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ITALIA
En la sala no quedan espacios libres, cronistas y camarógrafos están apretados unos con otros. Algunos se sientan en los espacios que generalmente están destinados a los detenidos para prestar declaraciones. En el segundo banco se encuentra Sonia Alfano, parlamentaria europea, además de hija de Beppe Alfano, asesinado por la mafia en 1993, único exponente político presente en la sala. En primera fila, apretados junto a sus abogados, Mario Mori y Mauro Obinu, ambos imputados en el proceso por la fallida captura de Provenzano, los cuales observan atentamente a uno de los principales testigos de cargo. Después de la detención por calumnia de Massimo Ciancimino, ocurrida el 21 de abril la tensión que gira alrededor de sus declaraciones ha crecido aún más. La apuesta que está en juego es muy alta. Los fiscales Antonio Ingroia y Nino Di Matteo son conscientes de ello. Los últimos ataques mediáticos que han recibido son sólo la punta del iceberg. Y es lo que todavía está cubierto lo que deja pasmados. Da la impresión de un verdadero asecho a la fiscalía palermitana para evitar que se haga un poco de luz sobre esa parte de la historia italiana que resulta totalmente “incómoda” para determinados hombres de las instituciones más que a los mafiosos. La audiencia actual refleja exactamente el clima que se respira. Poco después de las 10:00 horas comienza el careo entre Sergio De Caprio, mejor conocido como el “capitán Ultimo” y el coronel de los carabinieri Massimo Giraudo. Ambos permanecen en sus respectivas posiciones. Giraudo confirma haber recibido en 1996 graves quejas por parte de De Caprio sobre el comportamiento de Mori, quien no le habría dado los medios ni los hombres para capturar a Bernardo Provenzano, hablando además de su desconcierto por la noticia de que Giampaolo Ganzer había sido llamado por Mori al Ros (Reparto Especial Carabinieri). Por su parte De Caprio niega en forma vehemente haberse quejado de Mori, afirmando que los recuerdos de Giraudo están contaminados por una relación de conocimiento hacia su persona totalmente escaso. Giraudo no se inmuta y enumera punto por punto un resumen de esas conversaciones. De Caprio manifiesta una evidente irritación e insiste en la cuestión del poco conocimiento por parte del colega. Así termina el careo. A continuación Mori interviene con una declaración espontánea que apunta a definir al general Ganzer como “un mito del Ros”. Cuando reanuda la audiencia la atmósfera se pone decididamente más densa. El hijo de Don Vito mira a su alrededor, da la sensación de un hombre víctima de si mismo, dentro de un juego mucho más grande que él. El relato del hijo de Don Vito Ciancimino comienza con el nombramiento en 1993 de Nicolò Amato como abogado de su padre que según cree habría sido sugerido por Mori y De Donno. Pero es cuando habla del famoso “informante” que le habría brindado cartas y documentos para presentar a los magistrados, que la sombra de un guión secreto toma cuerpo. El hecho es conocido, luego del peritaje técnico que verificara la falsificación de un documento proporcionado por Ciancimino, en el cual estaba escrito el nombre del prefecto De Gennaro, el mismo hijo de Don Vito fue arrestado por calumnia agravada. ¿Entonces qué es lo que gira alrededor del “marionetista” que proporciona un documento falso, sabiendo que tarde o temprano se verificará su falsificación, y por consiguiente él mismo se verá involucrado en el mismo mecanismo que ha creado? Ciancimino está muy tenso, mientras hojea algunos papeles sus manos tiemblan. El nombre omitido del “informante” contenido en las actas de interrogatorio del 7 de mayo pasado permanece protegido por el secreto de sumario. Ciancimino explica que al margen de la presentación de su libro “Don Vito” (que tuvo lugar en el Edificio Steri de Palermo el 21 de abril de 2010) se habrìa presentado un hombre que se auto denominaría como ex suboficial de carabinieri que afirmaba haber sido el chofer del general de carabinieri Giacinto Paolantonio, en el período en el que era comandante de los guardias civiles de Palermo. Massimo Ciancimino confirma lo declarado en las actas a los magistrados palermitanos. El “informante” lo había contactado en el Edificio Steri afirmando que el libro “Don Vito” estaba incompleto, ya que faltaban los motivos de la eliminación política de su padre. En esa ocasión “Mister X” le habría dado a propósito documentación sobre Vito Ciancimino ya que él mismo había sido su amigo y conocía muchos detalles de su vida personal. Según el misterioso personaje la documentación tenía que ver con el prefecto De Gennaro y el juez Falcone. Luego de ese encuentro Ciancimino habría recibido otra documentación por correo (que en gran parte para Ciancimino ya era conocida), que fuera enviada por “Mister X” quien a su vez le habría preguntado si esos documentos habían sido llevados a los magistrados. “Yo le dije que no – cuenta Ciancimino – y él mismo me dijo que quería que yo se los entregara a los magistrados, pero me dijo que no quería verse involucrado”. La anomalía es totalmente evidente. Pero este intercambio de papeles continúa. Por lo tanto el “informante” le habría anticipado a Ciancimino Junior que de ahí a no mucho tiempo recibiría una carta escrita por Gianni De Gennaro a su padre, después de lo cual habría invitado al hijo de Don Vito a no prestar declaraciones nuevamente en contra de Mori. Massimo Ciancimino explica en lo específico que según “Mister X” su padre y el general Mori serían de todos modos “víctimas de la negociación” y que quienes se habrían beneficiado gracias a ésta serían Nicola Mancino y Gianni De Gennaro. En cierto momento el “informante” pone en guardia al hijo de Don Vito ya que estaría en conocimiento de efectivas posibilidades de la realización de un atentado en su contra. Y aquí el relato de Massimo Ciancimino toca uno de los aspectos más inquietantes: el descubrimiento de material explosivo en el jardín de su casa al día siguiente de su arresto. Dentro de un clásico paquete de encomiendas unos cartuchos de dinamita envueltos con un paño, apoyados sobre una foto de su hijo mientras entra en el auto de la escolta y además un papel escrito con amenazas y un pedido de hacer llegar a manos de Matteo Messina Denaro 750.000 euros. Ciancimino explica que no ha hablado antes de este suceso por miedo a pasar por “alguien que ha inventado todo” con el riesgo de que una vez más su vida se vería revolucionada por el incremento de la escolta y que habría tenido que escapar nuevamente a Boloña. Ciancimino prefiere no pronunciar en la sala el nombre de la persona cercana a él que lo ayudó a deshacerse de una parte del explosivo encontrado sobre el cual se ha abierto un sumario. Un misterio tras otro envuelve la declaración del hijo del ex Intendente de Palermo. El más importante gira alrededor del nombre de De Gennaro, que fue agregado posteriormente en el informe en el cual estaban escritos 14 nombres de hombres de las instituciones que posiblemente habían sido un trait-d'union entre mafia y Estado. “No fui yo quien agregó el nombre de De Gennaro – afirmó Ciancimino – mi padre señaló con un círculo la palabra Gross. No recuerdo que lo haya escrito él. Cuando 'Mister X' me entregó la fotocopia con el nombre de De Gennaro me sorprendí porque nunca había visto ese agregado”. “Fui yo quien escribió esa lista – continúa el hijo de Don Vito – mi padre me la dictó en el año 2000. Puede ser que recordaba mal. Dije que había visto a mi padre escribir De Gennaro porque él mismo me había dicho que el ex jefe de la policía era muy cercano al señor Franco”. Ciancimino habla de las dos cartas entregadas en la portería del Edificio San Macuto dirigidas a Luciano Violante con la solicitud de ser interrogado por la comisión antimafia. Y luego de una carta dirigida al ex Gobernador del Banco de Italia Antonio Fazio, como “memorándum que debía ser bien conservado”, sobre todo en el caso de que Fazio decidiera “participar en política”. En un momento determinado el presidente de la Corte, Mario Fontana, le pregunta al testigo si Vito Ciancimino habría tenido relaciones con el general Subranni, en ese entonces jefe de los Ros. “Me dijo que le conocía – responde Massimo Ciancimino – pero nada más. También me dijo que estaba 'encuadrado', en el sentido de que era manejable”. Miradas de entendimiento entre Mori y Obinu en primera fila. No faltaron momentos de tensión cuando la defensa de Mori leyó pasajes íntegros de los interrogatorios de los fiscales a Massimo Ciancimino, casi como queriendo demostrar ambiguamente una clase de relación “confidencial” entre los magistrados y el hijo de Don Vito, así como cuando durante un momento de pausa no les fue concedido a los abogados de Ciancimino el poder hablar con su propio cliente. La batalla que se vislumbra en el horizonte es de tinte cada vez más duro y de contornos indefinidos. En la declaración del hijo de Don Vito no aclaró algunos interrogantes que todavía pesan sobre la última parte de la epopeya de su colaboración, pero que no comprometen las comprobaciones obtenidas anteriormente. Sino que ahora la figura de “Mister X”, las eventuales relaciones entre el “señor Franco” y los demás hombres de las instituciones tendrán que ser analizadas con una lupa. La hipótesis de un guión detrás de bambalinas ahora sale del ámbito de las meras especulaciones y comienza a asumir un cuerpo un poco más consistente, en espera de las comprobaciones necesarias para poder convertirse en algo concreto.