En este lapso de tiempo hemos asistido a los indecentes ataques hacia su persona y hacia aquellos jueces que junto a él estaban tratando de poner en práctica la enseñanza básica para todo magistrado, es decir, que la ley es igual para todos. Hemos visto a poderosos en colusión y conniventes con Cosa Nostra ir en contra suyo a través de modalidades que conjugan mentes criminales y organismos del Estado-mafia. De la misma forma hemos asistido al constante goteo de párrafos por parte de los diferentes siervos y charlatanes que al encarnizarse contra él han intentado salir de la papelera en la que estaban relegados para revestir un “papel” y para finalmente convertirse en “alguien”.
En el momento que Ingroia decidió partir hacia Guatemala analizamos profundamente las razones de su alejamiento temporal que eran totalmente ajenas a cualquier “fuga”, así como también a una elección de “carrera”. Varias veces hemos manifestado nuestros temores por su incolumidad frente a un sistema de poder que - siempre – ha rechazado a magistrados integérrimos como él, llegando incluso a la eliminación física en caso de que representaran un “peligro” o un “obstáculo” para la continuación de una negociación criminal basada en matanzas, homicidios y chantajes que jamás se ha interrumpido. Muchas veces hemos escrito sobre las ambiguas similitudes con el pasado que han caracterizado los ataques transversales hacia su persona: a partir del CSM y del ANM que, a través de acciones de perfil pilatesco, a veces incluso hasta por medio de modalidades abiertamente denigratorias, han contribuido a su aislamiento y a su sobreexposición. Siempre nos hemos reconocido en su ser por fuera de los “clichés” pseudos institucionales que, con la excusa de una magistratura “imparcial”, circunscriben a los magistrados dentro de un cerco, fuera del debate de la “polis”. Y en cambio, nunca como en este momento, existe la necesidad de formar parte activa de la “polis”. El actual empobrecimiento de Italia refleja fielmente la involución de nuestra clase política e, incluso antes, de nuestra clase dirigente.
Si un Presidente de la República como Giorgio Napolitano llega a atacar a la fiscalía de Palermo por miedo a que las escuchas telefónicas de su conversación con Nicola Mancino, puedan hacerse públicas, estamos a un paso del abismo institucional. Existe la necesidad urgente de un nuevo renacimiento, de una nueva primavera que elimine el gris que contamina la política en el sentido más noble del término. Y es por este motivo que junto a toda la redacción de Antimafia Duemila nos reconocemos profundamente en el manifiesto “Io ci sto” (Yo estoy) que cuenta con Antonio Ingroia como uno de sus promotores. Compartimos totalmente los diez puntos enumerados y remarcamos con fuerza aquellos por los cuales nos sentimos comprometidos cotidianamente. Nosotros también queremos una política antimafia nueva que tenga como objetivo final no sólo la contención sino la eliminación de la mafia, y que la golpee en su estructura financiera y en sus relaciones con los otros poderes, comenzando por el poder político. Con gran determinación queremos igualmente que la legalidad y la solidaridad sean el cemento para la reconstrucción del País. De la misma forma también queremos que la cuestión moral abierta en Italia se convierta en una práctica común y no se limite a la legalidad formal, mientras que es necesario que se apliquen reglas para la imposibilidad de candidatearse a personas que hayan sido condenadas o reenviadas a proceso por delitos graves. He aquí porque nos alineamos con aquella parte sana del País que quiere dar un paso hacia adelante en este proyecto de renacimiento. Indudablemente será un camino de reconstrucción hirsuta y fatigosa, pero como dijo el gran periodista asesinado por la mafia Pippo Fava: “¿de qué sirve vivir si no se tiene el valor de luchar?”.
A los promotores del manifiesto “Yo estoy”, así como a los promotores del slogan “Cambiare si può” (Se puede cambiar) - al que también nos adherimos – pedimos que  incluyan entre sus propósitos un programa de política internacional contra la guerra, sin peros, que deberá ser llevado cabo por aquellos que los representarán en el Parlamento. La eventual candidatura de Antonio Ingroia dentro de un movimiento cívico representa decididamente una ruptura con el sistema partitocrático del pasado, en el arco de una semana se sabrá si será confirmada. Estamos seguros de que todo su compromiso a favor de la verdad y de la justicia prodigado en estos años dentro de la magistratura continuará bajo otras vestiduras mientras sus colegas del pool llevarán adelante la investigación sobre la “Negociación” Estado-mafia. Ante el desastre de la Constitución perpetrado por el centro derecha con el silencio-consentimiento de los dirigentes de ese mismo Partido Democrático que hoy no contempla ningún diálogo con los promotores del manifiesto “Yo estoy”, porque consideran, incluso ante la disputa de las querellas sobre Napolitano, que las posiciones que lleva adelante Ingroia sobre la justicia no “se pueden compartir” no queda más que apoyar con fuerza, cada uno con su propio papel, a quien pretende defender la Carta Constitucional dando la cara en este proyecto.   
¡Nosotros estamos!

Giorgio Bongiovanni
y toda la redacción de Antimafia Duemila

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