Jueves 25 Abril 2024
Sobre Pablo Marchant, joven mapuche de Chile cuya vida fue segada a los 29 años
 
Por Claudio Rojas-24 de julio de 2021

La noche siempre trae sombras, y a veces muerte. Y en territorio mapuche muchas veces ésta se viste de uniforme. Así, con ojos de fuego, Carabineros asesinó a Pablo Marchant, combatiente mapuche –un weichache– que resistía a la ocupación de su territorio por parte de las forestales. Apenas 29 años tenía y le destrozaron el rostro. ¿Cómo es eso posible si no lo hacen a corta distancia? ¿Fue una ejecución? Posiblemente dirán que no, que murió en un enfrentamiento, aunque haya sido inmensamente desigual, porque el Wallmapu está militarizado hace tiempo. Y si fue en una acción de sabotaje contra maquinaria forestal, ¿qué? Constituye una forma de resistencia a territorio usurpado por el Estado y los colonos que invadieron el Wallmapu en el siglo XIX. Una parte del movimiento autonomista cree en el derecho a la autodefensa y a la contra-violencia ante la histórica y centenaria violencia chilena, esencialmente contra la propiedad de las forestales.

Las forestales han destruido su territorio a partir de la década de los setenta con la dictadura, consolidándose el despojo con los gobiernos de la Concertación, la Nueva Mayoría y la Derecha. En el sur ya casi no hay bosques, sino plantaciones. En el sur donde llueve permanentemente, la acidez de los pinos y eucaliptus ha secado las napas subterráneas. Pero el bosque nativo tiene la cualidad de proteger los cauces de los ríos y otras fuentes de agua regulando sus ciclos naturales, de esta manera también garantizan la supervivencia de la flora y fauna del lugar. Las plantaciones destruyen el bosque nativo y alteran el ecosistema y la biodiversidad, el modo de ver y habitar el mundo donde todo está en equilibrio: los seres humanos, los pájaros, las cascadas, el viento, la tierra. Nadie ni nada sobra, todo se complementa... ¿Y qué hacen la machi entonces si sus sanaciones son en base a yerbas que provienen precisamente del bosque nativo? ¿Tienen que viajar lejos donde aún queda bosque?

Ni al Estado ni a las forestales les importa la destrucción de un modo de vida, de una cultura, de un pueblo. Como tampoco les importan las vidas de los mapuches. Hoy fue Pablo Marchant, en 2018 fue Camilo Catrillanca; en 2009 Jaime Mendoza Collío, en 2008 Matías Catrileo. Alex Lemun, de tan solo 17 años, fue asesinado con un balazo en la cabeza en 2002, por mencionar algunos.

En Chile, en la rebelión de 2019, le pulverizaron los ojos a casi medio millar de chilenos y chilenas, asesinaron, detuvieron, golpearon y abusaron de miles más. Porque en Chile vale más un semáforo que una mirada. Y en el Wallmapu vale mucho más una maquinaria forestal que la vida de un joven mapuche. Siempre la eterna muerte.

Eso se llama terrorismo de Estado. ¡Pero la resistencia se llama dignidad!

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*Foto de portada: el ciudadano.com