– o bajo pedido del – gobierno americano y llevados a prisiones secretas, fuera de Estados Unidos, antes de ser finalmente trasladados a Guantánamo, y ser torturados en todas ellas. (AFP/ 09 de diciembre de 2010).
Las cinco víctimas son un egipcio, un italiano, un yemení, un iraquí y un etíope, los últimos dos son residentes legales en Gran Bretaña y son defendidos por los abogados de la Asociación Americana por la Defensa de las Libertades Civiles  (ACLU).
La Corte de Apelaciones de San Francisco deliberó con un voto de estrecha diferencia, 6 contra 5, el rechazo de la solicitud de las 5 víctimas, aduciendo el predominio del secreto de Estado sobre cualquier otra consideración legal.
Ahora las 5 víctimas han apelado contra esa decisión a la Corte Suprema, la cual tendrá que deliberar en mérito a ésta, pero que también podría rechazar el dossier.
Estamos frente a una decisión de enorme relevancia, la cual influirá en muchos aspectos a las relaciones internacionales y a la situación política interna de los Estados Unidos.
El Presidente Obama, repetidas veces ha demostrado no querer permitir que la justicia americana e internacional persiga a los responsables de las gravísimas violaciones de las leyes internacionales y de la misma Constitución de los Estados Unidos, perpetradas por la Administración que lo precediera. El obstáculo que se interpone es siempre el mismo “el secreto de Estado”.
Una actitud tal es mucho más injustificable, moral y políticamente, cuando se recuerda que ya sea el ex Presidente Bush como el ex Vice Presidente Cheney, han reconocido públicamente haber autorizado, directa y personalmente, la utilización de la tortura contra los prisioneros de la “guerra al terrorismo internacional”. Es decir que los jefes máximos de los Estados Unidos han admitido haber violado la Convención Internacional en contra de la tortura, cometiendo así un crimen contra la humanidad que no admite prescripción.
Las “extraordinary renditions” han sido reconocidas como ocurridas, por las autoridades americanas y fueron severamente condenadas por la resolución del Parlamento Europeo del 2008, votada al final de las actividades de una Comisión Extraordinaria del mismo Parlamento, que trabajó por más de un año sobre los materiales de investigación que habían permitido individualizar las responsabilidades y las complicidades de diferentes gobiernos y servicios secretos europeos.
Hago un llamado a las asociaciones en defensa de los derechos civiles, a la comunidad jurídica internacional, para que no se deje perpetrar, permaneciendo en silencio, un ulterior acto de violación de los derechos humanos.
Luego de 10 años no se ha celebrado en los Estados Unidos contra los presuntos responsables de los atentados del 11 de septiembre de 2001. El único proceso, anunciado, pero de hecho jamás iniciado, contra Khaled Sheikh Mohammed, no puede comenzar porque el imputado fue sometido a torturas y por lo tanto toda la instrucción a su cargo está privada de todo valor jurisprudencial.
Igualmente privadas de todo valor son las conclusiones de la Comisión de Investigación sobre el 11 septiembre, expresadas en el informe final “9/11 Commission Report”, basado en gran parte en las mismas  confesiones de Khaled Sheikh Mohammed y de otros, todos repetidamente sometidos a torturas padecidas en diferentes cárceles secretas, situadas en Afganistán y en otros países, entre ellos europeos, y que continuaron después de Guantánamo.
En estas condiciones el secreto de Estado constituye una cobertura que al final es demasiado transparente, de prácticas criminales que ponen en peligro la misma convivencia internacional.
La Corte Suprema de los Estados Unidos no tiene que poder decidir bajo el vacío neumático del silencio internacional. Si los Estados Unidos no son capaces de imponer el respeto de sus mismas leyes por parte de los poderes del Estado, la comunidad internacional debe ejercer sus prerrogativas legales desde fuera e imponer su legitimidad superior.

Giulietto Chiesa,
Presidente de Alternativa, ex Diputado del Parlamento Europeo
Extracto de: Megachip.info