. Quiere responder a ciertas afirmaciones que los Jóvenes Palestinos de Italia, grupo del que orgullosamente formo parte, han hecho sobre algunas declaraciones del propio Cruciani difundidas en directo el 8 de enero pasado sobre la historia del motociclista napolitano agredido y robado por una pandilla de niños cuando estaba haciendo entregas con su scooter. "En lugar de repartir en Nápoles, me voy a disparar a los palestinos con el Mossad", dijo en su programa. Palabras muy graves, envenenadas, gratuitas y sobre todo insensatas.

¿Por qué comparar la agresión al repartidor con los palestinos y el Mossad? ¿Qué tienen que ver con eso? Pero, sobre todo ¿por qué venir a molestar a los Jóvenes Palestinos de Italia (y por tanto al infortunado que suscribe) cuando, antes que nosotros, diarios, tabloides e incluso la embajada palestina han hablado y condenado sus declaraciones?

Son preguntas que me zumban en la cabeza (será por el efecto "Mosquito") pero que al final no le hago a mi interlocutor. Respondo a tono con las provocaciones mezcladas con frustraciones de Giuseppe Cruciani. Y vayamos al fondo de la cuestión. Cruciani se defiende con tanta arrogancia como puede, en esencia dice que no dijo esas palabras, que ese no era el significado que quería atribuirles y que se trató de una ironía. En definitiva, el habitual "escape" a lo Vittorio Sgarbi o Maurizio Gasparri.

En cualquier caso, respondo que, sobre este tipo de cosas, como por ejemplo el holocausto, la mafia o un asalto a un chico pobre, como el que tuvo lugar en Nápoles, hay poco lugar para la ironía. Y elevo el listón: "Usted y su radio deberían avergonzarse de decir tales frases". Respuesta: "No entiendes el concepto de libertad, puedo burlarme de lo que quiera, ¿está claro?". Pensar en responder, en este punto, no tiene sentido. Porque las frases que siguen no son ciertamente mejores: "Si crees que fueron palabras graves, denúnciame al fiscal y no me rompas las pelotas". Sin embargo, le respondo que es él quien "rompe las pelotas" y que no tengo intención de presentar ninguna denuncia "porque tengo mejores cosas que hacer que perder el tiempo con una persona como él", subrayando también que sus palabras serían susceptibles de denuncia por incitar al odio. Debido a lo cual lo invito a "darse un baño de humildad, a cambiar de trabajo, a pedir disculpas a la comunidad palestina y a retirar sus declaraciones".

Entonces Cruciani se enoja y grita. "¡No me disculpo con nadie!". Y mientras tanto escucho de fondo a su colega decir "basta de pedir disculpas". De repente, Cruciani (como un zorro) hablando de "odio", mueve el timón de su provocación. "¡No te da vergüenza llamar a Israel un Estado asesino!", frase que yo no había pronunciado, ni siquiera pensado, hasta ese momento. Pero que por otro lado es parte de la estrategia mediática y dialéctica de la prensa proisraelí y prosionista: refugiarse detrás de la falsa retórica, el "todos contra el Estado judío democrático" para estrangular de raíz cualquier debate que desmantele la narrativa de Israel. En cualquier caso, la discusión se prolonga unos minutos más y no merece ser repetida por el tenor de las palabras y las acusaciones que hace el conductor del programa y su amigo en el estudio.

La llamada telefónica termina con el tema inicial: la libertad de expresión. "Aquí no se puede decir nada, hay que tener cuidado con el tipo de sátira que se hace", dice irónicamente Cruciani. Es cierto, al menos en una cosa estamos de acuerdo: hay un límite más allá del cual los que satirizan, especialmente cuando se trata de mosquitos molestos, no pueden ir.

En cualquier caso, quisiera agradecer al Sr. Cruciani por la llamada telefónica porque le dio color a este martes frío y gris de enero. Por cierto, querido Cruciani, obviamente, como todo el contenido de este artículo, esto también es una sátira.

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*Foto de portada:  © Imagoeconomica