Jueves 18 Abril 2024

Pero quienes hayan dado – en absoluta buena fe – sus ofrendas y apoyo para la “liberación” de Siria tienen que saber que han financiado a asesinos inhumanos, proporcionándoles armas, han contribuido a la manipulación de la información, han fomentado una inestabilidad civil que necesitará años para poder resolverse. Rompiendo el equilibrio en un país en el que la convivencia era pan cotidiano. Porque al intervenir sin conocer la realidad dejamos de ser libres y pasamos a ser funcionales a otros intereses que nos manipulan.

No es nuestra tarea realizar una lectura socio-política global de lo que ocurre en Siria, hay otros que lo están haciendo mejor que nosotros. Y aquellos que realmente lo deseen pueden encontrar información alternativa. Nosotros nos limitamos a contar exclusivamente lo que ven nuestros ojos, aquí en el pueblito del interior en el que vivimos. Donde, casi todas las noches, resulta atacada una pequeña dotación de soldados que preside el lugar. Ya sea por los rebeldes presentes en la zona como por los grupos mercenarios que atraviesan la frontera siria intentando derrotar al ejército y abrir un paso para el flujo de armas y combatientes. ¿Los militares responden? Claro que si, y la gente está contenta porque el país ya está lleno de armas y mercenarios.

Está a punto de vencer el ultimátum para la retirada del ejército, que aquí nadie - en el sentido literal del término - quiere.

La gente se siente segura únicamente cuando los militares están presentes. A esta altura las atrocidades perpetradas por los llamados libertadores en las ciudades, en los pueblos, en las calles, son tantas y tan brutales que lo único que la gente quiere es verlos derrotados. Los abusos son continuos: asesinatos, casas y bienes requisados o incendiados, personas, niños usados como escudos humanos.
¿Son los rebeldes quienes bloquean las calles, quienes disparan a los coches civiles, quienes violan, quienes provocan víctimas de masacres y secuestros para obtener dinero de las víctimas? ¿Invenciones? La noche del Viernes Santo, no muy lejos de donde habitamos, mataron a un chico e hirieron a otros dos: estaban regresando a sus casas para celebrar la Pascua. El joven que murió tenía 30 años y era de nuestro pueblo. No son los primeros de nuestra gente que pagan personalmente. Últimamente antes de salir a hacer las compras o incluso solo para ir a trabajar nos aseguramos de que esté el ejército controlando la zona. A nosotros también nos tocó encontrarnos bloqueados por los tiroteos durante 3 horas en un tramo de la autopista y en cuanto pudimos salir los tanques de guerra formaron un pasillo para proteger de los tiros de los rebeldes a los automovilistas que transitaban.
¿Porqué no se habla de todo esto? ¿Porqué no se habla de la gran cantidad de militares asesinados en varias emboscadas, los últimos ayer en Aleppo? Hay muchos ejemplos dramáticos que podríamos citar. El hermano de un obrero nuestro, mantenido prisionero en Homs por los rebeldes junto a otros civiles, ya ha sido dado por muerto, dos padres de familia de nuestro pueblo también fueron tomados en Homs por los rebeldes porque habían comprado y distribuido pan a quienes habían quedado  aislados. Pero el tema que aquí nos interesa destacar y por el cual invitamos a todos a  movilizarse es el de las sanciones internacionales. Quien está pagando y pagará aún más dentro de poco, es la gente pobre.
No hay trabajo, no hay materias primas y las exportaciones de productos locales como ganado y huevos, están detenidas. Y además lo poco que hay se vende a precios exorbitantes.

Una de las principales urgencias es la de la leche para los niños. Los precios de los cartones se han duplicado, pasando de 250 liras sirias a 500 (el jornal diario de un obrero es de 7 u 8.000 liras). Escasea el alimento para el ganado: los pocos fardos disponibles pasaron de 650 a 1.850 liras. Faltan los medicamentos especializados, escasea la electricidad porque varias veces los rebeldes hicieron explotar las centrales y el cableado eléctrico. No hay gasoil (y el invierno fue muy frío este año) porque Siria ya no puede exportar su crudo a cambio de petróleo refinado. Por lo tanto los tractores no se pueden usar y no se puede trabajar la tierra. Hasta los camiones recolectores de basura están bloqueados. Hay problemas con el agua porque las bombas funcionan a gasoil. Nuestro pueblo y el que está aquí cerca – que comparten el mismo pozo – tienen agua un solo día a la semana y nada más que por 3 o 4 horas. Se corre el riesgo de que haya una verdadera carestía en el futuro: dentro de poco faltará el trigo y por lo tanto también el pan, el único alimento que, por ahora, el gobierno logra distribuir a un precio controlado, incluso a los más pobres. Y luego se protesta porque la Cruz Roja no puede llevar ayudas. ¿Acaso es posible llegar a sancionar hasta la importación de pañales para los lactantes?
Todo esto es profundamente injusto. No se ha logrado derrocar al gobierno con las armas, se quiere hacerlo exasperando a la gente. Claramente, es precisamente ésta la lógica de las sanciones. Pero cuando una gran mayoría de la población – guste o no - no quiere un cambio violento de la situación,  dicho sistema se convierte en un absoluto abuso. Pedimos con fuerza a quienes pueden hacer algo que suspendan las sanciones y que intervengan. Que nuestra tan alabada democracia demuestre ser capaz de servir el verdadero bien del pueblo.

Un grupo de italianos que vive en Siria (Texto recibido por Giorgio Paolucci)

http://www.megachip.info/tematiche/guerra-e-verita/8062-li-ribelli-ci-uccidono-lesercito-deve-restarer.html