No se debe deslegitimar al fiscal Di Matteo

Por Giorgio Bongiovanni-20 de julio de 2018

El hecho de la jornada, en la víspera del aniversario de la matanza de Via D'Amelio, es que la Comisión Antimafia Regional, presidida por Claudio Fava, quiso escuchar a la hija del juez, Fiammetta Borsellino, en la primera de una serie de audiencias que serán llevadas a cabo para investigar en profundidad los hechos de lo que en las motivaciones del proceso Borsellino quater ha sido llamado "uno de los más graves desvíos investigativos de la historia judicial italiana". A 26 años de distancia estamos de acuerdo en que subsisten muchas interrogantes, algunas muy inquietantes, que no tienen todavía una respuesta sobre lo que ocurrió en ese trágico 1992 y la pretensión de verdad y justicia debe llevarse adelante con fuerza y decisión. Después de la audiencia, sin embargo, nos sorprendimos al saber que Fiammetta Borsellino, hablando a los comisarios, dijo que ante la necesidad de su familia de conocer la verdad, ha sido de mucha importancia el trabajo de los abogados Pino Scozzola y Rosalba Di Gregorio, que defendieron a algunos de los prisioneros injustamente condenados por las declaraciones de Scarantino, que se había constituido en parte civil. Por lo tanto, serían ellos los "consultores" a quienes los hijos de Paolo Borsellino, asesinado por la mafia, acudieron en la búsqueda de la verdad. Dos abogados que incluían entre sus defendidos a los sujetos que participaron de las masacres de Capaci y Via d'Amelio, dos ataques y crímenes atroces.

El abogado Di Gregorio no es solo el defensor de una de las víctimas de las mentiras del falso arrepentido Vincenzo Scarantino (Gaetano Murana, ndr) sino que también ha sido el abogado del jefe corleonés Bernardo Provenzano y también del jefe de Santa Maria del Gesù, Pietro Aglieri, ambos miembros de la cúpula de Cosa Nostra y condenados a varias cadenas perpetuas en forma definitiva, también por la masacre de via d'Amelio.

Giuseppe Scozzola, sin embargo, en el proceso Borsellino quater asistía en la parte civil a Gaetano Scotto (también condenado previamente por la matanza de Via D'Amelio, posteriormente absuelto en el proceso de revisión). Gaetano Scotto es una figura ambigua, un jefe de Acquasanta, hoy en libertad, que los arrepentidos señalaron como el enlace entre los líderes de Cosa Nostra y el entorno de los servicios de inteligencia desviados, y que figura entre los indagados por el trágico y misterioso homicidio de Antonino Agostino y su esposa Ida, el que tuvo lugar el 5 de agosto de 1989. No hay nada que decir acerca de la legitimidad de los abogados en el ejercicio de su profesión. Y es indudable que en la época de los primeros procesos por la matanza de Via D'Amelio, la abogada Di Gregorio, junto con sus otros colegas, había criticado con dureza la versión "oficial" de Vincenzo Scarantino. Pero está claro que ciertas cosas despiertan en nosotros más de una pregunta ante la elección de los hijos de Borsellino. ¿Es posible que algo así ocurra 26 años después? ¿Es posible que todo se convierta en legítimo para justificar una elección que parece contradictoria a la luz de las responsabilidades que ciertos sujetos tenían dentro de Cosa Nostra, así como en la matanza de via d'Amelio? ¿Es posible que nadie, entre los intelectuales y el mundo de la prensa, se pregunte a sí mismo o cuestione sus propias perplejidades?

Es obvio que el dolor debe ser respetado y que el enojo es legítimo para aquellos que han perdido un familiar de una manera tan impactante y trágica sin recibir respuestas adecuadas sobre lo que sucedió. Pero, siguiendo la lógica de la ética, también existe el riesgo de un mecanismo perverso por el cual, en lugar de presionar al poder judicial, a los investigadores, a la política o al Estado para que busquen a los cómplices de los asesinos que destruyeron los edificios de vía d'Amelio y que masacraron a Borsellino y a los agentes de su escolta, se trata de castigar a los magistrados que, como Nino Di Matteo, en estos años de actividad siempre han buscado la verdad sobre los instigadores externos de las masacres y las sucias negociaciones entre la mafia y el Estado. Di Matteo, hoy Fiscal Nacional Antimafia, se ocupó solo marginalmente de las investigaciones que luego resultaron en el "Borsellino bis" (donde entró en el debate ya comenzado, ndr).

Por el contrario, instruyó desde el principio la investigación sobre el "Borsellino ter", la sección dedicada a determinar las responsabilidades internas y externas a Cosa Nostra, lo que condujo a la condena de todos los jefes de la Comisión Provincial y Regional.

Di Matteo es ese magistrado que, junto con su colega Luca Tescaroli, en los años siguientes condujo investigaciones muy delicadas sobre Bruno Contrada, por concurso en la masacre, y para aclarar si el ex número 2 del SISDE (Servicio de Información y Seguridad Democrática, ndt) había estado presente en via d'Amelio ese día.

Es una hipótesis que se sondeó al incriminar al entonces oficial de policía Roberto Di Legami, quien reveló esa información a dos de sus colegas: Umberto Sinico y Raffaele Del Sole, en ese momento bajo el ROS (Grupo Operativo Especial, ndt). Quien sacó a relucir todo el asunto fue el teniente de Carabineros Carmelo Canale, colaborador cercano de Paolo Borsellino, juzgado y luego absuelto por el cargo de concurso externo en asociación mafiosa. Sin embargo, la reconstrucción provista por todos estos oficiales nunca ha coincidido y entre los "no recuerdo", las retractaciones y las negaciones han establecido una lápida sobre el tema. Bruno Contrada siempre sostuvo haberse enterado de la masacre (alrededor de un minuto después de la explosión según los cálculos) mientras se encontraba en mar abierto a bordo de la embarcación de su amigo Gianni Valentino, quien siempre ha confirmado su historia.

La supuesta confidencia de Di Legami a Sinico hablaba de un informe de servicio que atestiguaba la presencia de Contrada en Via D'Amelio, pero que fue destruido.

Y nuevamente, fueron Di Matteo y Tescaroli los que investigaron a "Alfa y Beta" (es decir, Silvio Berlusconi y Marcello Dell'Utri) como instigadores externos de las masacres, por las declaraciones del arrepentido Salvatore Cancemi. Una investigación archivada, hasta ahora, pero que podría tener nuevos desarrollos a la luz de los conocimientos adquiridos en los últimos 26 años, gracias a los elementos que surgieron durante el proceso de la tratativa Estado-mafia conducido por el propio Di Matteo junto a los fiscales Teresi, Del Bene y Tartaglia.

De estas acciones surge claramente que Di Matteo no tiene nada que ver con el desvío investigativo de la masacre de via d'Amelio, incluso alcanzarían las explicaciones que el Fiscal Nacional Antimafia ha proporcionado en el Borsellino quater y ante la Comisión Parlamentaria Antimafia.

Debemos ser conscientes de los hechos y por esta razón la elección de hoy de los hijos de Borsellino de confiar en ciertas figuras en la búsqueda de la verdad me deja desconcertado y confundido.

Y lo es también a la luz las declaraciones hechas por un colaborador de justicia, Salvatore Cancemi. El mismo Cancemi que hoy es presentado como el principal arrepentido que desmintió a Vincenzo Scarantino desde el principio.

El 13 de enero de 1995 en un "cara a cara" sin duda quedó revelada la inconsistencia del relato mafioso del joven de Guadagna. "Eres un mentiroso" - le dijo Cancemi a Scarantino - ¿quién te ha dado esta lección? ¿Quién te enseñó esta lección? Dinos la verdad, debes decir la verdad, pero ¿quién te conoce, pero quién eres tú? Pero, ¿quién te enseñó esta lección?" (...) "Estas palabras se las han puesto en la boca, le han dado una lección y ahora lo está repitiendo". Observaciones notablemente proféticas las de Cancemi. Pero en el Borsellino ter, el ex jefe de Porta Nuova emitió desconcertantes declaraciones: dijo que mientras estaba en la Corte de Palermo, un día, la abogada Rosalba Di Gregorio le indicó a una persona diciéndole que era parte de los servicios secretos y un contacto con uno de los tres jefes corleoneses fugitivos.

Cancemi explicó que el fugitivo al que se hizo referencia era Bernardo Provenzano. La propia Di Gregorio luego negó el incidente. Pero dado que Cancemi dijo la verdad sobre Scarantino ¿por qué no se investiga sobre el hecho de que Cancemi podría haber dicho la verdad sobre Di Gregorio? A la luz de estos hechos ¿quién es el que realmente protege la búsqueda de la verdad?

No nos damos cuenta que siguiendo esta metodología, señalando con el dedo sin distinguir las posibles responsabilidades de cada uno, también se deslegitima a aquellos magistrados que lucharon por la búsqueda de la verdad. Seguramente hubo responsabilidades de los investigadores y en el fondo se pueden ver también responsabilidades dentro del Poder Judicial (a partir de la anómala petición que el Jefe de Fiscales Tinebra le hizo a Contrada para que el SISDE investigue sobre el ataque en via d'Amelio), pero no se puede poner a todos dentro del mismo caldero. Para ello, el CSM (Consejo Superior de la Magistratura, ndt) debe abrir un archivo para proteger el trabajo y la profesión de los que, al igual que el fiscal Di Matteo, no tienen nada que ver con el desvío de las investigaciones y que, por el contrario, han hecho una contribución fundamental en la búsqueda de la verdad sobre las matanzas.

De otro modo, quedaría demostrado que la historia de Falcone y Borsellino no nos enseñó nada y que una vez más asistiremos al esquema perverso que conduce a la persecución, a la deslegitimación y al aislamiento del juez. Como si, veintiséis años después, nada hubiera sucedido.

Foto © Shobha