Viernes 19 Abril 2024
Un homicidio de Estado, o mejor dicho, del Estado-mafia que le pidió un favor a Cosa Nostra en nombre de poderosos criminales que, ayer como hoy, dalla-chiesa-e-la-mogliedominaban y dominan nuestro País. En estos años lo he dicho varias veces y lo repito una vez más, el general Carlo Alberto dalla Chiesa, Falcone, Borsellino y otros mártires de nuestro País son los verdaderos padres de nuestra Patria. Me permito presentar a continuación dos artículos escritos en el pasado con el corazón y con el alma, en su honor, de parte mía así como también de todos los jóvenes de la redacción de ANTIMAFIADuemila, los cuales además se han formado con sus enseñanzas.
 
EL GENERAL, PADRE DE LA PATRIA
Por Giorgio Bongiovanni
El 3 de septiembre 1982 el general Carlo Alberto dalla Chiesa, su joven mujer Emanuela Setti Carraro y el agente de la escolta Domenico Russo eran asesinados por un comando de Cosa Nostra.
Han pasado 29 años y me pregunto: ¿Qué es lo que hubiera podio hacer el General si no hubiese sido asesinado? ¿Si le hubieran dado esos poderes que le prometieron y nunca le asignaron?
Pienso que habría encontrado uno por uno, puerta por puerta, a los jefes y sicarios de la mafia.
Habría encontrado a todos, a los prófugos, y habría obligado a los jefes de la mafia a cometer errores, para poder capturarles y arrestarles. Habría encontrado todas las pruebas que se entregarían a los magistrados, a Giovanni Falcone, a Paolo Borsellino y a los demás miembros del pool antimafia, para socavar los cimientos mismos de las relaciones entre la mafia y la política.
La era de Andreotti se habría acabado 10 años antes y los distintos Lima, Ciancimino y toda la escoria de la DC (Democracia Cristiana) hubiera desaparecido de nuestra isla.
Quizás habría logrado también evitar, debilitando a Cosa Nostra, los atentados contra Chinnici, Falcone, Borsellino y otros… Habría descubierto esas sectas masónicas que aún hoy imperan en Sicilia y seguramente habría limpiado la porquería que se anida dentro de las fuerzas del orden en Sicilia y los servicios secretos desviados ligados a los jefes mafiosos.
Esto y más habría hecho el General, padre de la patria y padre de todos nosotros jóvenes que ahora se han transformado en hombres también gracias a él.
Alguien de las entidades que tienen un gran poder económico, religioso y político pidió el favor a Cosa Nostra como han confirmado las voces desde el interior de la organización criminal.

Guttadauro: “Salvatore… pero tú empieza por el '82, en cambio… pero a quien cojones le interesaba matar a dalla Chiesa… vamos, digámoslo claro…”.

Aragona: “Y porque teníamos que hacerle aquí este favor… Pero porque tenemos que pagar siempre nosotros las cosas…”.
Guttadauro: “Y porque teníamos que hacer este favor…”.
(Escucha telefónica en el salón de la casa del regente del barrio Brancaccio Giuseppe Guttadauro mientras habla con un subalterno suyo Salvatore Aragona, 2001).

¿Quien pidió este favor?
Seguramente alguien que hoy manda en Italia, que manda en el mundo de la finanza, de la política y también de las fuerzas del orden.
Por el General dalla Chiesa, por su joven y bellísima mujer, por el agente Domenico Russo, por ellos daremos nuestro aporte para hacer justicia buscando la verdad.

MI RECUERDO DEL GENERAL DALLA CHIESA
Por Giorgio Bongiovanni

Hoy, aniversario de la muerte del general Carlo Alberto dalla Chiesa

Cuando fue asesinado, el 3 de setiembre de 1982, yo tenía 19 años y vivía en mi tierra, en Sicilia. Para ser precisos cerca de Siracusa.
Al día siguiente vi en los periódicos la foto del cuerpo del General y el de su mujer, Emanuela Setti Carraro, asesinados cruelmente por la mafia y me puse a llorar sin comprender el motivo, dado que en aquel tiempo, siendo joven, no me ocupaba de la mafia, tenía otros intereses muy distintos.
Volví a sentir ese nudo en la garganta, esa tristeza en el segundo aniversario, cuando fue presentada la película de nuestro director de cine Giuseppe Ferrara “Cien días en Palermo”, interpretado por Lino Ventura y Giuliana De Sio. Recuerdo que ante la mirada estupefacta de mi esposa tuve el instinto de tirar las gafas contra la televisión rompiéndose en mil pedazos.
Durante los veinte años siguientes o casi, todavía no me ocuparía de la mafia, sino solo de mi vida espiritual y de obras sociales, siguiendo el mensaje de Cristo.
Pero el General dalla Chiesa se quedó siempre dentro mío. Y volvió a reaparecer fuertemente en el 2000, cuando en mi subconsciente, en mi espíritu, lo percibí como símbolo de la justicia, de la integridad, de la solidaridad, de la profunda esencia del ser padre, del elevado sentido del deber hacia la sociedad, hacia los ciudadanos de su propio país.
El General dalla Chiesa es el inspirador de la revista ANTIMAFIA Duemila.
Su sacrificio, su muerte injusta y sus enseñanza –junto a la de Falcone y Borsellino y de todas las víctimas de la mafia- han animado mi espíritu a fundar esta revista.
En mi oficina esta colgado un cuadro de Falcone y de Borsellino y en la izquierda de mi escretorio esta la foto del General dalla Chiesa. Un día mis hijos y mis sobrinos me preguntaron quién era esa persona, si yo la conocía, si era un amigo mío. Les respondí contándoles la misma historia que vosotros, queridos lectores, habéis leído anteriormente.
El General dalla Chiesa fue asesinado por Cosa Nostra, la mafia siciliana, la más potente y la más conocida del mundo. Por su muerte, la de su esposa Emanuela Setti Carraro y el agente de su escolta Domenico Russo, han  sido condenados los ejecutores materiales, todos miembros del clan mafioso de los corleoneses de Riina y Provenzano.
El general fue asesinado porque individuos potentes que forman parte de la política, de la alta economía, de la masonería desviada, de los servicios secretos, de los poderes fuertes, le pidieron el favor.
El senador vitalicio Giulio Andreotti está en conocimiento de estos hechos, es cómplice y acata la ley del silencio.
El general fue asesinado por individuos sucios que todavía hoy mandan y que a menudo son los mismos que llevan las coronas de flores a la calle Isidoro Carini, en Palermo, lugar en el que Carlo Alberto dalla Chiesa, su esposa Emanuela Setti Carraro y el agente de escolta Domenico Russo han perdido la vida.

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