El tercer punto es aún más explícito y se propone “tutelar los intereses morales y económicos de los magistrados, el prestigio y el respeto de la función judicial”. Hermosas palabras, claro está.  Pero más allá del estatuto ¿cuál es la verdadera función del ANM? ¿Acaso esta ejerce realmente una tutela de los magistrados tal como recita su ordenamiento?

Después del último episodio relativo a la nota del presidente de la Asociación de Magistrados, Rodolfo Sabelli, con respecto a Antonio Ingroia y Nino Di Matteo considero que la definición de “Sanedrín” que he utilizado en otras editoriales para representar al CSM puede valer perfectamente también para el ANM.

Cada vez que los magistrados que llevan adelante las delicadas investigaciones sobre los atentados del '92 y del '93, o sobre la negociación Estado-mafia, terminan siendo sobreexpuestos por la gran mayoría de los medios de comunicación nacionales que amplifican los epítetos dirigidos a ellos por parte de la política, tales como “eversivos” o “politizados” (por citar apenas los más actuales), la ANM no solo se queda en silencio (cosa que ya es un grave error), sino que además facilita a todos los efectos esta verdadera persecución.

¿Cómo tenemos que definir a la ANM? ¿Politizada, indolente o alineada con el poderoso de turno? ¿Acaso no será el presidente Sabelli el “politizado” que se suma al poder y ataca a los magistrados, o estamos frente a una actitud ligada a envidias y celos? ¿O bien - y esta es la hipótesis más atroz - hay una coalición de poderes, magistratura incluida, que tiene que detener a estos determinados magistrados por una “razón de Estado”?
¿Cuántas veces los magistrados han participado en congresos culturales, de partido, o hasta incluso de tono religioso? Por ejemplo recuerdo la participación en el '93 de Giancarlo Caselli (quien justamente respondió a Sabelli que la crítica dirigida a Ingroia y Di Matteo era válida para él también ya que él mismo ofició de orador en la fiesta del periódico “Il Fatto Quotidiano”) en el congreso de las iglesias en Sicilia para hablar de cómo la iglesia católica hubiera tolerado el “carácter sagrado ateo de la mafia”. No recuerdo que en ocasiones similares alguien se haya “rasgado las vestiduras” por el escándalo.
 
A este punto sólo es cuestión de decidir si ¿se puede o no intervenir en reuniones  y  debates? ¿O en cambio estamos frente a un empleo funcional de la censura respecto a ciertos magistrados puestos en práctica por un sistema de poder?

Nadie – ni siquiera el Presidente de la República - puede hipócritamente usar de escudo una “razón de Estado” para frenar las investigaciones sobre la “negociación” (entre mafia y Estado), si así lo hiciera provocaría una revuelta popular; por lo tanto al poder la única estrategia que le queda es la de detener a  los magistrados de alguna otra forma. En la mejor de las hipótesis con el arma de la deslegitimación y el aislamiento. En la peor de las hipótesis señalándolos al enemigo como víctimas que sacrificar.
 
¿Hasta cuándo el ANM permitirá que todo esto ocurra?

http://www.antimafiaduemila.com/2012091138843/giorgio-bongiovanni/anche-lanm-e-un-sinedrio.html

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