falcone-giovanni-big0“LA GENTE ALIENTA POR NOSOTROS”
Por Anna Petrozzi - 20 de Setiembre de 2012
Quién sabe si todos se acuerdan de todos esos buenos magistrados que tienen los “papeles en regla” que hacen fila para conmemorar el 23 de mayo de cada año. Quién sabe si se acuerdan de cuando Giovanni Falcone, alegremente incrédulo, les decía a sus colegas del pool: “La gente alienta por nosotros”. Quién sabe si se acuerdan además porque Paolo Borsellino citó su frase para recordar a su amigo fraternal que Cosa Nostra acababa de asesinar.
Evidentemente no.  
O lo han olvidado o, peor, siguen comportándose exactamente de la misma forma que se comportaron hace veinte años todos esos buenos magistrados que tenían los “papeles en regla” (quizás alguno está siempre allí) que con su hipocresía contribuyeron a crear ese aislamiento que invitó a la fiesta a Cosa Nostra & asociados.

“Generalmente se muere por estar solo o porque se ha entrado en un juego demasiado grande. A menudo se muere porque no se dispone de las necesarias alianzas, porque no se cuenta con los apoyos necesarios. En Sicilia la Mafia ataca a los servidores del Estado a quines el Estado no ha logrado proteger”.
Y si, cuán incómodo sigue siendo ese Giovanni Falcone cuando deja de ser solo un póster gigantesco colgado en alguna que otra pared, y sigue siendo un faro que ilumina de noche.
Cuando él explicaba que los magistrados no necesitan el consentimiento, sino que necesitan que la gente sepa, que sea informada, que pregunte, que desee y pretenda que la justicia funcione, que sea igual para todos, que la verdad salga a la luz. Que de súbditos de monarquías y dictaduras los italianos pasen a ser ciudadanos de una república democrática.
Pero son pocos los magistrados que piensan de esa manera. La mayoría prefiere tutelar su propia casta de privilegiados y de intocables de la que los ciudadanos lo único que tienen que temer son sus caprichos cuando a ellos les toca la desventura de encontrarse en un despacho del tribunal, porque como acertar un tris en el juego del loto, no saben si el magistrado que les deparará el destino será un Don Abbondio o un Antonio Ingroia.
Y no es una cuestión de envidias, no es más que una cuestión de método.
El método Antonio Ingroia es irritante: “Jueces sometidos única y exclusivamente a la ley” y “el silencio mata”.
Aquellos como Ingroia molestan porque no se detienen en la búsqueda de la verdad ni siquiera si se tropiezan con senadores y ministros y que no tienen miedo a exponerse para decir y explicar lo que en cambio tendrían que decir y explicar los políticos, periodistas e intelectuales. La mayoría de los cuales en cambio lo único que intenta es hacer carrera y no molestar al titiritero.
Irrita esa obstinada obsesión de querer levantar a toda costa aquella alfombra mugrienta de las verdades no dichas sobre la cual se camina con  traje de pecho doble.
Es como un garbanzo bajo el colchón que agita las noches de muchos, un arañazo en la pátina del “está todo bien”, un ruido de fondo que desentona con el coro “Capaci y Via D’Amelio, historias lejanas, historias cerradas”.
Realmente han exagerado estos de Palermo con la investigación sobre la “negociación”, han exagerado de verdad Ingroia y Di Matteo tratando de defender su trabajo del fuego cruzado de insultos y ataques. Han exagerado de verdad al aceptar 150.000 firmas de apoyo gracias a la iniciativa de una ciudadana común.
Hoy, además de tener que seguir haciendo su trabajo, tienen que  defenderse. La Consulta (Corte Constitucional Italiana), como era de esperarse, ha declarado admisible el conflicto de atribuciones entre poderes del Estado y en cuanto llegue la notificación del recurso del Quirinal la Fiscalía de Palermo tendrá que nombrar a sus propios abogados y constituirse en el proceso.
Lo harán con serenidad – explicó el Procurador Messineo - porque están convencidos de haber actuado con  respeto a la ley. Veremos si la cuestión tiene fundamento jurídico o si en cambio el objetivo no sea el de poner un freno a la investigación.
Tal vez lo logren, pero es mejor que sepan que hay muchos más de 150.000 italianos tan obstinados como Ingroia y Di Matteo que quieren saber esta verdad, que ya no soportan los muros de goma.
Hay italianos que han comprendido la lección de Giovanni Falcone y que no tienen ninguna intención de dejar de “alentar” por quienes tienen el valor de hacer su propia parte para lograr que éste se convierta en un País adulto finalmente.