Y añadiría, de la parte que causa la ofensa, el pacto mortal entre Berlusconi y la Lega Nord (partido político italiano), el uno que le protege la espalda al otro. Y que quieren ir hasta el fondo.
Y la tonta y miope realpolitik neocentrista de De Benedetti, que fotografía el penoso estado de la así llamada burguesía iluminada italiana.
Creo que se debe ser extremadamente realista.
Vencer esta partida mortal, con este tipo de protagonistas, de otra forma será difícil.
Han pasado cuatro años del referendum del 2006. En ese entonces la opinión pública democrática derrotó un intento de Federalismo, incluso sin y contra los partidos de la izquierda (todos).
Yo pienso que esa opinión todavía exista y se mantenga. Y que sea la mayoría del país.
Es decir, afirmo que la narración berlusconiana de Italia sea falsa.
Pero desde entonces el desmembramiento y la irrelevancia de la izquierda se han agravado y profundizado.
Por lo tanto se tienen que individualizar las formas de la batalla en estas condiciones. Que imponen dos tareas que tienen tiempos distintos.
Uno es la urgencia de construir una trinchera común. De construirla más allá de las diversidades estratégicas, tácticas y personales. Individualizando enemigos y amigos.
Quien ceda sobre el terreno de las así llamadas “reformas compartidas”, debe ser considerado como un adversario. No por nada Berlusconi y Calderoli (de la Lega Nord) aplaudieron a Napolitano en el Teatro “La Scala” de Milán. El PD se prepara para negociar. No todo.
Aquellos que no negocian son amigos. Los demás están con el enemigo.
Una parte de la opinión pública democrática se queda mirando y no entiende nada. Es necesario ayudarla para que comprenda. Que cada uno haga su parte, pero nosotros estamos fuera del parlamento y sólo podemos movilizar a esas partes de la opinión pública con la que llegamos a tener un contacto.
Vuelvo a pedir a todos los componentes de la intelectualidad, del sindicalismo, del periodismo y del espectáculo, de reunirse alrededor de una mesa para decidir procurarse inmediatamente un instrumento para hablar con la opinión pública democrática y para movilizarla. El programa “Rai por una noche”, debe convertirse en una cita para todos los días. Aunque sea por una hora al día.
Este es el único paso político realizable, posible. Quizás incluso decisivo.
No afrontarlo significa asumirse una responsabilidad decisiva para el resultado de los enfrentamientos.
Pido a la Federación Nacional de la Prensa que llame a esta unión.
Otras convergencias no son practicables en esta fase. Y es inútil, según mi punto de vista, proponer carteles de viejos partidos, fuera y dentro del parlamento.
No se formarán y perderemos tiempo.
Lo segundo que se debe hacer es darse cuenta de que nuestra total irrelevancia deriva de la incomprensión de la crisis general del mundo y de la imposibilidad de reactivar el desarrollo. Es un tiempo más largo, pero será mucho más largo, cuanto más tarde comencemos. Se trata de los contenidos de una alternativa de sistema.
No se podrán construir alianzas políticas, si no se encuentran contenidos comunes. Los contenidos comunes se encuentran si se organiza una búsqueda común y no se define un preciso orden del día para llevarla a cabo.
Hay dos periódicos independientes que cubren las dos áreas decisivas y activas de la opinión pública democrática y pueden, sin suscitar sospechas, hacerse promotores de una unión de fuerzas, capaces de afrontar la primera y la segunda tarea: son los periódicos «Il Manifesto» e «Il Fatto».
Propongo que se hagan cargo.