Naturalmente las guerras se hacen igual, porque son parte de la historia del hombre, pero con una conciencia equívoca piensan que se salvan el alma llamándola con otros nombres: operaciones de policía internacional, de “peace keeping” (mantenimiento de la paz), misiones en defensa de los “derechos humanos”. Con los “derechos humanos” en el Occidente liberal, democrático, iluminista, no se bromea. En su nombre estamos dispuestos a cometer verdaderas matanzas. Somos los nuevos Robin Hood, caballeros sin mancha y sin miedo que defienden a los Débiles contra los Fuertes, al Bien contra el Mal, que para nosotros es siempre Absoluto y no puede tener ninguna razón de su parte. El Occidente ha sustituido a Dios y administra la Justicia Universal a través de una policía internacional que se llama Otan a cuya cabeza está un país con una moral limpidísima, el verdadero faro de la “cultura superior”, el único que ha tirado bomba Atómica, el único que ha practicado, en tiempos modernos, la esclavitud, desaparecida desde la época romana, que ha tenido hasta hace medio siglo el apartheid, que en la post-guerra se ha hecho protagonista, según una cuenta de Gore Vidal, de 166 ataques a otros Estados sin motivos de agresión en su contra, que tiene 66 bases militares en 19 países del mundo (sin contar las de la Alianza Atlántica, que son también bases Usa) y cuya historia comenzó con un genocidio incluso a base de “armas quimicas” (whisky) dañando a una población prácticamente inerme (winchester contra flechas). En Servia, en nombre de los “derechos humanos” se causaron 5500 víctimas civiles de las que 500 eran albaneses, es decir, aquellos a los que se tenía la intención de defender, se ha perpetrado (después de la del presidente croato Tudjman, nuestro aliado: 800 mil servios expulsados en un sólo día de las krajnas) la más grande “limpieza étnica” de los Balcanes: de los 360 mil servios que vivían en Kosovo quedaron sólo 60.000. En compensación está la base americana más grande del mundo. Pero ésto era sólo el debut de los “derechos humanos”. En Irak la intervención americana ha provocado 170 mil muertos, infinitamente más de cuantos hubiera causado Saddam Hussein en décadas de satrapía (el cálculo ha sido hecho, muy sencillamente, por una revista médica inglesa confrontando los fallecimientos de la época de Saddam con los de los años de la intervención americana). Pero no se acaba aquí porque una vez adquirido el Irak como neoprotectorado de los Estados Unidos se ha desatado una guerra civil feroz entre sciitas y sunnitas con decenas y a veces centenares de muertos casi todos los días que se han convertido en algo tan normal que la prensa occidental ya no dá casi noticias de ello, a menos que no caiga algún cristiano y entonces llegan las jeremíadas del Papa que nunca ha pronunciado una palabra, ni siquiera una sola, por las víctimas civiles, hombres adultos, ancianos, mujeres y niños provocados por los bombardeos de la Otan en Afghanistan. Un informe del 2009 de la Onu refiere: “La mayoría de las víctimas civiles (alrededor de 60.000, ndr) es provocada por los bombardeos de la Otan”. Porque los defensores de los “derechos humanos”, los caballeros sin mancha y sin miedo, no tienen ni siquiera el coraje de combatir. “Si pudiera” ha dicho Barack Obama “mandaría a Afganistán sólo los robots, para salvar la vida de nuestros soldados”. ¿Y los afganos? ¿Y los talibanes? No son precisamente hombres, no pertenecen a la “cultura superior”. Pero el combatiene que no combate, aprovechándose de su enorme superioridad tecnológica, pierde toda legitimidad. En Afganistán cómo en Libia.
IL FATTO QUOTIDIANO 26 MARZO 2011