En 1997, un proyecto de atentado saltó en vísperas de la sentencia del caso Capaci
La Cosa Nostra "promovió, aprobó y llevó a cabo la masacre de Capaci, pero aún no se ha identificado a todos los autores del crimen". Con estas palabras, el 21 de mayo de 1997, en el primer día de acusación del proceso por la masacre de Capaci, el magistrado Luca Tescaroli, entonces fiscal de Caltanissetta, señaló con el dedo a los jefes encerrados en las celdas, sugiriendo sin embargo que las investigaciones no podían considerarse agotadas solo con la identificación de jefes y subordinados, directores y ejecutores, refiriéndose a los llamados autores ocultos.
Un proceso que, en primera instancia, lo tuvo a cargo de la acusación junto a su colega Francesco Paolo Giordano (en la apelación, en cambio, fue apoyado por Antonella Sabatino, ndr) gracias al cual, tras un doble veredicto de la Corte de Casación del 30 y 31 de mayo del 2002 y el 18 de septiembre del 2008, se condenó en forma definitiva a 37 mafiosos, con 29 cadenas perpetuas, entre miembros de la Cúpula, acusados de haber decidido la masacre y autores materiales.
Sin embargo, pocos recuerdan las tensiones que rodearon a ese proceso.
El 2 de junio de ese año, pocos días después de haber solicitado las sentencias, el magistrado, en ese entonces de 32 años, escapó de un atentado mientras estaba de vacaciones con su novia en Maratea, en la playa del "Macarro", en Basilicata.
Querían matarlo con un fusil de dos caños y un arma corta.
Los sicarios, dos hombres con el rostro cubierto por un casco de motociclista, se habían apostado en una arboleda.
Fue uno de los carabineros que lo escoltaban quien notó los "extraños movimientos" en la vegetación.
Temiendo por la vida del magistrado, subió por un pequeño camino hasta que se encontró frente a los dos asesinos, equipados con una motocicleta "Enduro" roja, sin matrícula y con el motor en marcha listo para escapar.
Al principio, el militar les ordenó a los dos desconocidos que se detuvieran. Luego disparó dos tiros al aire cuando uno de los dos motociclistas le apuntó con el fusil. Inmediatamente los dos asesinos huyeron a bordo de la motocicleta por un camino secundario de tierra con acceso a la autopista, perdiéndose todo rastro de ellos.
La Fiscalía de Potenza investigó ese atentado por los presuntos delitos contra personas no identificadas de posesión y porte abusivo de armas y resistencia a funcionarios públicos.
Al solicitar el archivo del expediente al juez de instrucción, el fiscal identificó claramente el contexto de ese proyecto de muerte, destacando que no había duda de que "la conducta de los dos jóvenes de identidad desconocida tuvo como objetivo lesionar la integridad física de la persona del Dr. Tescaroli".
En el documento también se recordaron otros episodios de amenazas recibidas por el magistrado, con 'advertencias' que incluso habían sido transmitidas al padre, por lo que se estableció con certeza que el magistrado era el blanco de los atacantes debido a su compromiso como magistrado de la Dirección Distrital Antimafia (DDA) de Caltanissetta, en investigaciones y juicios contra personas acusadas de pertenecer a organizaciones criminales de tipo mafioso siciliano, como Benedetto Santapaola, Giuseppe Madonia, Antonio Ferro y contra los presuntos protagonistas y autores de las masacres de Capaci y via d'Amelio en Palermo.
Casi treinta años después de las masacres es necesario recordar ese proyecto de muerte, teniendo en cuenta que Cosa Nostra nunca olvida y para que no vuelvan a ocurrir hechos similares.
Y es cierto que Luca Tescaroli, con su profesionalidad y sus intuiciones, representa a una de esas figuras del poder judicial que, como Nino Di Matteo, Giuseppe Lombardo, Roberto Scarpinato, Sebastiano Ardita, Nicola Gratteri y otros, no se conforman con solo parte de la verdad.
Un compromiso que el fiscal adjunto de Florencia ha demostrado a lo largo de su historia.
Basta pensar en las investigaciones que abrió sobre los agujeros negros del atentado a Falcone, que nos hicieron pensar cada vez más en la participación de círculos de poder externos a Cosa Nostra.
Y fue siempre él quien siguió, en primera y segunda instancia, el juicio del fallido atentado de Addaura contra Giovanni Falcone (ya en 1989, para Cosa Nostra, debía morir). Proceso que terminó con las condenas de los jefes Totò Riina, Salvatore Biondino, Antonino Madonia, Vincenzo y Angelo Galatolo.
Además, Tescaroli, junto con su colega Nino Di Matteo, investigó a Silvio Berlusconi y Marcello Dell'Utri en Caltanissetta (registrados en el expediente con los nombres de "Alfa y Beta") como posibles autores intelectuales externos de las masacres.
Esto sucedió gracias a las declaraciones del arrepentido Salvatore Cancemi, fallecido en el 2011, quien fue el primero en hablar de contactos directos entre los dos políticos de Forza Italia y los líderes de Cosa Nostra.
Pocos recuerdan que en la investigación sobre el ex senador y el ex primer ministro, Di Matteo y Tescaroli fueron dejados solos, con una desconexión de hecho con el resto de la fiscalía de Caltanissetta.
Una investigación que terminó con el archivo por parte del juez de instrucción Tona, pero en la que quedó escrito que "los documentos del expediente han demostrado sobradamente la existencia de diversas posibilidades de contacto entre hombres pertenecientes a Cosa Nostra y exponentes de grupos societarios controlados de diversas formas por los hoy indagados (Berlusconi y Dell'Utri)".
En Roma, como fiscal adjunto, Tescaroli realizó una importante investigación sobre el asesinato del banquero Calvi, ahorcado el 18 de junio del '82 en Londres bajo el puente de los Frailes Negros.
En el juicio por el asesinato del "banquero de Dios", entre 2007 y 2011, fueron absueltos Pippo Calò, Flavio Carboni, Ernesto Diotallevi (Banda della Magliana), Manuela Kleinszig y Silvano Vittor, este último implicado en la organización del último viaje de Calvi, pero se determinó que Roberto Calvi "fue asesinado" después de años en que se sostuvo la tesis del suicidio.
Pero es en la investigación bis donde se destacaron otros aspectos. Tescaroli pidió en 2016 el archivo del proceso que involucraba, por diversos motivos, a figuras como Licio Gelli (acusado de ser el organizador del crimen), el financiero suizo Hans Albert Kunz, Francesco Pazienza (militar, también condenado definitivamente por el colapso del Banco Ambrosiano), Maurizio Mazzotta (secretario de Pazienza), Enzo Casillo (brazo derecho de Raffaele Cutolo, asesinado en Roma siete meses después de la muerte de Calvi) y nuevamente Flavio Carboni, todos conectados, en la hipótesis de la acusación, en la fase ejecutoria del homicidio.
Una investigación que, según ha escrito la jueza de instrucción Simonetta D'Alessandro, "sostiene, sin embargo, una hipótesis histórica del asesinato difícil de superar".
¿Qué hipótesis?
Muy simple: "Una parte del Vaticano, pero no todo el Vaticano; una parte de Cosa Nostra, pero no toda Cosa Nostra; una parte de la masonería, pero no toda la masonería y, en una palabra, la cercanía de niveles superiores en una fase estratégica de la política exterior, que quemó capitales que, según los arrepentidos, eran de origen mafioso. No se pudo hacer más". En consecuencia, se concluyó que la Fiscalía había "hablado de manera creíble de un sistema económico integrado, proyectando presencias simbólicas en el escenario delictivo: Calò que es Cosa Nostra, de Bontate a Riina; Diotallevi y Casillo, que son de la banda de Magliana y la nueva Camorra organizada, ambas asociaciones al servicio de la mafia corleonesa; Pazienza y Mazzotta, que son del Sismi; Gelli, Carboni y Kunz de la P2, Marcinkus del IOR, que es Sindona, que es Calvi".
Y luego, una vez más, Tescaroli estuvo entre los fiscales que se ocuparon de la investigación de la "Mafia Capital".
Hoy, Luca Tescaroli continúa lidiando con las masacres como fiscal adjunto en Florencia, y tiene a cargo, junto al fiscal Luca Turco, las investigaciones sobre los autores intelectuales externos de las masacres de 1993.
Por eso se lo puede considerar una figura incómoda, tan incómoda como la investigación que tiene a los "habituales" Silvio Berlusconi y Marcello Dell'Utri inscriptos en el registro de sospechosos.
También por esta razón, Luca Tescaroli sigue siendo una de las figuras de mayor riesgo dentro del poder judicial. La investigación archivada en octubre de 1997 no reduce los riesgos para su persona.
Así como para los demás magistrados, agredidos, deslegitimados y aislados.
El problema, lamentablemente, es que nuestro país está en manos de un sistema criminal integrado interno. Hasta que sea desenmascarado y juzgado, hasta que la ciudadanía tome conciencia y exija justicia y verdad, la nuestra es una historia destinada a repetirse.
*Foto de Portada: Reelaboración gráfica de Paolo Bassani