Deberíamos estar todos en Bariloche, en la Lof Lafken Wilkul Mapu, allí junto al lago, donde la calma de la cautivante naturaleza de la región se quebró abruptamente por la irrupción de fuerzas policiales, hace un año atrás, para finalmente dar muerte al joven mapuche de 22 años Rafael Nahuel. Aquel 25 de noviembre del 2017, cuando los mapuches de esas tierras recuperadas fueron literalmente avasallados por hombres blancos uniformados y portando armas, representando a las autoridades. Autoridades de un sistema envenenado con los pueblos originarios. Autoridades que envenenan el aire en cada lugar que se posan como aves de rapiña. Aves de rapiña de un gobierno desbordado en saña contra todo lo que signifique pueblos originarios y protestas sociales. En definitiva contra todo lo que les signifique obstáculo para sus intereses. Intereses básicamente económicos, Intereses fundamentalmente antidemocráticos, atendiendo a las perfiles de la administración Macri, ya descaradamente serviles a ideologías del Norte.
Deberíamos estar todos en Bariloche, apoyando a las comunidades mapuches porque ya hace un año del asesinato del joven que junto a otros hermanos de su comunidad no hacían otra cosa que defender sus tierras, defendiéndose con piedras y manos, nunca con armas de fuego como pretenden imponer los intrusos uniformados y su patrona de la Casa Rosada, Patricia Bullrich.
Deberíamos estar todos en Bariloche, apoyando a las comunidades mapuches y al joven asesinado, reclamando airadamente justicia. Justicia, sí. Esa justicia que desde hace ya bastante tiempo, en Argentina y en otras regiones de América Latina es solo un eufemismo. Un eufemismo morboso y nada más, porque en realidad no existe.
Colegas de la prensa libre, de la prensa alternativa, del periodismo que no se ha vendido a las inmoralidades del poder, una y otra vez han escrito, informando de los hechos y abriendo brecha para que en algún momento se haga justicia. Han escrito para que los ciudadanos/as (sus lectores) despierten y al mismo tiempo, muy bien informados/as despierten a otros, que aún duermen. Duermen, porque están fascinados por el individualismo, porque están encandilados por las versiones oficiales, y están subyugados por la indiferencia, fomentada siempre por el terrorismo mediático que se alinea siempre con el poder y el autoritarismo.
En el año 2017 dos muertes infames, causadas por la cobardía de un sistema gubernamental perverso y fascista nos han impactado. Nos han indignado. Nos han sublevado. Las muertes de Santiago Maldonado y de Rafael Nahuel. Ambas, todavía meciéndose en la cuna de la impunidad. Esa impunidad orquestada por personas del gobierno. Personajes con nombres y apellidos, y cargos específicos. Con responsabilidades bien definidas. Y tan bien definidas que seguramente el día que la justicia deje de ser una burla y un eufemismo, no podrán escabullirse de los tribunales y de las sanciones. Pero mientras tanto, ahora gozando de impunidad, nos miran desde la vereda opuesta con odio y con maldad, por más que hipócritamente se presenten con rostros y con discursos rimbombantes para justificar crímenes y abusos. Porque en definitiva, creados ya los terroristas internos (los mapuches y quienes apoyan a los mapuches) lo único que les cabe ahora, es sostener mentiras, divulgar versiones oficiales y siempre apuntar a imponer (subestimando la inteligencia humana) teorías de enfrentamientos y sobre todo de que los mapuches cuando se enfrentan a las fuerzas de seguridad lo hacen con armamento pesado, cuando en realidad su único “armamento” se reduce a sus manos, piedras, palos, hondas y la valentía.
Pero los represores siempre hablan de armamento. Y amparados en esa premisa, es que aquel 25 de noviembre de 2017 se lanzaron sobre los cerros de la Lof Lafken Wilkul Mapu en Villa Mascardi. Para desalojar mapuches. Para matarlos. Y para después decir que ellos, los mapuches terroristas ocupando ilegalmente esas tierras, los recibieron a balazo limpio. La burda mentira. La más burda canallada de un estado que se precia de democrático.
Deberíamos estar todos en Bariloche, homenajeando a Rafael Nahuel. Estar allí, apoyando a la familia de Rafael. A su causa. Para desmentir las infamias que se han esparcido por el mundo. Y lo que es peor, que muchos las han aceptado, las han apoyado y las han repetido, ciegamente, transformándose en cómplices de los criminales: de los autores materiales y de los ideológicos.
A un año de tanta canallada no todo está perdido porque el periodismo libre (diametralmente opuesto al del establischement) nos ha dado un aporte valiosísimo para llegar a la verdad, en el caso Rafael Nahuel y también en el caso Santiago Maldonado.
Santiago Rey, periodista director del sitio En Estos Días, escribió el libro “Silenciar la muerte. Crónica e investigación sobre la vida y asesinato de Rafael Nahuel”.
“La idea de hacer el libro surgió de la convicción de que iba a ser difícil sostener el tema en la agenda. Y fue sedimentando el relato construido por el Ministerio de Seguridad y los diarios dominantes. Como si el episodio hubiese sido un enfrentamiento entre un grupo de las fuerzas de seguridad y una suerte de grupo guerrillero que desde el sur del país pone en riesgo la integridad nacional. En ese contexto, al verse superados en número y armamento, y con tácticas de guerra como dijo el ministerio, los integrantes del grupo Albatros se defendieron y así mataron a Rafael Nahuel. Desde el comienzo no tuvo la repercusión de otros casos, como fue el de Santiago, y la construcción de ese relato entre la noche del 25 y la mañana del 26 de noviembre de 2017 fue como anclando en el sentido común” explicó Santiago Rey a La Izquierda Diario
Sebastián Premici, periodista de investigación de diferentes medios y autor de varios libros, escribió “Santiago Maldonado. Un crimen de Estado”
“El libro nace del trabajo periodístico que realizamos desde la agencia Cadena del Sur junto a Valeria Di Crose. Desde un primer momento empezamos a trabajar en el tema. Viajamos a Esquel el 24 de agosto. Eso generó material de un documental: “Resistencia a desaparecer” y ya después de setiembre mi cobertura en Página 12. Fue un trabajo de no abandonar ni un solo día y eso fue decantando casi en la necesidad de ser un libro, por el volumen de información y por la necesidad de poder contar este entramado. El libro es una reconstrucción de situaciones una de ellas fue la planificación que existió por parte del Estado nacional para avanzar sobre la Pu Lof en Resistencia Cushamen no solo el 31 de julio, un día antes, con órdenes precisas del jefe del Ministerio de Seguridad, sino cómo ya desde febrero del año 2016 la ministra de seguridad empezaba a reunirse en Bariloche con empresarios de la Patagonia quienes le habían pedido a la funcionaria seguridad jurídica para poder concretar sus inversiones y esa seguridad jurídica fue traducida con represión hacia las comunidades. Por lo tanto hay una reconstrucción de cómo fue esa planificación, ese avance. Una reconstrucción casi segundo a segundo de la represión del 1ero de agosto, donde estuvo Santiago Maldonado.”
Obviamente recomendamos desde este sitio dar urgente lectura a ambos trabajos. Urgente lectura porque es urgente conocer las verdades que desvirtúan diariamente los actores del terrorismo de Estado. Santiago Rey y Sebastián Premici, colegas entre sí, de medios diferentes, en buena hora comparten la necesidad de que triunfe la verdad y no la mentira. A esa necesidad nos sumamos todos los redactores de Antimafia Dos Mil. Y exhortamos hacer lo mismo a los lectores libres.
Hoy por hoy los desalmados de la Casa Rosada están muy ocupados en preparar las alfombras para la reunión del G20. Las alfombras patéticas que buscan centrar la atención en el circo del poder, dejando de lado los terrorismos que a casi a diario manchan de sangre las calles argentinas. Sangre de trabajadores. Sangre de desamparados. Sangre de pueblo.
Hoy por hoy la justicia argentina (la mayoría de sus operadores, que en buena medida son laderos de la cultura de la impunidad reinante) está en deuda con la democracia. Una deuda que debería avergonzarlos. Una deuda oprobiosa y denigrante.
A un año del crimen de Rafael Nahuel, las maquinaciones (manipulaciones) judiciales no han sido pocas. Los que se creen dueños de la verdad buscan y buscan desvirtuar los hechos. Buscan y buscan sembrar basura sobre la verdad de los hechos del 25 de noviembre de 2017 en Villa Mascardi.
Lo buscarán siempre, porque ese es el ADN vigente del poder despótico que hoy está ocupando la Casa Rosada. Que hoy hace estragos entre las comunidades mapuches y entre todos aquellos que se animan a protagonizar protestas sociales, a sabiendas de que quizás una bala los impida regresar vivos a sus casas.
Deberíamos estar todos en Bariloche, en Villa Mascardi, participando de las movilizaciones y marcha de los mapuches que han sido convocadas para este lunes 26 de noviembre, en memoria de Rafael Nahuel.
Los padres de Rafael hablaron en las redes sociales a través de un video.
A un año del crimen de Rafael, los padres piden justicia, piden que el magistrado “se ponga las pilas” y no entienden por qué el juez que entiende en el caso insiste en pericias para desvirtuar la verdad sobre quien quitó la vida de Rafael, que no fue otro que el Prefecto Pintos. El prefecto participante del operativo cuya identidad fue definida gracias a una investigación periodística realizada por Santiago Rey del sitio En Estos Días
“Haremos una marcha en la mañana del lunes 26 de noviembre, porque el juez no está haciendo nada. Pasaremos por el Parque y marcharemos hasta el Juzgado de Bariloche. Por unas tierras nos llevaron a Rafita. Pediremos justicia por él”
Deberíamos estar todos en Bariloche, en respetuoso memoria a Rafael Nahuel; en respetuoso apoyo a la causa mapuche; en respetuoso apoyo a la verdad.
Ya es momento de poner las cosas en su justo lugar.
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*Foto de Portada: www.cadenanoticiasur.com