Todo según una alquimia dictada por una perversa ley electoral pero que yo esperaba que pudiera ser desatendida en una lista que lleva como nombre la palabra Revolución y que declara que se inspira en la Sociedad Civil.
Y luego esa sensación de vacío, de algo que tendría que haber estado y que sin embargo no está.
Es cierto que, en casi todas las listas, está el nombre de un representante de la Sociedad Civil detrás del nombre de Antonio Ingroia y antes de los nombres de los políticos, así como él mismo había asegurado.
Pero los nombres de esos políticos, algunos de los cuales no habrían tenido ninguna posibilidad de quedarse o de volver al Parlamento si no se hubieran aferrado a esta balsa de salvataje, se encuentran repetidos casi obsesivamente en más de una circunscripción, para asegurarles una elección segura independientemente de la voluntad de los electores.
Y no hay ni un sólo nombre, ni uno, de los jóvenes del movimiento “Agende Rosse” (Agendas Rojas) que con tanto entusiasmo respondieron a la convocatoria para estar cerca suyo también en esta nueva y más difícil fase de su trayectoria en el camino de la Verdad y de la Justicia, en la que ha tenido que despojarse de la toga. Y es poco generoso decir que esos jóvenes no están porque rechazaron un lugar en la lista por haberlo considerado inadecuado, porque yo di muchos nombres, porque fueron muchos los que se ofrecieron, y muchos de ellos me habían dicho que les era suficiente con estar en la lista de la misma persona de la cual muchas veces habían invocado su nombre bajo las ventanas de la Fiscalía de Palermo. Claro que muchos eran nombres que no atraían votos, por más que no sea así exactamente para Lidia Undiemi, con un currículum en el campo económico y de derecho laboral absolutamente respetable, para Benny Calasanzio, periodista y escritor ya conocido y cuyo tío y abuelo, Giuseppe y Paolo Borsellino (omónimo del juez, ndr.) fueron asesinados en Sicilia por la mafia, para Luigi Furitano, a quien Agnese, la viuda de Paolo Borsellino, considera como un hijo.
No es absolutamente así para Pino Masciari, empresario calabrés y testigo y colaborador de la justicia, que ha sacrificado su trabajo, su vida, la de su mujer y de sus hijos, por su sentido del Estado y por amor por la Justicia.
Pino Masciari, que gracias a sus denuncias se han detenido a decenas de miembros de la ‘ndrangheta y de infieles servidores del Estado, ya no puede seguir viviendo en su tierra natal, en Calabria, pero habría estado dispuesto a presentarse como candidato en Calabria, afrontando este enésimo desafío.
Pero ni siquiera fue tomado en consideración, él es otro de los cuales no recibieron ni una llamada telefónica, y por lo que veo, repasando la lista, los calabreses no tendrán para elegir ni siquiera un representante de su tierra para que los represente en el Parlamento.
Tengo que tomar en cuenta todo ésto.
Pero tampoco puedo olvidar con qué entusiasmo leí y con cuanto entusiasmo adherí a la convocatoria de Antonio Ingroia, no puedo olvidar los 10 puntos de su programa con los que estoy en total sintonía.
No puedo olvidar que Antonio Ingroia ha arriesgado la vida y la sigue arriesgando por haber buscado obstinadamente la Verdad sobre los atentados del ’92 y ’93.
No puedo olvidar que contra él se han aliado aquellos poderes fuertes que han sacado provecho de dichos atentados y que pretenden seguir manteniendo oculta la Verdad.
No puedo olvidar que una presunta disociación de mi parte de Antonio Ingroia, la cual realmente nunca existió, fue utilizada para atacarme, para atacarlo y para atacar a los jóvenes de mi movimiento.
No puedo aceptarlo y por ello estoy dispuesto incluso a olvidar el feo episodio de una presunta candidatura mía, que nunca fue planteada, es más, que siempre rechacé con énfasis y por la cual tuve por mucho tiempo que reclamar una desmentida.
Es cierto, considero que esta primera fase del proyecto de Antonio Ingroia haya sido manejada de la peor manera, la elección de los compañeros de viaje no ha sido la que habría querido, ha faltado absolutamente el contacto humano en la gestión de las candidaturas. Todo ésto fue llevado a cabo impulsados por la necesidad de juntar las firmas para lo cual, en cambio, se habría podido fiar de esa sociedad civil que en pleno verano, durante la manifestación que surgió del llamamiento de una simple ciudadana llegó a juntar 150.000 firmas, a las cuales no se les supo dar un buen uso.
Pero el proyecto de Antonio Ingroia todavía tiene mucho camino por andar y yo no quiero y no puedo permitir que le falte mi apoyo.
Escucharé lo que la carta de Alessandra de Amsterdam y sus palabras dictaron a mi corazón:
“Antonio Ingroia podrá equivocarse y se equivocará de nuevo, porque no es, afortunadamente para nosotros, un político, pero de su buena fe no podemos dudar. Sólo permaneciendo unidos podemos ayudarnos recíprocamente a corregir nuestros errores”.
Escucharé al dibujante Vauro Senesi y a su mensaje de texto, inesperado, que me envió hace algunos días y que decía simplemente:
“Querido Salvatore, por favor no nos dejes solos. Un abrazo. Vauro”.
Este simple mensaje también me llegó directo al corazón y es por ello Antonio que no te dejaré solo.
Te pido simplemente que aprendas, si puedes, de personas como Alessandra y como Vauro a manejar mejor los contactos humanos. Esto es lo que necesitamos mis chicos y yo, no posiciones privilegiadas en las listas (tengo setenta años y para mi todos son chicos, incluso aquellos que tienen cincuenta años).
Tengo solo un pesar y es que se pueda expresar un único voto. Si pudiera expresar otro se lo daría a otra lista, una lista en la cual haya tantos de esos jóvenes que iban a gritar tu nombre el 19 de julio bajo a tus ventanas, o cuando te atacaban, de esos jóvenes que gritaban con nosotros “Di Matteo, Ingroia, Scarpinato, vosotros sois el verdadero Estado”, tantos como los que hubiera querido que estuvieran en la tuya.
La lista del “Movimento a 5 Stelle” (Movimiento 5 Estrellas).
Salvatore Borsellino
Uno de los puntos que compartimos del programa de “Rivoluzione Civile” (Revolución Civil) es el que tiene que ver con la lucha contra la mafia y es el que nos convenció inmediatamente de apoyar a Antonio Ingroia y a su movimiento político. Nosotros también queremos una “revolución civil para la legalidad” y una “nueva política antimafia” que como objetivo definitivo tenga “no solo la contención, sino la eliminación de la mafia, la que tiene que ser atacada en su estructura financiera y en sus relaciones con los demás poderes, comenzando por el político”.
Es precisamente por la confianza que tenemos en el ex magistrado que consideramos que sea posible alcanzar este objetivo. Italia es en todo sentido un país en guerra. Y lo está con uno de los enemigos más insidiosos y temibles: Cosa Nostra. Que a menudo anida en los despachos de la política, del empresariado, de la alta finanza e incluso del Vaticano. De todo eso Antonio Ingroia se ha ocupado en delicadas investigaciones sobre mafia y política, desde aquella denominada “Sistemas criminales” (contando con Roberto Scarpinato junto con Guido Lo Forte, Nico Gozzo y el mismo ex Fiscal como jueces instructores, hasta llegar a la de la “negociación” Estado-mafia (con el pool formado por Nino Di Matteo, Lia Sava, Francesco Del Bene y Roberto Tartaglia).
Por un momento, ante la decisión de Ingroia de entrar en la arena política, tuvimos temor de perder la “punta de diamante” de un pool de magistrados bajo constante asedio político-mediático. Pero inmediatamente después nos dimos cuenta de que magistrados integérrimos como Nino Di Matteo y sus colegas de todos modos habrían continuado ese delicado trabajo con aún más determinación. Por lo tanto tomamos conciencia del alto valor de la elección de Antonio Ingroia dirigida a llevar la batalla de justicia y verdad a los más impenetrables despachos de los edificios del poder. Y fue en este punto que comenzaron a materializarse vergonzosos ataques a su persona a nivel transversal, con una verdadera instrumentalización por parte de los medios de comunicación (y no sólo de ellos) de las declaraciones de Salvatore Borsellino en relación al ex magistrado. Durante el programa televisivo de Lucia Annunziata tuvimos que asistir al indigno espectáculo de un pseudo periodista servil al poder como lo es Alessandro Sallusti, quien se convirtió en una primera muestra del tipo de “tratamiento” hacia Ingroia que el sistema de poder le tiene reservado para detenerlo.
El objetivo criminal es exactamente éste: obstaculizarlo, debilitarlo y detenerlo. Por todos los medios posibles. Las críticas relativas a la composición de las listas de “Rivoluzione Civile” forman parte del principio sacrosanto de la Democracia. Más allá de la presencia en la lista de grandes nombres relacionados con el compromiso civil, varios representantes de la “base” fueron ubicados en posiciones con pocas posibilidades de ser elegidos, o incluso quedaron fuera de las listas.
Todo esto provocó el inevitable descontento de una parte de sociedad civil que durante todos estos años apoyó muchas batallas en defensa de Antonio Ingroia y de sus colegas comprometidos en una lucha desigual contra un Estado-mafia. Algunos exponentes del asociacionismo antimafia que dieron su disponibilidad a continuar ese compromiso desde las filas de “Rivoluzione Civile” se vieron superados por las lógicas de partido subordinadas a un sistema electoral digno de un Estado-canalla. Es una verdadera lástima. Pero frente a los errores que pueda haber cometido el mismo Ingroia en buena fe - dentro de un mecanismo político desolador que lo ha visto debatirse en tiempos récord bajo una fuerte presión – solo es necesario acusar recibo de ello para evitar que se puedan repetir, evitando divisiones estériles.
Hay que hacer frente común alrededor suyo para apoyar un proyecto que tiene todas las potencialidades como para estirpar ese cáncer que durante siglos ha desfigurado el cuerpo de nuestras instituciones. Probablemente no faltará algún que otro “Judas”, que después de haber entrado en el Parlamento a través de su lista pueda intentar ponerlo en dificultad con el fin de “librarse de él”.
El riesgo es real. La historia de esta humanidad está tristemente constelada por el sacrificio de muchos hombres justos que manteniendo la fe en el propio objetivo llevaron a cabo acciones “revolucionarias” muy a menudo incomprendidas, obstaculizadas o hasta incluso bloqueadas definitivamente. Y es precisamente por este motivo que es necesario tener bien claro que es lo que anima el compromiso de Antonio Ingroia: un muy alto valor que pertenece a todos aquellos que viven su propia vida y su propio trabajo con el espíritu de servicio incondicional y que siguen luchando para hacer realidad ese “sueño” de una sociedad más justa que ha aunado a todos los grandes hombres.
Giorgio Bongiovanni
y toda la redacción de Antimafia Duemila