Se está desarrollando lo que es la última fase, que podría preceder al ataque militar de la OTAN contra Siria y producir la caída, con el correspondiente asesinato, del “sanguinario dictador” de turno.
Se trata de una operación que implica un enorme gasto  para la compra  de toneladas de armamentos y municiones cuyos destinatarios son los rebeldes del llamado Ejército Libre Sirio.
El organizador fue el “ex” David Petraeus, lo cual nos dice que Barack Obama no nos decía toda la verdad cuando quería hacerle creer a la opinión pública occidental que los Estados Unidos en realidad no estaban muy interesados en la caída de Bashar al-Assad. Es más, cuando afirmaba estar preocupado por la eventualidad de que la caída del régimen de Damasco pudiera provocar el inicio de la ruptura de Siria en una pequeña galaxia de sangrientas venganzas entre etnias, religiones, nacionalidades que ya están en ebullición y listas para vengar las injusticias padecidas en los últimos cuarenta años.
Pero en Washington ya se piensa que es mejor tener a los sunitas en el Gobierno de Damasco en lugar de los chiitas alauitas. Habrá algún degollamiento de más, es verdad, pero ya que el objetivo es el de fomentar el desorden y no el de poner orden, probablemente esta solución será más funcional. La misma incluso provocará problemas para Israel, que en sus fronteras se encontrará con otro Estado gobernado por fanáticos jihadistas. Pero a Israel se lo puede conformar de otra forma: con el vía libre contra Irán. También los turcos podrán tener algún problema por parte de los curdos sirios, que querrán unirse a los curdos iraquíes. Pero Recep Tayyip Erdoğan sabrá como ubicarlos como se merecen, unos y otros. En fin, el asunto está más que adornado para regalo. Lo único que falta es entregarlo al destinatario, que es el pueblo sirio.
En los últimos meses hemos sido espectadores de una comedia, cuyo guión era el de hacer creer que Washington era el moderador del enfrentamiento. Un poco como ocurrió a Libia con Kadafi: martirizada por Francia y Gran Bretaña, con – está claro –el apoyo logístico de la flota y la aviación de los Estados Unidos, pero de mala gana, con reticencia, solo por respeto hacia aliados bastante agresivos.
Ahora todo está claro. Está en marcha el inicio de la última fase. Que prevé una táctica lenta, no un blitzkrieg a corto plazo. Los comandos americanos y de la OTAN, en absoluta sintonía, ya han especulado que Bashar no está en condiciones de resistir indefinidamente. Lo dejan que se siga cocinando en su mismo caldo, que cada vez está más caliente. Rodeado por todas partes, únicamente con la afluencia (aunque dificultosa) de armas y hombres desde Irán, bajo un asfixiante embargo. Con Israel, que también se encuentra en una posición de aparente bajo perfil, pero que está encargado de controlar todo movimiento de medios y hombres desde el territorio libanés. Jordania, crucial punto logístico junto a Turquía; Arabia Saudita y Qatar en calidad de emisarios y financiadores locales; bases de la OTAN de tránsito y de almacenaje en los diferentes aeropuertos turcos, última etapa antes de la distribución a las formaciones armadas que actúan en territorio sirio.
Y todo esto mientras, paralelamente, los Servicios Secretos americanos, británicos, franceses, turcos, sauditas, israelíes; ya actúan con escuadrones de comandos, con especialistas en acciones terroristas, en las ciudades sirias que aún no han sido alcanzadas por el ejército de los mercenarios jihadistas.
También eran falsas las noticias que hacían creer en la renuencia americana en entregar armamentos más sofisticados y potentes. Ahora – publica específicamente el citado New York Times – se está pasando a la distribución de armas que permitirán un curso “más letal” a la guerra civil.
Sin prisa, naturalmente. Ya que hay que construir, mientras tanto, las etapas políticas que serán necesarias para los periodistas embedded de todo Occidente para la descripción de la agresión en términos de restauración de la Democracia en Siria.
En los últimos días en Estambúl asumió un gobierno sirio en exilio, compuesto por sirios emigrados a Norte América y a Occidente. Inmediátamente proclamado como “único gobierno legítimo”, en espera de ser trasladado a los nuevos despachos de Gaziantep, en las inmediaciones de la frontera turca-siria. Permanecerá allí hasta que los escuadrones armados de la OTAN hayan obtenido algún nicho relativamente seguro en territorio sirio, para que los Quisling puedan mudarse y, desde allí, empezar a lanzar sus proclamas de victoria.  
Por lo que se sabe este proyecto fue ilustrado recientemente en Roma, en una conferencia para especialistas llamada “United States, Europe, and the case of Syria” (Estados Unidos, Europa y el caso de Siria). El lugar fue el Centro de Estudios Americanos, el presidente del panel era Giuliano Amato, el principal orador era Frederic Hof, embajador estadounidense y hasta hace pocos meses jefe del equipo del Departamento de Estado que se ocupa del “caso Sirio”.
Si Bashar al-Assad llegara a interponerse – explicó Hof – ese simple hecho sería considerado como una oportunidad para intervenir en defensa del “legítimo gobierno sirio”. Si no llegara a querer o a poder intervenir entonces su área se extenderá gradualmente hasta llegar a Damasco. A ese punto Bashar o se escapa (siempre que logre hacerlo entre un atentado y otro; siempre que logre escapar de los generales desleales que, mientras tanto, habrán sido ya comprados a valor oro, o asustados a muerte por el destino de sus hijos y familiares) y se instaura el gobierno de los occidentales en Damasco, o bien tendrá lugar la carnicería final, perpetrada por los degolladores jihadistas después de que los misiles Cruise y los drones de la OTAN hayan arrasado las últimas infraestructuras defensivas, los comandos militares y los sistemas de comunicación.
Moscú, Pekín y Teherán, cada uno por su cuenta, no podrán hacer más que acusar recibo. Putin está haciendo sus cálculos y Xi Jinping no se quedará atrás. Pero ninguno de los dos podrá hacer mucho más que protestar ante el Consejo de Seguridad por la violación de las normas de la Carta de la ONU. Es una cuestión de táctica, ya que estratégicamente la batalla ya se ha perdido. Teherán tiene algunas otras preocupaciones. La desaparición de Bashar de Damasco será otra señal de que la presión sobre Irán se está incrementando. El viaje de Obama a Jerusalén dejó bastante satisfecho a Netanyahu. Conociendo sus planes no hay que quedarse muy tranquilos. El Ayatollah Khamenei, el Guía Supremo, en su último discurso enumeró a los peores enemigos de Irán, estableciendo un orden muy claro y preciso: en el primer lugar se encuentran los Estados Unidos, luego Gran Bretaña y Francia. Israel quedó en el cuarto puesto. Un downgrading que indica cómo en Teherán a Barack Obama no se le tiene muy en cuenta como un Premio Nobel de la Paz.
¿Cuánto tiempo será necesario para eliminar al último “Estado canalla” del Mediterráneo? Frederic Hof no lo ha revelado. Quizás ni siquiera él lo sabe todavía. Para este tipo de cosas hace falta paciencia. Mientras tanto continúa lo que un alto oficial estadounidense, que ha mantenido su anonimato, definió como una “cascada de armamentos”. Un verdadero puente aéreo de preparación para la guerra.
Muy probablemente al próximo Ministro de Exteriores le tocará la tarea de llevar a la guerra también a Italia en esta última aventura “democratizadora”.

http://www.megachip.info/tematiche/guerra-e-verita/10062-siria-comincia-lultimo-atto.html