En la maxi-aula1 del Palacio de Justicia Bruno Caccia estaban amontonados alrededor de 200 periodistas, provenientes de toda Europa y muchos curiosos. Gente común que ha renunciado a un día de trabajo para escuchar al super arrepentido, así como ha sido presentado durante días por parte de toda la prensa y en el debate político y mediático. Y que en muchos habrá hecho madurar la idea de que Spatuzza, fuese el más importante entre los colaboradores de justicia escuchados en el proceso Dell’Utri, si no incluso el único. Ese proceso en el cual el senador del Pdl (Popolo della Libertà) ha sido condenado, en primer grado, a nueve años de reclusión y con una cantidad de pruebas tan imponente que la fiscalía no ha podido presentarlas todas durante la requisitoria “por crisis de abundancia”.
Ese en el que las declaraciones de numerosos arrepentidos y los relativos cotejos han demostrado el rol de mediador de Marcello Dell’Utri entre el antes empresario y actualmente político Silvio Berlusconi y distintos individuos que pertenecen a la cúpula de la mafia siciliana. Y la continuidad de las relaciones entre el senador y Cosa Nostra, en contacto durante más de 35 años.
Las declaraciones de Spatuzza, está claro, representan otra prueba más (y no solo en este proceso). Y no sorprende que la defensa, en apertura de la audiencia, esta mañana, haya intentado en vano la carta de la revocación del interrogatorio dando como motivo que la “inundación de papeles provenientes de la Fiscalía de Florencia arriesgan transformar la naturaleza del proceso: ya no en una apelación, sino en un nuevo proceso de primer grado”. Y que después, cuando la tentativa ha caído en el vacío, no haya perdido ocasión para acentuar la tensión que ya había en el aula, sobretodo al llegar el colaborador de justicia, escoltado y encapuchado mientras las fuerzas del orden lo acompañaban detrás de la mampara preparada delante de la mesa de los jueces.
Pero durante el examen y el contra-examen el colaborador de justicia ha confirmado, paso a paso, lo que había declarado precedentemente a los magistrados y que ha sido referido en los expedientes depositados en el proceso. Su relación de “hermandad” con la familia de “sangre” de los hermanos Graviano, su participación en los estragos y su camino de una verdadera “conversión”, que sucesivamente ha desembocado en la colaboración con la justicia. Además de su temor inicial de pronunciar los nombres de Berlusconi y Dell’Utri.
“Desde los años Ochenta hasta el 2000 –ha empezado diciendo Spatuzza- he formado parte de una asociación terrorística-mafiosa denominada Cosa Nostra”. “Terrorista porque, por lo que me consta personalmente, después de los atentados de Capaci y de via D’Amelio (donde murieron los jueces Falcone y Borsellino), hemos ido un poco más allá. Hemos cometido estragos que no nos pertenecen”. Los de Milán, Roma y Florencia (presente en la aula también Giovanna Maggiani Chelli, madre de Francesca, herida gravemente en el estrago de los Georgofili (Florencia) y novia de Dario Capolicchio, fallecido en el estrago). El sentido de esos atentados, el ex jefe de Brancaccio (Palermo) lo entendería más tarde, cuando entre el ’93 y el ’94 se encontró en dos ocasiones particulares con el boss Giuseppe Graviano. Primero en Campofelice de Roccella y después en el bar Doney de via Veneto, en Roma.
En la primera ocasión, en compañía de Cosimo Lo Nigro, preguntó al boss el por qué de esos muertos que no estaban estrechamente ligados a los intereses de Cosa Nostra, recibiendo esta respuesta: “Es un bien que nos llevemos un poco de muertos detrás así quien se tiene que mover se decide”. Después, sigue diciendo el arrepentido, “Giuseppe Graviano nos pregunta a mi y a Lo Nigro si entendíamos algo de política. Decimos que no y él nos explica que está bastante preparado y que si sale bien recibiríamos todos los beneficios inclusive los encarcelados”.
Inmediatamente después habría iniciado la fase de preparación del atentado contra el Olimpico (fallido por una avería en el mando de la bomba). “Un atentado contra los Carabinieros que debía tener un alcance devastador”, sigue diciendo Spatuzza, antes de contar el segundo de los encuentros con Giuseppe Graviano precísamente en el bar Doney de Roma. En esa ocasión, recuerda, “Graviano tenía una actitud alegre, diría como uno que ha ganado a la lotería”. El boss le invita a entrar en el bar. “Nos sentamos en las mesitas y consumimos algo y él, siempre con esa expresión alegre, me dijo: “Hemos concluído todo y hemos obtenido lo que queríamos, gracias a la seriedad de esas personas que habían llevado adelante este asunto”. Y “que no eran como cuatro “crasti” (cornudos ndr.) de los socialistas. Después me dijo los nombres de Berlusconi y de nuestro paisano Dell’Utri y dijo que nos habíamos metido el país en las manos”.
Un encuentro que ya de por si, sigue diciendo Spatuzza, “representaba una anomalía”. Ya que era la primera vez que “Graviano se ocupaba directamente en la preparación de un atentado, hasta el punto que teníamos que esperar que nos diera él las disposiciones finales”. No se lo que estuviese esperando, que respuestas, pero está claro que era una anomalía”.
Spatuzza pensó en una tratativa en curso también en julio del ’93, cuando Graviano mismo le pidió que enviara 5 cartas, la noche antes del atentado en San Giovanni in Laterano. Cartas dirigidas a cabeceras periodísticas: entre otras “Il Messaggero y el Corriere della Sera”, recuerda el arrepentido y también esta, subraya, era “para mi una anomalía que me hace entender que había algo que se estaba moviendo a nivel político”. “Las cartas provenían de Giuseppe Graviano, pero me fueron entregadas por Fifetto Cannella”, quien en ese periodo se ocupaba de la clandestinidad de Graviano.
En el 2004, añade Spatuzza respondiendo a las preguntas del Procurador General Gatto, cuando “me había disociado un poco de Cosa Nostra”, durante un periodo de detención común junto al boss Filippo Graviano, “hablo con él de la disociación y Filippo me explica que no era un tema que nos interesa, no nos interesa la disociación de los magistrados porque nosotros tenemos que llegar a la política”. En ese mismo año, después de un coloquio investigativo con el Dr. Pier Luigi vigna, Graviano “me dijo aún: está bien hacer saber a mi hermano Giuseppe que si no llega nada de donde tiene que llegar tenemos que empezar a hablar con los magistrados”. “Esto lo relaciono con lo que se habló en el bar Doney”.
Al terminar la audiencia, en la cual estaba presente también el imputado Dell’Utri, la Corte ha deliberado que el próximo 11 de diciembre serán escuchados en videoconferencia los hermanos Graviano y Cosimo Lo Nigro. Y mientras en el aula la defensa dice que está segura de que las declaraciones del arrepentido no seran comprobadas, los ataques políticos siguen sin cesar. Extendiéndose también a otros procesos y otros contextos que quizás den más miedo.

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