Es por ello que después de las próximas elecciones el mismo movimiento ya se ha dado cita a Roma, para manifestar en contra del Proceso Breve. El proyecto de ley pensado para sacar de la “parrilla” los problemas judiciales de un solo hombre (Berlusconi), en perjuicio de tantos procesos por abuso, mala vida, incumplimientos o, empezando por el del desastre del 6 de abril de 2009 (terremoto de L'Aquila), los cuales ya no verán justicia.
“De hecho, hasta hoy – ha dicho Daniela Rombi, madre de Emanuela – la chica que murió en el accidente del tren de Viareggio (cuyo cuerpo estaba quemado en un 98%) - en el accidente hubieron 32 víctimas, pero todavía no han indagado a nadie. A pesar de que las casas no contaban con el muro de protección, varias veces hemos oído responder que las líneas de Ferrocarriles italianas son las mejores y más seguros de Europa”. Ha llegado el momento en el cual las instituciones tienen que dar una señal de interrumpir ese intrincado y perverso sistema de poder que ha permitido que se produzcan graves e imperdonables irregularidades. De hecho después de que varios estudios oficiales realizados repetidamente desde 1995 hasta el año pasado, habían dado por cierto que un gran terremoto afectaría a L'Aquila antes de 2015, clasificando la zona con alarma uno, no se hizo nada. Sin dar la mínima atención al enjambre sísmico, que pre anunciaba la tragedia, la población no fue advertida y el geólogo Giuliani fue etiquetado de catastrofista y entonces se pregunta el padre de un chico muerto bajo las ruinas “¿para qué sirve la protección civil?”. No se critica el trabajo de asistencia de los bomberos, quienes aquí al contrario, son considerados como héroes sin medalla, pero se puntualiza una situación que podría haber sido evitada con un poco de sentido común, eficiencia y sobre todo de voluntad. En cambio ahora L'Aquila llora sus muertos en una ciudad espectral que vive constantemente el trauma de esa noche en un presente suspendido al cual le fueron arrancadas las raíces, mientras surgen los fragmentos de una escucha telefónica en el ámbito de la investigación sobre las “grandes contrataciones”, donde la misma noche del terremoto dos empresarios ríen contentos por la idea de hacer nuevos negocios después del terremoto. Es de frente a tales conversaciones que el desaliento y el sufrimiento humano de tantos padres, se han transformado todavía más en sed de verdad. Y es por ello que no detendrán su lucha contra esos políticos y empresarios que han tenido grandes responsabilidades en estas gravísimas tragedias. “Sin justicia no puede existir legalidad”. Un concepto que muchos han reafirmado, como la madre de Davide Centofanti, que desde el palco ha dicho que para afrontar el dolor ha tenido que recurrir al secreto de la conciencia, que desde hace demasiado tiempo estaba adormecida en el buen vivir de una vida transcurrida con indiferencia. Hoy la muerte de Davide, como la de todos esos chicos, es un llamado a la participación directa y activa contra ese fenómeno que Paolo Borsellino enfrentó hasta la muerte, el cual se llama corrupción. Una de las principales enfermedades de nuestro sistema político y “democrático”, que gracias al compromiso moral, a la contigüidad y por lo tanto a la complicidad fagocita todo aquello que de honesto y sano queda en éste País, contaminando y asesinando el fresco perfume de libertad que pertenecía precisamente a esas jóvenes vidas destrozadas bajo los escombros de una escuela, en su casa o en los alojamientos de una universidad que a este punto está devastada.
Galería fotográfica de la manifestación: http://www.antimafiaduemila.com/content/view/25944/78/
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