Reescribir la historia, omitir hechos y ocultar las verdades que han surgido hasta ahora sobre las masacres. Esa es ahora la evidente misión gubernamental recibida por la presidenta de la Comisión Antimafia, Chiara Colosimo. Una intención que se hizo aún más evidente tras la intervención en el debate sobre los "57 días en el nido de víboras: la verdad sobre las masacres de 1992 - El estilo italiano en la lucha contra la mafia y el crimen organizado" en el encuentro Atreju, el evento de Fratelli d'Italia, el partido de Giorgia Meloni.
La apoyan el abogado Fabio Trizzino, abogado de Lucia, Manfredi y Fiammetta Borsellino, además de yerno del juez asesinado, Luciano Violante, expresidente de la Cámara de Diputados y expresidente de la Comisión Antimafia, Piero Sansonetti, periodista, director de L'Unità y Raul Russo, Senador de Fratelli d'Italia y Miembro de la Comisión Parlamentaria de Investigación del fenómeno mafioso.
Entre el público, a pocos pasos de Lucia Borsellino, se encontraban no sólo representantes del gobierno, sino también aquellos que, más allá de las sentencias absolutorias, podemos considerar servidores infieles del Estado, como el general Mario Mori y el coronel Giuseppe De Donno, que hoy escribes libros que nos alejen de la verdad sobre las masacres. Además, Mori fue saludado públicamente por Colosimo al inicio de su discurso.
En el debate no se habló en profundidad de la masacre de via d'Amelio, de los cincuenta y siete días que la separaron de la de Capaci, ni de los elementos graves que surgieron en años de investigaciones y juicios sobre la presencia de autores e instigadores externos.
Para sus mercedes, las masacres son solo un hecho de la mafia, ligado al interés que Cosa Nostra tenía en el mundo de las licitaciones y los contratos públicos; las masacres de 1993 no existen y, si existen, no tienen relación con las de 1992 (de lo contrario, la Comisión Antimafia ampliaría sus horizontes de investigación); las responsabilidades por desvíos de las investigaciones y verdades omitidas recaen únicamente en la magistratura.
Cada intervención, casi como un mantra, señalaba a dos figuras: Roberto Scarpinato y Nino Di Matteo. El primero nombrado directa y explícitamente. El segundo con referencias más o menos veladas, pero igualmente claras.
Magistrados a quienes algunos, como había sucedido durante los años de investigaciones sobre el proceso de la Tratativa Estado-mafia, también acusaron de subversión.
De este modo se quiere alejar al país de la verdad. Mistificándola, omitiendo elementos muy importantes y haciendo creer que no se ha hecho nada en estos treinta años.
Y eso no es verdad. Es una gran mentira decir que no se sabe nada de las masacres.
El juicio más importante para encontrar la verdad y entender lo ocurrido en via d'Amelio no es tanto el Borsellino uno y el Borsellino bis (este último ha sido objeto sólo parcialmente de revisión), sino el Borsellino ter, totalmente ignorado por todos los ponentes.
Fue en ese juicio, dirigido por los magistrados Nino Di Matteo y Anna Maria Palma, donde surgieron los primeros indicios sobre los autores intelectuales externos.
Jefes de la talla de Giuseppe Calò, Raffaele Ganci, Michelangelo La Barbera, Cristoforo Cannella, Filippo Graviano, Domenico Ganci, Salvatore Biondo (clase '55) y Salvatore Biondo (calse '56) fueron condenados en forma definitiva.
Fue en ese juicio que surgió la existencia de la Tratativa Estado-mafia, con la declaración del colaborador de justicia Giovanni Brusca.
La señora Colosimo, el abogado Trizzino y todos los demás no lo dicen, pero en la sentencia de primera instancia la corte dijo: "Resulta cuanto menos probado que la muerte de Paolo Borsellino no fue deseada sólo con fines de venganza y en forma preventiva, sino también para ejercer una fuerte presión sobre el equipo de gobierno que había aplicado una línea política de lucha contra la mafia más intensa que en el pasado y para inducir a aquellos que se habían mostrado disponibles entre los posibles representantes a presentarse para negociar un cambio de esa línea política".
Reconstrucciones a partir de lo dicho por arrepentidos como Pulvirenti, Malvagna y, por último, Cancemi, quien, leemos en la sentencia de primera instancia, declaró que "Riina solía repetir que con esas acciones criminales pondrían de rodillas al Estado y mostrarían toda su fuerza. Y precisamente para facilitar la creación de nuevos contactos políticos era necesario eliminar a aquellos que, como Borsellino, habrían desalentado cualquier intento de acercarse a Cosa Nostra y retirarse en la lucha contra la mafia".
El propio Cancemi afirmó que Riina había sido "llevado de la mano" en la organización de esas masacres.
En el Borsellino ter, el jefe de Porta Nuova mencionó los nombres de Silvio Berlusconi y Marcello Dell'Utri, afirmando que Riina los había señalado como sujetos a apoyar "ahora y en el futuro", asegurando a los demás jefes de la cúpula que la masacre de Borsellino sería a largo plazo "algo bueno para toda Cosa Nostra".
Son los propios Dell'Utri y Berlusconi, que acabaron siendo investigados por la Fiscalía de Florencia (en la investigación dirigida por el fiscal adjunto Luca Tescaroli, junto con el fiscal Luca Turco) los señalados como instigadores externos de las masacres de 1993.
Investigaciones que continuaron a pesar de que Berlusconi, ya fallecido, salió de escena.
Sin embargo, los Sansonetti de turno, panfletistas del poder, siguen gritando escandalizados.
Más allá del desvío de Scarantino
Sin lugar a dudas se descubrió que hubo un gran desvío de las investigaciones con respecto a la masacre de via d'Amelio.
Seguramente hubo responsabilidades de los investigadores y en el fondo también se vislumbran responsabilidades dentro del poder judicial (empezando por la solicitud anómala del fiscal general Tinebra a Contrada para que el SISDE investigara el ataque en via d'Amelio), pero no se puede meter a todos en el mismo caldero.
Ciertamente, Nino Di Matteo no tiene ninguna responsabilidad, ya que como fiscal adjunto sólo participó marginalmente en las investigaciones que surgieron en el caso "Borsellino bis" (en el que ingresó en noviembre de 1994, después de que ya hubiera comenzado el debate, ndr).
A menudo se olvidan los hechos que pesan como piedras.
Ilda Boccassini, que en octubre de 1994 envió una carta coescrita con su colega Roberto Saieva, en la que los fiscales de Caltanissetta y Palermo eran informados de las dudas sobre el "joven de Guadagna", entonces colaborador de justicia y hoy "falso arrepentido", en julio de 1994, junto con Giovanni Tinebra, tenía una opinión muy diferente.
Basta con escuchar la rueda de prensa relativa a la detención de los sospechosos en el proceso Borsellino Bis.
En aquella ocasión, tanto sus palabras como las de Tinebra no dejaron muchas dudas sobre la fiabilidad de Vincenzo Scarantino. "Los colaboradores de justicia son una realidad esencial para el país -afirmó Boccassini- Lo demostró una vez más la investigación sobre la muerte de Paolo Borsellino. Pero llegó, repito, este concepto hay que repetirlo hasta el aburrimiento, porque ya hubo investigaciones que nos permitieron evaluar plenamente lo que nos decía Scarantino Vincenzo".
"El asunto Scarantino se vuelve complejo cuando lo verdadero y lo falso se mezclan de forma inquietante y dramática".
"Son los propios jueces de primera instancia del Borsellino quater quienes recuerdan cómo las declaraciones de Scarantino, aunque ciertamente poco fiables, contienen elementos de verdad".
Basta decir que el "falso arrepentido" Scarantino había señalado como participantes en la fase crucial de la masacre a las mismas personas de las que habló posteriormente el colaborador de justicia Gaspare Spatuzza, acusándose del robo del coche utilizado en la masacre de Via d'Amelio.
Scarantino, de hecho, dice que cuando el coche fue llevado al garaje para llenarlo de explosivos, estaban allí Graviano, Tagliavia y Tinnirello, como dijo más tarde Spatuzza en perfecta coincidencia.
Es el mismo Spatuzza el que habó de la presencia de un hombre que no pertenecía a Cosa Nostra: un sujeto externo.
Pues bien, otro falso arrepentido, Andriotta, había informado en su momento que había sabido por Scarantino que también estaba presente un hombre que no era de Cosa Nostra, un italiano especialista en explosivos.
Pero otros elementos de verdad aparecen en la información dada por Scarantino sobre el robo del auto, ocurrido mediante la rotura del bloqueo de la dirección, y agregó que había sabido que en el automóvil se habían puesto las placas de otro Fiat 126, tomadas del taller del popio Orofino, y que este último había presentado la correspondiente denuncia de robo el lunes siguiente a la masacre.
Pues bien, se trata de circunstancias que "corresponden plenamente a la verdad y son ajenas al conocimiento personal de Scarantino, quien nunca estuvo involucrado en las actividades relativas al robo, transporte, custodia y preparación del automóvil utilizado para la masacre" que posteriormente también contaría Gaspare Spatuzza.
Esto significa que en su momento no fue nada sencillo desacreditar las declaraciones del joven de Guadagna.
Ni una palabra de todo esto está presente en el debate de la señora Colosimo.
Los contratos de la mafia en el centro de gravedad
La única verdad sostenida por sus mercedes es la que se refiere a la pista de los contratos de la mafia, la Calcestruzzi Spa y tantas otras.
Lo repetimos por enésima vez: la investigación sobre los contratos de la mafia, aunque interesante, no es ciertamente decisiva para explicar lo ocurrido en 1992.
El hilo que une a la Calcestruzzi Spa, el grupo Ferruzzi-Gardini y la mafia puede dar una explicación, tal vez, junto con lo que estaba surgiendo en la investigación Mani-Pulite, de por qué Raúl Gardini, hace treinta años, decidió quitarse la vida. Se sabe que Antonio Di Pietro debería haberlo interrogado sobre los sobornos a políticos para favorecer a Enimont, la empresa conjunta entre Montedison y Eni, pero esto no es suficiente para marcar un punto de no retorno.
Pero la idea general es destituir a los magistrados de la Fiscalía de Palermo que cerraron algunas líneas de investigación, utilizando la historia para atacar a los magistrados que participaron en la investigación de la Tratativa Estado-mafia y los sistemas criminales.
Incluso en este caso los hechos se confunden y algunos puntos clave se mantienen en silencio.
El exfiscal de Palermo, Roberto Scarpinato, ha subrayado en repetidas ocasiones que, tras la detención de siete sospechosos, entre ellos Angelo Siino, el 13 de julio de 1992 sólo se había solicitado el archivo de la causa de algunos sospechosos porque en esa fecha aún no se habían reunido pruebas suficientes contra ellos.
Ello por cuanto ya se había hecho la parte más importante de la investigación que continuaba y que se refería a la gestión de contratos de la SIRAP por mil millones de las antiguas liras, y que afectaba al nivel político y administrativo.
Siempre se mantuvo en silencio que la primera informativa, presentada por el ROS ante la Fiscalía de Palermo el 20 de febrero de 1991, a diferencia de la segunda presentada el 5 de septiembre de 1992, no contenía los nombres de políticos importantes como Calogero Mannino, Salvo Lima y Rosario Nicolosi.
Se da por sentado que en la reunión que Borsellino mantuvo con De Donno y Mori en el cuartel de Carini el 25 de junio de 1992 hablaron de la investigación sobre las licitaciones mafiosas, sin tener en cuenta que ese detalle "fundamental", según los propios agentes de ROS, fue informado recién en el año 1997.
¿Por qué los Carabineros mantuvieron en silencio durante años el contenido de esta reunión, ahora considerada decisiva para explicar la aceleración de la masacre de Via d'Amelio?
¿Quizás porque en ese momento se habló de otra cosa?
Nadie entre la señora Colosimo, el abogado Trizzino y Sansonetti, el director de l'Unità, hace referencia a este hecho.
El teniente Carmelo Canale, ex mano derecha del juez Borsellino, informó que el magistrado había pedido esa reunión para hablar de otra cosa.
Cuando fue llamado a declarar en el juicio Borsellino quater, dijo que en las últimas semanas de su vida el juez Borsellino intentaba investigar al personaje anónimo, conocido como el 'Corvo 2', que hablaba una especie de tratativa que el exministro Calogero Mannino habría comenzado con el jefe Totò Riina.
Canale también afirmó que Borsellino pidió reunirse con Giuseppe De Donno, oficial del ROS de Carabineros, el 25 de junio de 1992, porque un colega le había dicho que él era el autor de la carta anónima que también hablaba de encuentros (nunca confirmados) entre Mannino y Riina ocurridos en la sacristía de una iglesia.
Igualmente, la alegre compañía insiste en que en el centro de las acusaciones se debe poner a la Fiscalía de Palermo (utilizando la expresión "nido de víboras" dicha por el mismo Borsellino a los magistrados Russo y Camassa).
Es cierto que el fiscal jefe Pietro Giammanco es uno de los máximos responsables del ostracismo y aislamiento sufridos por Giovanni Falcone (primero) y Paolo Borsellino (después) a lo largo de los años.
Pero si tuviéramos un mínimo de honestidad intelectual recordaríamos que ese modus operandi fue fuertemente cuestionado en una carta firmada por ocho miembros de la Dirección Distrital Antimafia (DDA) de Palermo (Ignazio De Francisci, Giovanni Ilarda, Antonio Ingroia, Alfredo Morvillo, Antonio Napoli, Teresa Principato, Roberto Scarpinato y Vittorio Teresi) en el que se decía, en esencia, que el Fiscal General Giammanco no podía permanecer en el Ministerio Público. Y los propios firmantes se expusieron ante el Consejo Superior de la Magistratura (CSM) hasta el punto de amenazar con su propia dimisión.
Una cuestión política
La señora Colosimo, con el apoyo de los hijos de Borsellino, opta por no ahondar en los puntos que el senador Roberto Scarpinato informó en un documento de 57 páginas, porque en el mismo se ponen de relieve posibles vínculos entre Cosa Nostra, entornos vinculados a la derecha subversiva y servicios secretos italianos y extranjeros, masones y múltiples intereses que se entrelazan y amalgaman en el plan de masacres de los años 1992-94.
Elementos que emergen con claridad en treinta y dos años de juicios e investigaciones realizadas que, si realmente nos preocupamos por la búsqueda de la verdad, merecen ser investigadas por una Comisión Parlamentaria seria.
Operaciones oscuras
Para quien conoce verdaderamente los expedientes, es imposible no ver "el elefante dentro de la habitación" (para usar las palabras de Scarpinato en su discurso del pasado 19 de julio en via d'Amelio) si se considera que hay una sentencia definitiva (Tagliavia sobre las masacres del año 1993, ndr) en la que se afirma que la Tratativa "sin duda se produjo y se basó al menos inicialmente en un quid pro quo" e incluso que "la iniciativa fue asumidas por representantes del Estado y no por mafiosos". Los contactos que se produjeron tras la masacre de Capaci entre el exalcalde mafioso de Palermo, Vito Ciancimino, y los oficiales del ROS de Carabineros se consideraron suficientemente probados.
Lo mismo dijo otra sentencia definitiva sobre las masacres de Florencia, Roma y Milán. En la misma los jueces de Florencia dijeron en 1998: "El examen conjunto de lo que dijeron los textos y los colaboradores demuestra indiscutiblemente que en el segundo semestre de 1992 hubo contactos entre los Carabineros del ROS y los jefes de Cosa Nostra a través de Vito Ciancimino (...) a iniciativa del ROS -porque estamos hablando de este organismo, ya que involucraba a un capitán, al subcomandante y al propio comandante de la unidad- tenía todas las características de parecer una tratativa. El efecto que tuvo sobre los mafiosos fue convencerlos definitivamente de que la masacre era capaz de aportar ventajas a la organización. Esta iniciativa, más allá de las intenciones con las que fue lanzada (...) ciertamente tuvo un efecto deletéreo en las instituciones, confirmando el delirio de omnipotencia de los líderes mafiosos y exponiendo la impotencia del Estado".
Una historia reconstruida gracias a las declaraciones del colaborador de justicia Giovanni Brusca pero también de los propios carabineros (en concreto, Mori y De Donno).
Es un hecho que la tratativa continúa incluso después de la muerte de Paolo Borsellino, con Cosa Nostra subiendo el listón y atacando (¿con el impulso de quién?) el patrimonio artístico de Florencia, Roma y Milán.
Es un hecho que hubo un cambio de dirección después de los reconocimientos que se llevaron a cabo, incluso en la creación de su partido propio (Sicilia Libre).
El colaborador de justicia Antonino Giuffré dijo que Bernardo Provenzano, contraviniendo su habitual y cautelar reserva, no tuvo miedo de exponerse personalmente al indicar a todos los hombres de honor el nuevo partido de referencia: Forza Italia.
Sabemos que el proceso de la tratativa terminó con las absoluciones de los imputados institucionales, pero los hechos permanecen.
Las sentencias, aunque sean absolutorias, en las que se cuestiona la actuación del ROS se olvidan deliberadamente.
Pensemos en el proceso por la búsqueda fallida del escondite de Totò Riina en via Bernini, que llevó a Mori y al "Capitán Último" (alias del coronel de Carabineros Sergio De Caprio) al banquillo. Ambos fueron absueltos del cargo de complicidad con la mafia agravada, porque "el hecho no constituye delito".
La sentencia, sin embargo, puso de relieve los fallos operativos cometidos al optar por no realizar inmediatamente el registro e identifica conductas "ciertamente adecuadas para surjan responsabilidades disciplinarias".
Se sabe que el poder judicial fue convencido de no realizar el allanamiento con la garantía de que se realizaría una observación del escondite, pero que las cámaras fueron desconectadas a las pocas horas y no informaron a las autoridades competentes, escapando al control de legalidad de la magistratura.
Así, cuando el 2 de febrero se llevó a cabo el registro, los investigadores encontraron el refugio del jefe completamente limpio, con los muebles amontonados en una sola habitación, la caja fuerte arrancada de la pared, las paredes encaladas e incluso quitados los tapizados y revestimientos, para eliminar cualquier rastro de ADN.
También tiene sombras otra sentencia absolutoria que involucra a Mori: la del fallido allanamiento en Mezzojuso, donde se escondía Bernardo Provenzano.
En ese juicio el ex general fue acusado junto con el coronel Obinu y en esa ocasión también hubo absoluciones porque "el hecho no constituye delito".
Sin embargo, en los fundamentos de la sentencia de apelación, la sala presidida por Salvatore Di Vitale dijo que "la elección de favorecer cualquier otra necesidad de investigación sobre el peligro de que el escondite fuera limpiado parece realmente insuficiente, por usar un eufemismo".
En esa sentencia, precisamente por la falta de detención de Provenzano, se dice que: "Las opciones técnico-investigativas adoptadas por los imputados (especialmente la de no tratar adecuadamente las líneas de investigación que surgieron de la reunión de Mezzojuso), más aún cuando se considera que fueron adoptadas por expertos policías judiciales, inducen a más de una duda sobre la corrección, al menos desde el punto de vista profesional, de las actuaciones de los dos y dejan varias zonas grises que el juicio, a pesar del esfuerzo realizado por el Ministerio Público, no pudo desentrañar".
El asunto Terme Vigliatore
Pero no son sólo estos aspectos los que plantean interrogantes sobre la actuación del ROS en aquellos años. Otra historia refiere al episodio en el que De Caprio (leal a Mori) estuvo involucrado en un tiroteo en Terme Vigliatore, el 6 de abril de 1993, y que casi provoca la muerte (una bala le rozó la cabeza) de un joven de veinte años llamado Fortunato Imbesi. Según los hombres del ROS, el mismo fue "intercambiado" por el buscado jefe de la mafia Pietro Aglieri, que entonces tenía treinta y cinco años. De Caprio declaró sobre esos hechos en mayo del 2015 en el juicio de apelación Mori-Obinu y justificó la presencia de su grupo en el lugar como una cuestión de azar. Y en los motivos de la sentencia de aquel juicio se subrayan las diferencias sobre este punto entre los distintos testigos oídos durante el juicio. De hecho, no está claro si "esto ocurrió accidentalmente durante el traslado de Messina a Palermo (como informan sustancialmente los textos de Randazzo, Mangano y el propio De Caprio) o si ocurrió como parte de un servicio programado, para el cual se ordenó a los militares que operaban que se concentraran específicamente en la zona en cuestión (como se desprende de las declaraciones de los testigos Olivieri, Longu y, a pesar de muchas incertidumbres, del propio Calvi, quien en esencia, modificando parcialmente o no confirmando lo declarado al Fiscal General en fecha 23/9/2014, no aclaró los motivos por los cuales, a pesar de estar de servicio en Milán esos días, se dirigió a Messina, y quizás a la zona de Terme Vigliatore, para encontrarse con De Caprio)". Los jueces dicen que "las considerables perplejidades que se derivan de las divergencias observadas en la reconstrucción de los hechos por parte de los protagonistas directos parecen aumentar aún más por la observación de que el reconocimiento erróneo de Aglieri en la persona de Imbesi Fortunato es una circunstancia improbable, si se considera el escaso parecido entre ambos que, independientemente de la diferencia de edad entre ellos (en cualquier caso igual a unos nueve años), surge claramente de la comparación de sus características somáticas, como resultante de las fotografías aportadas por el Fiscal General y que datan de la época del asunto en cuestión".
Y si ese colegio no creyó que el desarrollo de ciertos hechos fue parte de una puesta en escena para alertar al capo Nitto Santapaola (quien se refugiaba en esos mismos lugares, ndr) e inducirlo a alejarse de la zona, a los fines de garantizar su fuga, es un hecho que al dictar la sentencia el Tribunal había ordenado "la transmisión a la Fiscalía de Palermo de copias de las actas y transcripciones de las declaraciones de Mauro Olivieri, Francesco Randazzo, Pinuccio Calvi, Giuseppe Mangano, Roberto Longu y Sergio De Caprio (más conocido como "Ultimo"), para evaluar la posible existencia del delito de perjurio". En efecto, los fundamentos dicen: "Lo que, sin embargo, se desprende de las declaraciones de los militares antes mencionados -y que sin duda parece singular y, en última instancia, inquietante- es la extrema dificultad expresada por ellos durante sus declaraciones para indicar y aclarar de manera plausible las razones de su presencia en Terme Vigliatore, incurriendo en contradicciones evidentes".
Pasado oscuro
¿Y qué decir de las diversas sombras que surgieron durante los procesos sobre el pasado del habitual general Mori cuando estaba de servicio en el SID (Servicio de Información de Defensa, ex Sismi, actual Aise, ndr)?
Y a pesar de todos los hechos enumerados, ni el oficial del Arma de Carabineros ni sus acérrimos partidarios, jamás estuvieron a la altura en sus respuestas.
Por el contrario. Con la arrogancia habitual, Mori y De Donno, aprovechando la sentencia absolutoria de la Corte de Casación "por no haber cometido el hecho" (es decir, violencia y amenaza a un órgano político del Estado), se empeñan personalmente en reescribir los hechos de la historia.
Así, el diálogo iniciado con Vito Ciancimino se convierte, según ellos, en una operación de policía judicial, no sólo para poner fin a las masacres, sino sobre todo para llevar adelante la investigación sobre los contratos de la mafia.
Todo está escrito en el libro La otra verdad, aparecido en los últimos meses. Una publicación que, en el último capítulo, realiza un ataque directo, con una larga serie de falsedades, contra Roberto Scarpinato y Nino Di Matteo. No es casualidad que siempre acaben sistemáticamente en el centro de la mira de representantes y simpatizantes de este gobierno fascista y amigo de los mafiosos.
Ya hemos dicho que Di Matteo no tuvo nada que ver con el desvío de Scarantino, del mismo modo que también hemos recordado repetidamente las evaluaciones muy duras de las acciones de los oficiales del ROS que surgieron en las sentencias. Incluso aquellos sobre la Tratativa Estado-mafia que en sus sentencias, aunque diferentes (condena y absolución), nunca cuestionaron la existencia del hecho.
Mori y De Donno, en su libro, dejan claro que Di Matteo habría desacreditado al colaborador de justicia Gaspare Spatuzza en la masacre de Via d'Amelio.
Una afirmación repetida a menudo por los detractores del fiscal nacional adjunto antimafia, basada en una declaración hecha en el 2009 por Di Matteo durante una reunión de coordinación entre fiscales en la que se discutió la fiabilidad del exjefe de Brancaccio.
Lo que nunca se recuerda es que Di Matteo intervino dando un dictamen temporal negativo sobre el programa de protección, sólo porque se trataba de sentencias que en cualquier caso eran definitivas.
Y gravemente silenciado por lo que en el 2010 el propio Di Matteo se pronunció en varias sedes precisamente para defender y promover el programa de protección y la fiabilidad de Spatuzza, en momentos en que la Comisión Central del Ministerio del Interior para la definición y aplicación de medidas especiales de protección, entonces presidida por Alfredo Mantovano, no admitía a Spatuzza en el programa de protección permanente.
Si hubiera sido responsable del desvío, se habría opuesto a Spatuzza en todas las sedes. Ese no fue el caso.
Porque hay que contar la historia completa y es evidente que no es apropiado que los detractores de Di Matteo hablen de determinados temas.
Dando un giro, los ex oficiales del ROS en su libro, en un momento dado, incluso plantean la hipótesis de que puede haber habido una tratativa con Cosa Nostra por parte de algunas instituciones, pero que no les concierne.
Es una pena que, como lo certifican las sentencias, otras personas hayan muerto en el altar de aquel diálogo iniciado con don Vito Ciancimino en los cincuenta y siete días transcurridos entre las masacres de Capaci y Via d'Amelio. Tras la muerte del juez Borsellino y sus escoltas se produjeron también otros atentados.
En mayo de 1993, las de via Fauro en Roma y via dei Georgofili en Florencia, luego, en julio, las de via Palestro en Milán y las basílicas de San Giorgio al Velabro y San Giovanni in Laterano en Roma. Y sólo la casualidad impidió que en enero de 1994 se llevara a cabo la masacre planeada y luego cancelada en el Estadio Olímpico de Roma.
Por todos estos crímenes murieron 15 personas, entre ellas dos niñas, una de 50 días y la otra de nueve años, Caterina y Nadia. Hubo decenas de heridos a los que hay que sumar los daños al patrimonio artístico y a la seguridad nacional. Sin embargo, a los políticos inscritos en la lista de muertos de Cosa Nostra se les salvó la vida.
Muy lejos de iniciarse un diálogo "para detener las masacres" (como decía la propia policía).
Muy lejos de ser mártires de la justicia y héroes de la patria.
"Obedecer callando y callando morir". Mori nunca cuenta otro hecho: la historia del diálogo iniciado entre el extremista Paolo Bellini y el jefe Antonino Gioé, que luego murió en prisión en julio de 1993 en circunstancias misteriosas.
En los juicios se supo que Mori fue informado de ese diálogo en tiempo real por el mariscal de Carabineros Tempesta, quien le entregó un manuscrito que Bellini había recibido de los mafiosos, pero inexplicablemente Mori no sólo no informó a nadie de este asunto, no sólo destruyó el manuscrito, sino que ordenó a Tempesta que no redactara ningún informe escrito.
De esto también se habla en la sentencia de apelación sobre la Tratativa Estado-mafia. Una sentencia dura, aunque absolutoria, con la que Casación quiso hacer borrón y cuenta nueva.
Alguien miente
La mentira, el silencio, el robo de documentos y las desviaciones siempre han caracterizado a las masacres y los crímenes excelentes. En cuanto a los desvíos que de alguna manera se referían a la masacre de via d'Amelio, hay también otro punto que debe ser profundizado y que surgió durante la investigación por concurso en una masacre abierta contra el ex SISDE, Bruno Contrada.
El fiscal Nino Di Matteo, al reabrir la investigación dirigida inicialmente por Ilda Boccassini, tuvo la oportunidad de conocer las declaraciones de algunos carabineros y agentes de policía.
"Se abrió una investigación muy seria sobre los Servicios Secretos -dijo el magistrado en su testimonio en el proceso de via d'Amelio- fui yo quien reabrió las investigaciones sobre la base de las declaraciones del arrepentido Elmo quien nos había dicho que lo había visto salir del lugar del ataque con un bolso o documentos en la mano. En ese momento leí todo el archivo antiguo e incorporé sus diarios".
"Al ver esos documentos me di cuenta de que había un agente del ROS, Sinico, que había ido a la fiscalía de Palermo y había informado a algunos magistrados que había sabido que el primer coche de policía que llegó después de la explosión había detectado la presencia de Contrada. Y también habló de un parte de servicio que acreditaba la presencia de Contrada en via d'Amelio y que luego habría sido arrancado en la comisaría -explicó-. Lo que me sorprendió es que cuando lo supo la colega Boccassini, en 1992, anotó esa circunstancia diciendo que se había enterado por un amigo suyo muy querido, no un confidente, cuya identidad quería proteger. Fui a interrogarlo y reiteró las mismas palabras. Cuando estaba a punto de pedir que se enviara a juicio al Carabinero, vino a la Fiscalía y presentó un escrito sobre el cual habría hablado con el coronel Mori, nombrando su fuente: el policía Roberto Di Legami. También recuerdo que el momento del enfrentamiento que fue dramático. Di Legami lo negó todo, incluso fue enviado a juicio porque era la palabra de dos militares contra uno (Sinico y Raffaele Del Sole, ndr). El resultado de ese juicio lo conocí más tarde, cuando ya estaba en Palermo y supe que el funcionario fue absuelto".
La supuesta confidencia de Di Legami en Sinico también hablaba de un informe de servicio que atestiguaba la presencia de Contrada en via d'Amelio. Sin embargo, este documento habría sido destruido.
Dado que en los juicios se demostró que Di Legami no tenía nada que ver con eso, ¿por qué lo mencionaron?
¿Fueron los carabineros los que hicieron declaraciones falsas? En caso afirmativo, ¿con qué propósito? ¿Tiene el general Mori algo que ver con esta historia?
La agenda roja, la gran ausente
Volviendo al debate del viernes pasado, notamos otro hecho grave.
No se habló de la desaparición de la agenda roja.
Sin embargo, ese es precisamente el acto que desencadena la mayor desviación de la historia. Esto ocurrió pocos minutos después de la explosión en via d'Amelio. La señora Colosimo, y por lo tanto deducimos que la Comisión Antimafia, centra su atención en el despacho de Paolo Borsellino en la Fiscalía, dando a entender que alguien pudo haber entrado en ese lugar. Pero es la agenda roja, la verdadera "caja negra" del secreto escondido detrás de las masacres, la que ha desaparecido.
La lógica dicta que la desaparición de la agenda roja está estrechamente relacionada con los movimientos que se produjeron en el maletín del juez Borsellino el 19 de julio de 1992 y es un hecho que no fueron los hombres de Cosa Nostra quienes la robaron.
Un punto de partida es sin duda la foto en la que aparece el capitán de Carabineros (hoy coronel) Giovanni Arcangioli, que en el pasado acabó siendo investigado por el robo de la agenda roja y luego absuelto por "no haber cometido el hecho" con una motivación ridícula en la que, increíblemente, se llegó incluso a excluir que el maletín contuviera la agenda.
Que la agenda estaba dentro lo testificó en los procesos la familia del juez Borsellino y es increíble que Arcangioli, que decidió no acogerse a la prescripción, nunca haya sido llevado a juicio a pesar de la existencia de imágenes impactantes.
El policía fue inmortalizado y filmado mientras se alejaba del lugar de la masacre, en los momentos posteriores a la explosión del coche bomba en via d'Amelio. En dirección a via dell'Autonomia Siciliana.
La foto que lo muestra con el maletín de Borsellino fue tomada entre las 17.20 y las 17.30 horas de aquel trágico 19 de julio y fue descubierta en el 2005 cuando nuestro subdirector, Lorenzo Baldo, informó a la DIA (Dirección de Investigaciones Antimafia) de la existencia de la misma.
Los jueces del Tribunal Penal de Caltanissetta en el proceso Borsellino quater dedicaron un capítulo entero a la desaparición de la agenda roja, destacando las "múltiples contradicciones entre las declaraciones de los distintos textos examinados". Entre ellos también el del entonces capitán Giovanni Arcangioli de la Unidad Operativa Provincial de los Carabineros de Palermo.
Al mismo tiempo La Corte consideró que se debía ordenar la transmisión de las actas de todas las audiencias al Ministerio Público ya que "pueden contener elementos relevantes para la difícil pero fundamental labor de búsqueda de la verdad".
Los presentes en el debate no hicieron ninguna referencia a esta fotografía. Sabemos que a finales del 2023, informaciones de prensa dijeron que un agente de policía, que había declarado unos años antes ente los magistrados de Caltanissetta, declaró haber recibido el maletín de Borsellino del capitán de Carabineros Arcangioli y luego haberlo llevado a la comisaría. Pero si esto es cierto parece increíble que el propio Arcangioli, para exculparse, nunca haya informado tal detalle.
Igual de increíble es el silencio de treinta años sobre el asunto.
¿Por qué no se habla de todo esto? ¿Por qué se pretende que la foto del capitán de policía sosteniendo el maletín de Borsellino no existe?
El testamento de Agnese Borsellino
Pero hay otro aspecto que como ciudadanos nos indigna profundamente: las omisiones en las palabras de Agnese Piraino Leto, esposa del juez Borsellino, que con su gran ejemplo se ha convertido en madre de todo el pueblo italiano.
El abogado Trizzino las presentó al público presente de forma seriamente incompleta. Es cierto que la víspera de su muerte su marido le confió sus inquietantes creencias sobre su propio fin, que consideraba inminente, pero le habló no sólo de posibles responsabilidades de los "colegas", sino también de "otros".
Basta leer las múltiples declaraciones de la señora Agnese, que se han convertido en un verdadero testimonio de la búsqueda de la verdad: "Él era perfectamente consciente de que su suerte estaba echada, hasta el punto de que me dijo en varias ocasiones que su tiempo se estaba acabando -dijo- Recuerdo perfectamente que el sábado 18 de julio de 1992 salí a pasear con mi marido por el paseo marítimo de Carini, sin que nos siguiera ninguna escolta. Paolo me dijo que no sería la mafia la que lo mataría, a la que no tenía miedo, sino que serían sus colegas y otras personas las que permitirían que esto sucediera. En ese momento estaba al mismo tiempo descorazonado, pero seguro de lo que me decía". La referencia de Paolo Borsellino a sus colegas es una prueba de ese aislamiento dentro de la Fiscalía que el propio magistrado había descrito a sus colaboradores más cercanos. Y lo mismo hizo en su familia.
Agnese Borsellino siempre decía: "Sólo puedo decir, habiendo sido testigo presencial, que mi marido se enfadó mucho cuando supo por casualidad, por boca del entonces ministro Salvo Andò, a quien encontró en el aeropuerto, que un arrepentido había revelado que el explosivo para Borsellino ya había llegado. El fiscal Pietro Giammanco, al enterarse de la noticia, no le había informado, alegando que su deber era únicamente transmitir los documentos a Caltanissetta por razones de competencia".
"Esa vez -recordó la señora Agnese en una nota de ANSA- tuvo la percepción de un aislamiento pesado y peligroso. No descarto la posibilidad de que desde ese momento se convenciera de que Cosa Nostra lo mataría sólo después de que otros lo hubieran permitido".
Palabras difíciles de olvidar: "Paolo me dijo: materialmente la mafia me matará, pero serán otros los que harán que me maten. La mafia me matará cuando otros lo permitan. Son palabras que están grabadas en mi cabeza, y mientras viva no podré olvidarlas".
Así pues, Borsellino le dijo a su esposa que serían "otros" los que lo querían muerto. ¿Quiénes eran esos otros? No se puede descartar que la referencia fuera a figuras poderosas.
La tratativa y Subranni mafioso
En su última entrevista al Corriere della Sera afirmó que "hubo dos tratativas Estado-mafia. Y a mi marido lo mataron por la segunda. La que se suponía iba a cambiar el escenario político italiano".
Agnese Piraino Leto también informó sobre ciertos temas ante los magistrados de Caltanissetta en el 2009, explicando por qué sólo después de mucho tiempo decidió hacer ciertas declaraciones ante el fiscal de Caltanissetta, Sergio Lari, y el fiscal adjunto Domenico Gozzo ("Tenía miedo, No tanto por mí, tenía miedo por mis hijos y luego por mis nietos. Ahora sé que ha llegado el momento de informar hasta el más mínimo detalle o aparentemente insignificante").
Les indicó textualmente a los magistrados los motivos que llevaron a la muerte de su marido.
"Después de la masacre de Capaci, mi marido dijo que desde hacía mucho tiempo había un diálogo entre la mafia y las partes desviadas del Estado". Y luego: "Mi marido me dijo textualmente que había un diálogo entre la mafia y partes infieles del estado. Me lo dijo a mediados de junio de 1992. En ese mismo período me dijo que había visto a la 'mafia en vivo', hablándome también en ese caso de la cercanía entre la mafia y partes del aparato estatal italiano, Me dijo que el general Subranni era 'punciuto' -(rito de afiliación a Cosa Nostra, ndr)- Recuerdo que cuando me lo dijo estaba estupefacto, pero agrego que me lo dijo con un tono absolutamente certero. No me dijo quién se lo dijo. Me dijo, sin embargo, que cuando se lo dijeron se había puesto tan enfermo que había vomitado. Para él, de hecho, los Carabineros eran intocables".
¿Por qué el abogado Trizzino omite estos detalles relevantes sobre uno de los máximos referentes en su momento, para Mori y De Donno?
Quizás debamos creer que Trizzino piensa que esas palabras no son ciertas o, peor aún, que la señora Agnese, cuando las dijo, no estaba lúcida, tal como el propio Subranni tuvo la temeridad de decir cuando afirmó que la mujer estaba "enferma deAlzheimer".
Si es así, que tenga el coraje de decirlo públicamente. O en caso contrario, que tenga el valor de reconocer que la señora Agnese tenía razón. No hay término medio.
Preguntas a Messina
La lista de hechos no revelados en el debate es todavía larga y estremecedora. Luciano Violante también guardó silencio y sólo tímidamente sugirió profundizar en los puntos propuestos por Roberto Scarpinato en la Comisión Antimafia, "para no dejar que se diga que no se quiso hacer nada". Él, que está inscrito en la lista de "desmemoriados del Estado", por haber guardado silencio durante años sobre lo que Mori le contó del encuentro con Vito Ciancimino. Sólo cuando el hijo del exalcalde de Palermo, Massimo Ciancimino, empezó a hablar, acudió ante las autoridades judiciales.
Podría haber contado mucho sobre esos años. Por ejemplo, cuando hablamos de Leonardo Messina, señalado por la señora Colosimo como un importante colaborador de justicia porque habló con Borsellino sobre el interés de Riina por la empresa Calcestruzzi.
Es verdad. Está escrito en el acta. Pero lo que ha surgido a lo largo de los años es aún más dramático. Para comprender lo disruptivas que fueron sus declaraciones en su momento, basta escuchar su declaración ante la Comisión Antimafia presidida por Luciano Violante el 4 de diciembre de 1992. El ex hombre de honor de San Cataldo se centró en los vínculos entre la mafia y la política y en las relaciones que mantuvo con el SISDE a partir de 1986, con especial referencia a la información que afirma haber proporcionado sobre cómo se realizó la captura de los representantes de la "Comisión Mundial de Cosa Nostra", es decir, los líderes de Cosa Nostra y algunas de sus ramas a nivel internacional.
En esa declaración también habló de las relaciones entre las distintas mafias ("El vértice de la 'Ndrangheta es Cosa Nostra. Los soldados no saben que todos pertenecen a una única organización. Pero el vértice lo sabe"). Es quien habló de las reuniones entre los dirigentes de la organización, celebradas entre el '91 y el '92, durante las cuales discutieron un "proyecto político encaminado a la creación de un Estado independiente del Sur, dentro de una separación de Italia en tres Estados". De esta manera Cosa Nostra se habría convertido en un Estado. El proyecto fue concebido por la masonería. Evidentemente, Messina también habló de este proyecto el 5 de diciembre del 2013, cuando declaró en el juicio de la Tratativa Estado-mafia.
Como dijimos antes, se sabe que determinadas declaraciones no aparecen en los informes oficiales que Borsellino hizo con Messina. Sólo hay una insinuación cuando declaró el 30 de junio de 1992: "Señor juez, esos dos crímenes, la muerte de Salvo Lima y Giovanni Falcone, se decidieron en esa reunión, son eslabones de una sola estrategia. La comisión interprovincial, lo que nosotros llamamos 'Región' no se reúne en absoluto, sólo se reúne para decidir cosas de excepcional gravedad. Sólo ahora lo he entendido, señor juez: en Enna, aquel día de febrero, lo decidieron todo. juntando diferentes cosas, recién ahora lo entendí, y quiero contarle todo". Borsellino lo interrumpe, porque primero era necesario profundizar en su historia dentro de la organización y las razones por las que había decidido emprender el camino de la colaboración.
En las actas siguientes se registra lo que dijo de los intereses de la mafia en el mundo de los contratos públicos. Por el contrario, las declaraciones sobre las reuniones de Enna serán registradas en el acta de noviembre de 1992 porque, como dijo el propio arrepentido en el proceso de la Tratativa, había un acuerdo según el cual sólo hablaría cuando su familia estuviera a salvo. Lo que sucedió poco después.
Pero el golpe de escena surgió cuando, tras preguntas específicas del entonces fiscal adjunto Nino Di Matteo, y del presidente del Tribunal Penal de Palermo, Alfredo Montalto, Messina declaró que había hablado de estas cosas con el juez Borsellino: "He tenido varios interrogatorios. A veces estuve en la comisaría y hasta vino a saludar... No es que me interrogara... Hablamos durante horas y hablábamos extraoficialmente... tomábamos café... y él fumaba mucho... Estuve con él y con Manganelli... tenían el trabajo adentro... y extraoficialmente me hacían una pregunta... y yo les explicaba cómo estaban las cosas".
A las preguntas cada vez más insistentes de Di Matteo, añadió: "Hablamos de todo. Incluso de que su nombre no fue mencionado en las reuniones. Los interrogatorios son una fase. Luego está la transcripción. Dado el personaje que tenía delante, hablé de las cosas más fuertes de las que podía hablar... sobre las reuniones, sobre la estrategia, sobre política, todo lo lo que tenía que decir lo dije con Borsellino, incluso fuera del interrogatorio".
Ciavardini, la foto con Colosimo y el conflicto de intereses
He aquí otra verdad silenciada.
Mientras, en este país, los magistrados que luchan por encontrar la verdad y combatir a estos sistemas criminales son ridiculizados.
Mientras que por el contrario, y precisamente por el abogado Trizzino, la solidaridad se expresó de forma clara e incondicional hacia la señora Colosimo, a pesar de que ella se encuentra en un claro conflicto de intereses con respecto al cargo que desempeña.
La existencia de la fotografía que la muestra junto al terrorista Luigi Ciavardini es un hecho.
Una toma "con una pose poco institucional" (como la definió la propia Colosimo) que se remonta a su época como consejera regional del Lacio (2010-2013).
Una foto que no tiene justificación para todo lo que representa Ciavardini, exintegrante de los Núcleos Armados Revolucionarios.
Porque no estamos hablando de una persona que haya colaborado o que colabora con la justicia. Tiene una larga militancia en formaciones subversivas negras. Desde 2009 se encuentra en semilibertad tras recibir condenas de 30 años por la masacre de Bolonia, 13 años por el asesinato del policía Francesco Evangelista y 10 años por el asesinato del juez Mario Amato. Junto con Giusva Fioravanti y Francesca Mambro, es considerado uno de los terroristas negros más peligrosos de los años 80. Y no sólo eso.
En abril del 2024 fue condenado en primera instancia por el Tribunal de Bolonia a una pena de 3 años y 7 meses por el delito de falso testimonio cometido en el marco del proceso de primera instancia que llevó a la cadena perpetua (confirmada en apelación) del ex NAR Gilberto Cavallini, por la masacre de 2 de agosto de 1980.
Por eso también es indignante la posición del abogado Trizzino que, de hecho, representa a los hijos de Borsellino.
Todo esto fue "olvidado". Y luego me vienen a la mente las palabras de Saverio Lodato cuando, hablando en la presentación del libro El pacto sucio y el silencio, en octubre de 2023, dijo: "La masacre de via d'Amelio. No se puede extrapolar del todo. No puede terminar ella sola bajo la lente para establecer la verdad".
"Hacer eso sería comportarnos como enanos. Todavía hay investigaciones abiertas en Caltanissetta, Florencia y otras fiscalías, de las que surgen importantes pistas y nombres de protagonistas que ponen en entredicho a la subversión negra, al aparato estatal desviado, a las estructuras militares clandestinas, que tanto enorgullecían al exjefe de Estado, Francesco Cossiga, por haber hecho el trabajo sucio en las masacres de Roma, Milán y Florencia en 1994". Para luego concluir diciendo: "Aún no es momento de reescribir la historia. Todavía es tiempo de escribirla. Y para ello es necesario reconocer, y sacar las consecuencias necesarias, a esas referencias recurrentes a Gladio que Giovanni Falcone dejó repetidas veces en la parte de su diario conocida hasta la fecha".
"Y debemos tomar conciencia de que hubo una tratativa entre Cosa Nostra y el Estado durante la temporada de masacres. Y que Paolo Borsellino no quiso plegarse a esa tratativa". Todo lo demás es aburrimiento y mentiras.
*Foto de Portada: Diseño gráfico de Paolo Bass
*Foto 2: Fabio Trizzino © Imagoeconomica
*Foto 3: Mario Mori y, al fondo, el ex alcalde de Palermo, Vito Ciancimino © Imagoeconomica
*Foto 5: Sergio De Caprio, también conocido como Capitán Último
*Foto 6: Paolo Borsellino © Imagoeconomica
*Foto 7: Bruno Contrada
*Foto8: Giovanni Arcangioli con el maletín del juez Paolo Borsellino
*Foto 9: Luigi Ciavardini y Chiara Colosimo
*Foto 10: Paolo Borsellino y Giovanni Falcone © Shobha