Y sus teorías son verdaderamente imperdibles, además que teoremas improbables. Según su brillante tergiversación de los hechos, que sibilinamente reelabora el dato cierto de las falsas declaraciones de Scarantino*, la clave de interpretación de los atentados no concuerda, como la lógica querría, con el despistaje por parte del Estado, sobre el cual está investigando la Fiscalía de Caltanissetta. De hecho, ésto implicaría lo fastidioso que sería tener que admitir aquello que ya es evidente a los ojos de los ciudadanos con un mínimo de capacidades cognitivas: los atentados se encuadran en un proyecto político-mafioso bien preciso, que tiene una continuidad en la historia del poder y de la mafia, desde los albores de la República y que tenían como objetivo certero el asentamiento de una nueva fuerza política, capaz de garantizar ya no tanto las exigencias atlánticas, debilitadas por la caída del muro de Berlín, sino sobre todo un orden que tenía que ser moderado y que condujese a una cauta pero eficaz reforma de la Constitución.
En absoluto. He aquí la verdadera verdad, fruto de las límpidas diabólicas meninges.
Según Pomicino las bombas cesaron, no porque finalmente los mafiosos piensan haber encontrado el acuerdo que buscaban, sino porque los arrepentidos comenzaron a obtener los beneficios previstos por la ley a cambio de su colaboración. Y para Farina, ¿quién se equivocó en la gestión de Scarantino? atención ¡los magistrados!, no los funcionarios de la policía ya bajo investigación, que indagan hoy y no podrían hacerlo por un evidente conflicto de intereses. Extraño. No resulta que en Caltanissetta haya ninguno de los que investigaron sobre los atentados de Capaci y Vía D'Amelio en aquel tiempo, ¿de quién estará hablando acaso el señor “abedul”?
Luego está el teatrillo con Veltroni. Tratando de removerse las responsabilidades de la “negociación”. ¿Con quien dialogaba Totò Riina al sonar de bombas sobre la piel de dos de los mejores hombres de nuestro Estado, de valerosos servidores de las Instituciones y de inocentes indefensos? ¿Con la primera República que se derrumba? ¿Con la izquierda que gana a duras penas? ¿Con el partido construido a medida para Berlusconi por Marcello Dell’Utri, cremallera entre Cosa Nostra y un mundo político ya condenado por “concurso externo en asociación mafiosa” juicio en segunda instancia, a pesar de sus chanchullos entre masonería, P3, Opus Dei, política, negocios y círculos de toda especie?
Un gran dilema, no hay nada que decir. Queda claro que en todos estos años ninguno de los gobiernos de turno han establecido un verdadero, serio programa de lucha en contra de la mafia y la ha dejado convertirse en una potencia económica tal, como para ser la primera empresa de Italia, y de la cual no podemos prescindir con sus referentes cómodamente ubicados en el Parlamento. ¿Derecha, izquierda, centro? ¡Qué bufones!
Quisiera llamarlos gorilas, si no fuese por su mente conscientemente malvada que trata de confundir, ensuciar, despistar...
¿Entonces os preguntaréis dónde está la buena noticia?
Bien, me da que pensar en que si ese mismo poder que ha planeado los atentados se ha reducido a asalariar a estos personajes del currículum indefendible para defenderse con teorías abstrusas y aún más compromisorias para toda la clase política, realmente está en decadencia. Le ha quedado justo los últimos tiros si tiene necesidad de un Pomicino, que incluso la Camorra se ha quitado de encima, para adentrarse en los laberintos mentales más intrincados con tal de esconder lo podrido debajo de la alfombra que ya está muy raída.
Por lo tanto a pesar del disgusto instintivo de la inteligencia obligada a leer estas patrañas, podemos consolarnos.
Se está desgranando el sistema nacido de la sangre de los atentados y si bien el camino hacia la verdad todavía sea largo y arduo, podemos empezar a esperar que al menos desaparezcan de nuestros pobres ojos estas caras horribles.
*Vincenzo Scarantino, se autoacusó del robo del coche usado en el atentado de Via D’Amelio.
*Renato Farina, acusado de estar a sueldo de los servicios secretos como agente Betulla (Abedul),