Mi fe cristiana me impone no juzgar a la persona, pero si a una acción que considero de particular gravedad.
Leyendo esta carta no he podido hacer menos que, experimentar una sensación de que las palabras del Jefe de Estado puedan resonar en los oídos de todos los ciudadanos italianos y sobre todo de los jóvenes, que ahora se acercan al mundo de la política, como una peligrosa instigación al delito.
De hecho, según el más alto cargo del Estado, tendrían que sentirse autorizados a cometer todo tipo de robo, de latrocinio, de saqueo en desmedro de los propios conciudadanos, con la certeza de que al final todo, o en parte, les será perdonado. No solo eso, sino que incluso será exaltado su talento, si saben ser “grandes estadistas”, como lo ha sido Craxi. Y no importa si ha estafado, si ha ejercitado una política nefasta “la figura en su conjunto” – como ha dicho Napolitano – “no puede ser sacrificada”. Frente a estas vergonzosas palabras un Parlamento sano debería pedir el impeachment. El inmediato alejamiento de ese Presidente de la República que, pisando los mismos principios de la Constitución que ha sido llamado a proteger y a garantizar, instiga a los futuros jóvenes líderes políticos a delinquir.
Lo que quiero creer es que esta instigación es inconsciente. Que ha sido hecha en buena fe. Porque solo una total inconsciencia puede justificar una hipocresía tal y puede haber impulsado la mano de Napolitano a escribir ésta notoria misiva.
Pero mientras tanto le digo al Presidente que ya no me siento más italiano. Que quiero ser exiliado de una patria que no me pertenece. A pesar de que amo Italia, a pesar de que amo mi tierra, Sicilia, pero no me siento representado por el más alto cargo de nuestras instituciones.
El año pasado nosotros de ANTIMAFIADuemila pedimos una audiencia al Presidente de la República, para compartir con él nuestros futuros proyectos, si bien son modestos, a favor de la legalidad, en la lucha contra todas las mafias. La secretaría personal nos respondió, solicitando que esperemos y asegurándonos que Napolitano era solidario con nuestros proyectos. Después de esta absurda carta, retiramos oficialmente nuestra solicitud. No queremos reunirnos con un Presidente que rehabilita “la figura de Bettino Craxi en su conjunto". Uno de los más grandes ladrones y delincuentes que jamás haya tenido Italia.
Es cierto que observando el desalentador escenario mundial comprendo que este alto cargo se alinea perfectamente con el poder que domina el mundo. Y que pasa a través de la alta finanza, de la gran economía, así como puntualmente ha sido explicado en el artículo de nuestro amigo Giulietto Chiesa, que aparece aquí como un adelanto y que será publicado en el próximo número de la revista ANTIMAFIADuemila.
Leyendo sobre estos temas ciertamente se pone la piel de gallina. Porque está claro que el instinto del delito, de la estafa, del robo, está en el ADN de todos aquellos que tienen al mundo entre las manos. Y que han hecho de la ilegalidad un no-valor.
Pero nosotros nos sentimos distintos.
Nosotros pertenecemos a esa fila de “pobres ilusos”, y no son pocos, quienes todavía viven de “conceptos superados”. Que desearían la igualdad para todos, los derechos para todos, que no aceptan las injusticias de un mundo en el que cada 3 segundos muere un niño de hambre.
Un mundo que se encaminará hacia la autodestrucción si no se regresa lo antes posible a un nuevo sentido moral. Sin peros que valgan.

19 de Enero de 2010