Domingo 6 Octubre 2024
“¡Cuando sucedió el atentado de Vía D’Amelio mi padre se sintió responsable!” – Explica al Tribunal, respondiendo a las preguntas del fiscal Di Matteo -. Había entendido que continuar con la negociación, incluso tratando de ablandar las solicitudes hechas por Riina, así como le había pedido el señor Franco y el mismo Provenzano, había tenido un efecto devastador.
De hecho Riina aprovechó esa apertura para desencadenar su delirio de omnipotencia, instigado en este proyecto suyo por un sujeto, o una entidad que Don Vito, hablando con su hijo años después, lo había nombrado como “el Arquitecto”.
Pero a ese punto, según la declaración de Massimo, el padre decidió tomar en sus manos la situación y actuar como hubiera querido desde el comienzo, convencido de que no había ninguna voluntad verdadera de negociar, por parte del jefe de Cosa Nostra.
Con el único objetivo de obtener beneficios carcelarios y sobre todo de mitigar las medidas de prevención, Ciancimino decidió convencer a Provenzano de que la mejor solución para todos, para Cosa Nostra, para Provenzano y para los eternos equilibrios, era la de aprovechar el canal establecido con los carabineros para reconducir a Riina a la razón de la única manera posible: quitándolo del medio.
Después de muchas conversaciones, continúa el testigo, necesarias para llevar a su paisano hacia una decisión “que no estaba en su naturaleza”, Provenzano consintió que se realizase el plan de Ciancimino.
Por lo tanto Don Vito le ordenó a su hijo que contactase al capitán De Donno. El 25 de agosto de 1992 retomaron el diálogo, esta vez con una finalidad precisa: entregar a Riina.
El capitán de los carabineros le hizo llegar al viejo alcalde, registros de usuarios de viviendas y sobre todo una serie de planos de la ciudad de Palermo.
Massimo se los llevó a su padre y él le hizo fotocopiar solo dos, en hoja A3, con la zona que comprende desde Baida hasta la calle Leonardo Da Vinci. El joven Ciancimino parte con destinación a Palermo para entregárselos a Provenzano. Él es el único que puede ser capaz de señalar con precisión donde se encuentra su gemelo imprudente que está arruinando un trabajo de años.
Obviamente de toda esta tramitación también estaba informado el señor Franco, que seguía todas las maniobras como una sombra omnipresente.
Pero cuando estaba por concretarse la entrega de los planos con todas las referencias, Don Vito fue arrestado, la motivación de la reinstauración de la custodia cautelar es su solicitud de poder tener el pasaporte, que hacía temer su posible intento de fuga.
Entonces Ciancimino pidió explicaciones a De Donno, quien juró no saber nada y prometió que iba a hacer lo posible para remediar la situación.
Algunos días después Massimo recibió una llamada telefónica de su padre, desde la cárcel, a través del teléfono del capitán y le ordenó que le entregase la documentación a De Donno, cosa que efectivamente sucedió.
Después de poco menos de un mes, el 15 de enero, Riina fue capturado.
Pero Massimo precisó que le fue reconocido “el valor de las armas”, ni su familia, ni sus documentos fueron tocados. “Es una señal como para hacerle entender a Riina que no se trataba de una verdadera traición, sino más que nada de una acción necesaria para volver al tiempo de la ‘cohabitación’. Casi como para salvarlo de sí mismo”.
Dejar marchar con toda calma a la familia es además una señal de respeto hacia el jefe, depuesto por causas de fuerza mayor y de las antiguas reglas de Cosa Nostra y es sobre todo una cláusula que Provenzano y Ciancimino pretendían en su acuerdo con los carabineros y con el señor Franco. Y así fue efectivamente.
Don Vito desde la cárcel, recuerda siempre al hijo, observa su plan y reivindica su paternidad, pero también se da cuenta de que ha sido traicionado y de que le ha sido tendida una trampa. El hecho de pedir el pasaporte, solicitado por Provenzano y garantizado por los carabineros, fue el pretexto para su detención. Un mensaje muy claro, según su opinión.
Solo recientemente, entre el año 2000 y 2002, cuando padre e hijo decidieron escribir juntos un libro, sobre todos esos acontecimientos, el poderoso Ciancimino, que ya estaba viejo, enfermo y reducido a una silla de ruedas, debido a un ictus que lo dejó inválido, le reveló a Massimo quien era el nuevo referente del pacto entre mafia y Estado. Y el testigo, a la precisa pregunta del fiscal, no tiene ninguna dificultad para responder con certeza: es Marcello Dell’Utri.
¿Y cómo fue este nuevo escalofriante diálogo?
Directamente. Provenzano habla directamente con Dell’Utri.
A cambio de un acuerdo que le garantizase su calidad de prófugo, Provenzano se comprometió a reconducir a Cosa Nostra hacia su cauce principal, el de los negocios, el de la política y de los favores.
Ahora habría que aclarar de parte de quien Provenzano puso como condición a Brusca, a Bagarella, a
Matteo Messina Denaro y a toda el ala violenta y vengativa, que trasladen los atentados “en la península italiana” a Florencia, Roma y Milán, con un fin cada vez más desestabilizador.
Massimo Ciancimino no ha hablado de esto, al menos no por ahora, por lo que podemos saber.
A lo largo de cuatro horas respondió lúcidamente a todas las preguntas que le hizo el fiscal, varias veces ha querido ser más preciso, siendo reprendido por el presidente del Tribunal para que no divagase tanto, en la mayoría de los casos precisiones relativas a documentos que recibió como una herencia incómoda de su padre y que ya entregó a la Fiscalía de Palermo.
El análisis de los llamados “pizzini” intercambiados entre su padre y Provenzano comenzó con el interrogatorio del fiscal Ingroia y proseguirá el próximo lunes 8 de febrero.