Con un lenguage retorcido, a menudo críptico y alusivo, el boss de Brancaccio (Palermo) no ha respuesto directamente a ninguna de las preguntas del Presidente, intentando poner nervioso a Spatuzza con el clásico repertorio mafioso de las “tragedias” y de las “calumnias”.
Pero su ex brazo derecho no se ha dejado cohibir, ha querido remarcar las distancias pidiendo que Graviano le tratara de “Ud”, aunque después es él mismo el que contraviene a las formalidades cuando quedan decepcionadas sus utópicas espectativas y dice de golpe: “¡Pero dí la verdad! ¿No te da vergüenza? Incluse delante de una vergüenza cómo la de un niño asesinado (se trata del proceso por la muerte del pequeño Giuseppe Di Matteo por el cual los dos son imputados, ndr.) aún estás ahí haciendo bonitos discursos y tragedias, calumnias... aún estás ahí a defender lo que no se puede defender”.
Infringido el código de sujeción que regulaba la relación entre los dos el enfrentamiento se ha transformado en una estrecha escaramuza entre las divagaciones de Graviano y las acusaciones de Spatuzza que se han hecho cada vez más precisas con la lista de los familiares de Totuccio Contorno y Marino Mannoia “sacrificados” por una orden suya y la trágica historia de una mujer inducida al aborto porque estaba embarazada de un hombre de honor.
“Me hiciste matar a un niño que no llegó a nacer nunca – ha gritado Spatuzza en el aula. Yo he querido llamarle Tobia por tener un punto de referencia”.
Graviano, con un aire de superioridad subrayada varias veces por el presunto linaje de su familia que se contrapone arrogantemente a las condiciones netamente menos acomodadas de su ex soldado, ha intentado delinear los reales motivos de las acusaciones de Spatuzza, ligadas a cuestiones de carácter económico.
Sin pronunciar nunca un nombre y ordenando, como si aún pudiese hacerlo, que ni siquiera un arrepentido de mafia lo hiciese, Graviano ha desenterrado, inventadas según Spatuzza, viejas cuestiones que la Corte no ha querido realmente sondar, ya sea porque no eran pertinentes con los temas del proceso, que por la fumosidad de las circunstancias.
En resumen, cada uno en su propia posición, lejanísimas entre ellas, almenos por ahora. Al responder a una pregunta del defensor del arrepentido, Graviano ha dejado escapar una amenaza velada.
En un ciero momento de un candente altercado en el que Spatuzza le reprochaba el no haber aceptado el cara a cara con él en el proceso Tagliavia “le faltó la palabra”, Graviano ha anunciado: “Si habrá un proceso para mi y para otros, porque se refería a otras personas, y sabemos muy bien quienes son las personas que él nombra, haremos un cara a cara, hablaremos de ello en la Corte de Asís”.
Los nombres no los dice, pero queda más que clara la alusión a las declaraciones de Spatuzza que involucran a Berlusconi y Dell’Utri. Así como en la audiencia de Turín cuando dejó entender que en condiciones de detención mejores hubiera podido incluso hablar, Graviano dá a entender que su silencio mafioso pudiera infringirse.
La otra vez, será por casualidad, el aislamiento diurno le había sido revocado, en este caso el eventual diálogo parece mucho menos directo, pero es siempre mejor no fiarse de esta gente.
En tiempos de arrepentidos de poco “calibre” criminal con pocas informaciones de importancia Spatuzza aparece como una ejemplar excepción.
Impactan efectivamente la fuerza y la determinación con la que ha afrontado e incluso humillado a su jefe por el cual, en su momento, hubiera cometido cualquier crimen. Le ha desafiado con sus convicciones incluso a nivel de honor y de respeto mafioso, además que sobre la dignidad que a este punto ya se ha reconquistado como hombre arrepentido de sus errores. Y ha salido vencedor. Las partes se han volcado, ha sido Spatuzza el que ha conducido el juego, sin ningún gesto de miedo o de sujeción, consciente de la gravedad de sus errores y del horror de los delitos cometidos.
Yo personalmente, como cristiano, creo en el arrepentimiento de Spatuzza y le deseo que encuentre la fuerza dentro de si mismo de decir todo lo que sabe. Si también los demás siguieran su ejemplo podrían constatar de persona como con la verdad se rompe el encanto del engaño mafioso, como con la dignidad se pone en el rincón incluso a un jefe de mafia despiadado e irredimible del calibre de Giuseppe Graviano. Cómo con la verdad se vence incluso el miedo.