Abriéndose paso entre la multitud Ingroia se acerca a los otros dos relatores: el periodista del periódico La Repubblica Salvo Palazzolo y el hijo de Lia Pipitone, Alessio Cordaro. Con el pretexto de presentar el libro escrito por los dos últimos “Se muoio, sopravvivimi” (Si muero, sobrevive sobre mi) y el manuscrito del magistrado palermitano “Palermo. Gli splendori e le miserie, l’eroismo e la viltà” (Palermo. Los esplendores y las miserias, el heroísmo y la vileza) se ha presentado la ocasión para dar el último saludo público a la ciudad de Palermo por parte del doctor Ingroia.
A principios de la próxima semana el alumno de Paolo Borsellino partirá, con un encargo de la ONU, para cubrir el rol de dirigente de una unidad de investigación especializada en la lucha contra el narcotráfico. El público en la sala le recibe con un largo aplauso. El cronista de Repubblica versa su discurso sobre la historia del homicidio de Lia Pipitone empezando por la necesidad de que una ciudad como Palermo “busque la verdad”, una ciudad “que ya no sale a la calle”.
El hijo de la joven Lia, asesinada durante un extraño atraco el 23 de septiembre de 1983 en la Arenella, en esta ciudad. “La historia de mi madre deja abiertos aún algunos interrogantes”, afirma convencido y alude a cuánto es difícil exteriorizar un dolor estrictamente privado, el cual termina aflorando como un rescate liberador a través de su testimonio recogido en un libro. “Palermo es: luces, sombras, esperanza y desilusión”, con estas palabras abre su discurso Antonio Ingroia respondiendo a Palazzolo sobre los motivos que le llevan a trasladarse a Centroamérica. El magistrado explica que la decisión de aceptar el cargo en Guatemala se debe sin duda a razones ligadas al desaliento a causa del aislamiento y a los ataques de los que ha sido objeto incluso por parte de las instituciones, pero esta decisión se debe también a motivos de “esperanza”, con la conciencia de dar un paso adelante, esperando regresar. Ingroia traza su actividad profesional en un excursus histórico. Procesos instruidos por él como aquél en contra de Bruno Contrada* o aquél en contra del senador Inzerillo* se entrelazan profundamente con las investigaciones sobre Via D’Amelio y que derivan en la investigación acerca de la negociación Estado-mafia.
El desvío de informaciones del falso arrepentido de la mafia Vincenzo Scarantino* abre de nuevo ciertas viejas investigaciones que, analizadas a la luz de hoy, presentan evidentes analogías entre pasado y presente.
“La investigación sobre la negociación –explica el magistrado- la considero como la culminación en este proceso efectuado con la fiscalía de Palermo con el fin de arrojar un haz de luz sobre ese periodo”.
Con una gran capacidad de síntesis Ingroia se adentra en la complejidad de esos “pactos político-mafiosos”, basados en la “convivencia” entre Estado y mafia. “Más allá del apoyo a la magistratura –especifica- es necesaria una participación más activa de la ciudadanía. Es necesario que los ciudadanos hagan oir su voz, que no sea solamente una “hinchada”, sino algo más, se requieren ciudadanos que vistan la camiseta de la legalidad y que entren que participen”. “Estoy convencido de que la investigación sobre la negociación Estado-mafia no se hubiera llevado a cabo jamás –enfatiza- si la sociedad civil no hubiera manifestado la esperanza y el fuerte impulso de hacer emerger la verdad. De la misma manera no se habría celebrado el Maxiproceso* si el movimiento antimafia de esa época no hubiese presionado a la política para que emanara una ley como la de Rognoni-La Torre* que habría resultado útil a Giovanni Falcone para instruir el proceso”.
Con mucha amargura Ingroia habla de las injustas acusaciones de protagonismo recibidas también por colegas de su misma corriente de Md (Magistratura Democrática). Especificando nuevamente que su traslado a Guatemala “no es una fuga”, el fiscal ratifica la importancia de “robustecer las estructuras internacionales antimafia frente a una mafia transnacional”.
“No creo que Sicilia sea una tierra irredimible”, dice Ingroia, añadiendo con énfasis que “como irremediable ya tenemos a la clase política”.
El análisis histórico de Ingroia se desliza precisamente sobre la evidencia de un País caracterizado por una cierta “tolerancia” hacia los poderes criminales. La imagen de una pirámide hecha con varios escalones representa el paradigma de una acción de contraste a la mafia que muy a menudo sube un escalón para después verse forzado a retroceder dos escalones.
Los ejemplos de los ataques perpetrados en el pasado contra magistrados como Gaetano Costa, Cesare Terranova, así como en contra del pool de Rocco Chinnici, Nino Caponnetto, Giancarlo Caselli, y contra el pool que se ocupa de la negociación reflejan el dramatismo de un País que no tiene intención de arrojar luz en su interior.
Ingroia destaca que el proceso por la negociación representa un hecho sin precedentes, con boss mafiosos de primer nivel tras los barrotes junto a hombres de las instituciones y a exponentes de órganos investigativos. “Estos pactos –afirma el magistrado- son el fruto de una predisposición de la clase dirigente acostumbrada a convivir con la mafia”.
La citación de la conocida declaración sobre la convivencia con la mafia del ex ministro Lunardi “que no era siciliano, ni mucho menos un político” contiene según el magistrado la esencia del pensamiento de la clase dirigente que considera que es posible hacer negocios con la mafia.
En lo que se refiere a las recientes elecciones regionales Ingroia se declara “convencido” de que “Cosa Nostra está ahí observando” y subraya que “no se excluye” que la misma haya podido invitar a la abstención” dado que las próximas elecciones políticas “son demasiado importantes para la mafia” y por lo tanto es muy necesario prestar atención a la evolución política. A este propósito el mismo Ingroia pide al ministro de justicia, Paola Severino, una señal fuerte para afrontar el tema político-mafioso mediante la reformulación del artículo 416ter que castiga el delito de intercambio de favores electoral político-mafioso. “Que el gobierno lo proponga y que sucesivamente sea dada la conformidad”, afirma Ingroia, “así se verá quien no está de acuerdo”.
La gente aplaude convencida. Pero se respira una atmosfera un poco triste y de aprensión. Más allá de los proyectos claros y de los objetivos concretos que se ha prefijado Ingroia aceptando el encargo de la Naciones Unidas, queda palpable el temor general de que (incluso sin él) aumenten los ataques en contra del pool que se está ocupando de la negociación con la intención de impedir que se celebre este proceso y que la incolumidad del mismo magistrado pueda estar en serio peligro en uno de los países más violentos del mundo. Por su parte Antonio Ingroia no se toma a la ligera lo que le espera. El magistrado palermitano se inspira en el recuerdo de la relación casi “filial” con su maestro Paolo Borsellino para transmitir el sentido de una decisión ponderada, pensada y vuelta a pensar más de una vez. Una decisión que a su juicio le llevará, una vez concluido el encargo, a regresar a Italia “más fuerte”, a tiempo para proseguir el proceso sobre la negociación. La gente se acerca a él para saludarle, algunos le abrazan, otros le piden un autógrafo en su libro. Letizia ya se ha ido con un sentimiento de esperanza y de gran nostalgia.
A principios de la próxima semana el alumno de Paolo Borsellino partirá, con un encargo de la ONU, para cubrir el rol de dirigente de una unidad de investigación especializada en la lucha contra el narcotráfico. El público en la sala le recibe con un largo aplauso. El cronista de Repubblica versa su discurso sobre la historia del homicidio de Lia Pipitone empezando por la necesidad de que una ciudad como Palermo “busque la verdad”, una ciudad “que ya no sale a la calle”.
El hijo de la joven Lia, asesinada durante un extraño atraco el 23 de septiembre de 1983 en la Arenella, en esta ciudad. “La historia de mi madre deja abiertos aún algunos interrogantes”, afirma convencido y alude a cuánto es difícil exteriorizar un dolor estrictamente privado, el cual termina aflorando como un rescate liberador a través de su testimonio recogido en un libro. “Palermo es: luces, sombras, esperanza y desilusión”, con estas palabras abre su discurso Antonio Ingroia respondiendo a Palazzolo sobre los motivos que le llevan a trasladarse a Centroamérica. El magistrado explica que la decisión de aceptar el cargo en Guatemala se debe sin duda a razones ligadas al desaliento a causa del aislamiento y a los ataques de los que ha sido objeto incluso por parte de las instituciones, pero esta decisión se debe también a motivos de “esperanza”, con la conciencia de dar un paso adelante, esperando regresar. Ingroia traza su actividad profesional en un excursus histórico. Procesos instruidos por él como aquél en contra de Bruno Contrada* o aquél en contra del senador Inzerillo* se entrelazan profundamente con las investigaciones sobre Via D’Amelio y que derivan en la investigación acerca de la negociación Estado-mafia.
El desvío de informaciones del falso arrepentido de la mafia Vincenzo Scarantino* abre de nuevo ciertas viejas investigaciones que, analizadas a la luz de hoy, presentan evidentes analogías entre pasado y presente.
“La investigación sobre la negociación –explica el magistrado- la considero como la culminación en este proceso efectuado con la fiscalía de Palermo con el fin de arrojar un haz de luz sobre ese periodo”.
Con una gran capacidad de síntesis Ingroia se adentra en la complejidad de esos “pactos político-mafiosos”, basados en la “convivencia” entre Estado y mafia. “Más allá del apoyo a la magistratura –especifica- es necesaria una participación más activa de la ciudadanía. Es necesario que los ciudadanos hagan oir su voz, que no sea solamente una “hinchada”, sino algo más, se requieren ciudadanos que vistan la camiseta de la legalidad y que entren que participen”. “Estoy convencido de que la investigación sobre la negociación Estado-mafia no se hubiera llevado a cabo jamás –enfatiza- si la sociedad civil no hubiera manifestado la esperanza y el fuerte impulso de hacer emerger la verdad. De la misma manera no se habría celebrado el Maxiproceso* si el movimiento antimafia de esa época no hubiese presionado a la política para que emanara una ley como la de Rognoni-La Torre* que habría resultado útil a Giovanni Falcone para instruir el proceso”.
Con mucha amargura Ingroia habla de las injustas acusaciones de protagonismo recibidas también por colegas de su misma corriente de Md (Magistratura Democrática). Especificando nuevamente que su traslado a Guatemala “no es una fuga”, el fiscal ratifica la importancia de “robustecer las estructuras internacionales antimafia frente a una mafia transnacional”.
“No creo que Sicilia sea una tierra irredimible”, dice Ingroia, añadiendo con énfasis que “como irremediable ya tenemos a la clase política”.
El análisis histórico de Ingroia se desliza precisamente sobre la evidencia de un País caracterizado por una cierta “tolerancia” hacia los poderes criminales. La imagen de una pirámide hecha con varios escalones representa el paradigma de una acción de contraste a la mafia que muy a menudo sube un escalón para después verse forzado a retroceder dos escalones.
Los ejemplos de los ataques perpetrados en el pasado contra magistrados como Gaetano Costa, Cesare Terranova, así como en contra del pool de Rocco Chinnici, Nino Caponnetto, Giancarlo Caselli, y contra el pool que se ocupa de la negociación reflejan el dramatismo de un País que no tiene intención de arrojar luz en su interior.
Ingroia destaca que el proceso por la negociación representa un hecho sin precedentes, con boss mafiosos de primer nivel tras los barrotes junto a hombres de las instituciones y a exponentes de órganos investigativos. “Estos pactos –afirma el magistrado- son el fruto de una predisposición de la clase dirigente acostumbrada a convivir con la mafia”.
La citación de la conocida declaración sobre la convivencia con la mafia del ex ministro Lunardi “que no era siciliano, ni mucho menos un político” contiene según el magistrado la esencia del pensamiento de la clase dirigente que considera que es posible hacer negocios con la mafia.
En lo que se refiere a las recientes elecciones regionales Ingroia se declara “convencido” de que “Cosa Nostra está ahí observando” y subraya que “no se excluye” que la misma haya podido invitar a la abstención” dado que las próximas elecciones políticas “son demasiado importantes para la mafia” y por lo tanto es muy necesario prestar atención a la evolución política. A este propósito el mismo Ingroia pide al ministro de justicia, Paola Severino, una señal fuerte para afrontar el tema político-mafioso mediante la reformulación del artículo 416ter que castiga el delito de intercambio de favores electoral político-mafioso. “Que el gobierno lo proponga y que sucesivamente sea dada la conformidad”, afirma Ingroia, “así se verá quien no está de acuerdo”.
La gente aplaude convencida. Pero se respira una atmosfera un poco triste y de aprensión. Más allá de los proyectos claros y de los objetivos concretos que se ha prefijado Ingroia aceptando el encargo de la Naciones Unidas, queda palpable el temor general de que (incluso sin él) aumenten los ataques en contra del pool que se está ocupando de la negociación con la intención de impedir que se celebre este proceso y que la incolumidad del mismo magistrado pueda estar en serio peligro en uno de los países más violentos del mundo. Por su parte Antonio Ingroia no se toma a la ligera lo que le espera. El magistrado palermitano se inspira en el recuerdo de la relación casi “filial” con su maestro Paolo Borsellino para transmitir el sentido de una decisión ponderada, pensada y vuelta a pensar más de una vez. Una decisión que a su juicio le llevará, una vez concluido el encargo, a regresar a Italia “más fuerte”, a tiempo para proseguir el proceso sobre la negociación. La gente se acerca a él para saludarle, algunos le abrazan, otros le piden un autógrafo en su libro. Letizia ya se ha ido con un sentimiento de esperanza y de gran nostalgia.
Artículos relacionados
Notas:
* Bruno Contrada: ex vicedirector del SISDE (servicio secreto civil) condenado a diez años de prisión por colaboración con la mafia.
* Vincenzo Inzerillo: senador condenado por mafia
* Vincenzo Scarantino: se autoacusó del robo del coche usado en el atentado de Via D’Amelio. Sus declaraciones se demostraron falsas.
* Maxiproceso: Proceso penal que se realizó en el 1987 contra más de 400 imputados miembros de Cosa Nostra.
* Ley Rognoni-La Torre: que establece el derecho del Estado de confiscar los activos que sean fruto de la actividad criminal de la mafia.