estos peligros. La sensación de ser un sobreviviente, y de encontrarme como se cree en extremo peligro, es una sensación que no se separa del hecho de que aún creo profundamente en el trabajo que hago, se que es necesario que lo hagan muchos más junto conmigo. Y sé que todos nosotros tenemos el deber moral de seguir haciéndolo sin dejarnos condicionar por la sensación, o hasta incluso podría decir por la certeza de que todo ésto puede costarnos caro”.
Las palabras de Paolo Borsellino registradas durante una entrevista, el 22 de junio de 1992, resuenan en mi mente mientras nos preparamos para presentar el libro “Gli ultimi giorni di Paolo Borsellino” (Los últimos días de Paolo Borsellino), escrito junto a nuestro director, Giorgio Bongiovanni.
Junto a nosotros se sientan Antonio Ingroia y Antonino Di Matteo, dos magistrados que, junto a otros colegas suyos, han cargado sobre sus hombros la incómoda y extraordinaria herencia del juez asesinado en la calle Via D'Amelio el 19 de julio de 1992. Salvatore Borsellino les observa en silencio, su hermana Rita nos alcanza poco después debido a unos problemas de salud que la han retrasado. En el panel de oradores también se encuentra el periodista Umberto Lucentini, verdadero biógrafo de Paolo Borsellino, autor del libro sobre el juez asesinado, publicado en el 94' “El valor de una vida”.
El director de la facultad de Jurisprudencia, Antonio Scaglione, presenta el evento. El hijo del fiscal Pietro Scaglione, asesinado por la mafia en 1971, recuerda la importancia del compromiso absoluto de todas las instituciones y de la sociedad civil en la lucha en contra de la mafia. El profesor Scaglione señala entonces las importantes actividades de su ateneo en el campo de la lucha a la mafia, a través de investigaciones específicas sobre temas relacionados con el delito de asociación mafiosa y de confiscación de los bienes mafiosos, mostrando una especial atención en la continuación de proyectos de legalidad ya instituidos por sus predecesores.
Inmediatamente después Umberto Lucentini se dirige a Rita y a Salvatore para destacar con gran emoción cómo ambos, “cada uno con su propia personalidad, con su propia pasión y con el propio compromiso cotidiano están absolutamente a la altura de su hermano...”. Las palabras del ex cronista del periódico “L'Europeo” reviven las imágenes de Paolo Borsellino en la fiscalía de Marsala, para luego abordar la cuestión neurálgica de aquello que desde el 19 de julio del 92' se intuía: es decir, que detrás del atentado de la calle Via D'Amelio no estaba sólo Cosa Nostra. A continuación Lucentini aborda el tema del rol de la información sometida por el poder político, explicando el riesgo de que lo que vivimos hoy a causa de la injerencia de Berlusconi en los medios de comunicación pueda volver a repetirse con un posible alter ego suyo de lineamiento contrario. Para el cronista palermitano la única escapatoria de este peligroso impas se puede encontrar en los lectores que exigen a los periodistas la coherencia de informar cumpliendo con su deber.
La representante de la confederación de asociaciones estudiantiles, Lucia Castellana, pregunta a Rita Borsellino cómo se siente estando dentro de un sistema político que tiene algunos sectores conniventes con la mafia. Inmediatamente después de los atentados Rita emprendió un largo viaje a lo largo de toda Italia, junto a Antonino Caponnetto y a Don Luigi Ciotti, para sensibilizar las conciencias de muchos jóvenes con quienes se encontraban en las escuelas y en las plazas. El agón político que frecuentaría en el futuro, desde la Ars (Asamblea Regional Siciliana) hasta el Parlamento Europeo, ni siquiera se lo podía imaginar en aquellos años. El análisis de la parlamentaria europea Rita Borsellino es lúcido y minucioso. Con la mente vuelve a los días de su candidatura en las elecciones regionales contra Salvatore Cuffaro. Recuerda su derrota a los presentes (a causa incluso de la falta de apoyo por parte de esa política reticente al cambio) y sobre todo la derrota de la Sicilia entera que dos veces prefirió votar a un acusado de encubrimiento de la mafia bajo proceso en aquellos años. Para destacar la importancia de enfrentar globalmente al fenómeno mafioso, Rita anticipó que dentro de un par de semanas en Bruselas tendrá lugar una conferencia internacional para plantear una estrategia común en contra de la criminalidad organizada y las mafias. “La palabra mafia – subrayó con tristeza la hermana de Paolo Borsellino – no ha aparecido nunca en un documento oficial europeo ni del Consejo, ni del Parlamento, ni de la Comisión”.“Cuando comenzamos a organizar este congreso en el cual participarán los fiscales de la república de Europa media me fue confiado el informe de iniciativa sobre la estrategia de seguridad interna en toda Europa”. “Si realmente se quiere romper este sistema – subrayó Rita – es necesario hacer política, así como es necesario estar en la magistratura para poder llevar adelante esta defensa a ultranza de los valores y de los principios de la justicia... Es necesario estar allí, es necesario conocer los mecanismos... es necesario tratar de disgregar un sistema que desde afuera parece impenetrable...”.
Entre el numeroso público hay muchos jóvenes presentes. Algunos de ellos probablemente apenas habían nacido en aquel maldito 1992. El momento histórico que estamos viviendo está entre los más cargados de tensión que Italia recuerde. El riesgo de enfrentamientos violentos más o menos “incitados” por aparatos parainstitucionales se respira fuerte desde hace demasiado tiempo. El peligro de atentados desestabilizadores hacia hombres de las instituciones resurge de los archivos de los años 90', para convertirse en una de las hipótesis más temibles percibida por esa parte de la sociedad civil atenta a las mutaciones y a los reflujos históricos.
Es el turno de Antonio Ingroia. El alumno de Paolo Borsellino explica cómo la nuestra es una “democracia incumplida”, una “democracia parcial”, en la cual son negados los “valores fundamentales”, contenidos en la Constitución, normalmente presentes en toda “auténtica democracia”. Para Ingroia uno de esos principios negados es antes que nada el de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y es sobre todo “un punto de referencia en la actividad profesional, así como de la trayectoria humana y profesional de Paolo Borsellino”. Pero esta democracia podrá ser alcanzada “sólo si nuestro país logra reconquistar una igualdad que a menudo es negada” y sólo si se aplica el principio que “no sólo los débiles sino también los poderosos tienen que responder por los delitos que cometen”. Para el fiscal adjunto de Palermo “el asedio al cual ha sido sometida la autonomía y la independencia de la magistratura por parte de sectores bien precisos de la política, de la información y de la economía, jamás ha sido ni lo es hoy un fin en sí mismo, el objetivo no es vengarse de una magistratura desobediente, sino que tiene por finalidad negar, bajo otra forma, el principio de igualdad de los ciudadanos frente a la ley y es la razón por la cual la autonomía y la independencia de la magistratura debe ser defendida por todos los ciudadanos a quienes les interesa el principio de igualdad y el destino de la democracia”.
Continuando con su discurso Ingroia aborda el tema de esos poderes criminales “que han condicionado toda la historia de nuestro país desde hace siglos”. “Y no es una casualidad – afirma el fiscal tomando como ejemplo el atentado de Portella della Ginestra hasta los del 93' – que Italia es el país democrático occidental con la tasa más alta de atentados, caracterizados por la presencia de poderes ocultos que han atravesado toda la historia de nuestro país, ha influido y dirigido su curso...”. Según el magistrado palermitano lo que surge de las investigaciones sobre la “negociación” entre Estado y mafia trae a la superficie la anterior temporada de atentados que “continua su sombra aún hoy”. El análisis de Ingroia va a tocar “el bloque de poder que quiere que las cosas se queden tal como están”, evidenciando como única posibilidad la de obtener una democracia completa, que le quede a la sociedad civil para restablecer el principio de igualdad y de libertad del condicionamiento de los poderes criminales, pasando a través de un solo instrumento: “¡Conquistar la verdad!”. Sólo podremos obtener justicia si la sociedad en su totalidad pretende conocer la verdad, y esto será posible sólo si llegamos a “individualizar, descubrir, conocer la verdad sobre nuestros orígenes”. “Nosotros somos hijos de esa temporada, huérfanos de estos maestros que ya no están” y sobre todo “huérfanos de la verdad sobre esa temporada”.
Para Ingroia aquella que se presenta es una “verdad, grave, molesta, incómoda, casi impronunciable”, pero “como ciudadanos tenemos que cargar sobre nuestros hombros la búsqueda de esta verdad”. Y cuando una verdad es tan molesta e incómoda “puede ser sólo una conquista colectiva”, creando así un movimiento amplio “que desea verdad y justicia”. Para el fiscal adjunto de Palermo esta fase de la grave crisis ético-moral y político-institucional “tiene extrañas similitudes con la crisis político-institucional y ético-moral de 1992”. Un peligroso paralelismo que no da lugar a la imaginación. Hacia la conclusión de su discurso un recuerdo de “esos valores hacia los cuales Paolo Borsellino había formado su conducta profesional y humana” que “no pertenecían sólo a sus últimos días, sino a toda su existencia...”. “Sólo así podremos conquistar una plena libertad en nuestro futuro e incluso algún reconocimiento de parte de Paolo Borsellino que nos recuerda...”.
Un larguísimo aplauso cierra la ponencia de Antonio Ingroia y anticipa la presentación de Salvatore Borsellino. El hermano del juez se pone de pie. La rabia que se desprende de sus palabras retumba en el altísimo techo de esta aula austera. A esta altura Salvatore ya no habla, grita toda su sed de justicia y de verdad por este nuestro desgraciado país. Salvatore recuerda el sentido de “optimismo” de su hermano con respecto a los jóvenes que tendrían una mayor consciencia cívica para enfrentar a la mafia; ese optimismo que quedara en la última carta que Paolo Borsellino escribiera a una profesora de Padua en la mañana del 19 de julio de 1992. “En Italia no todos desean la verdad, la justicia, no sólo quien nos gobierna, pero probablemente también a muchas personas no le interesa...!”. El recuerdo de Salvatore se dirige “al amor de Paolo”. “Sólo el amor dura mucho en la vida... han muerto muchos magistrados, muchas otras personas, pero sólo Paolo ha dejado a su alrededor este amor, porque lo llevaba dentro... era por amor que él luchaba”... “Recuerdo perfectamente el discurso de Paolo en la misa en honor a Falcone, hablando de Giovanni Falcone mi hermano dijo: '¿Porqué no han huido...? ¿Por qué no han abandonado...? ¡Por amor!'”...”¡Era como si estuviese hablando de sí mismo – señala Salvatore –porque es por amor que Salvatore sacrificó su vida! ¡Es por amor que Paolo les negó las últimas caricias a sus hijos, que aceptó sacrificarse por todos nosotros! Él también habría podido escaparse, se habría podido ir, habría podido detenerse...”. “En el momento en el cual alguien le habló de la 'negociación', en el momento en el cual, quizás Nicola Mancino (el 1° de julio del 92') le comunicó que tenía que detenerse y que había una 'negociación' en curso, que tenía que interrumpir todo, la reacción de Paolo tiene que haber sido tan violenta, tan absoluta, al punto de amenazar con revelar a la opinión pública todo lo que le había sido dicho, que a esta altura no quedaba más que una posibilidad: eliminarlo y hacerlo rápido, mucho más rápido de lo que la mafia había planeado y es por ésto que Paolo fue asesinado...”. La voz de Salvatore aumenta cada vez más de intensidad. “Los chicos de hoy luchan por Paolo, lo hacen a pesar de no haberlo conocido, porque detrás tienen el amor de Paolo... y yo creo que el amor de Paolo es lo más hermoso que nos ha dejado...”.
“Ahora he comprendido lo que debe ser la esperanza – dice lentamente Salvatore – la misma esperanza que Paolo tenía y con la cual murió y es que estos jóvenes puedan vivir en un país donde la vida valga la pena ser vivida... Ese país, ese sueño por el cual Paolo sacrificó su vida...”. De inmediato surge el aplauso, fuerte, interminable, la gente se pone de pie, muchos están conmovidos. Salvatore abre el libro que representa la agenda roja en la página con el dibujo del rostro de Paolo. La levanta. Muchas personas del público levantan el mismo libro rojo, erguido, como símbolo del reclamo de justicia y verdad por la agenda roja de Paolo Borsellino desaparecida en el 92'.
Luego de unos minutos quien toma la palabra es el fiscal Antonino Di Matteo, emocionado aún por las palabras de Salvatore. “Paolo Borsellino – comienza Di Matteo – caracterizó su vida, su conducta profesional, su vida social con una marca indeleble: la de la claridad, del coraje, de asumir sus propias responsabilidades”. “Este no es el momento de la prudencia, no es el momento de prestar atención a las consecuencias eventualmente perjudiciales, no es el momento en el cual se puede privilegiar una tendencia natural en cada uno de nosotros de vivir tranquilos. Es el momento del valor, de la claridad, de la expresión de las propias opiniones con honestidad conceptual, pero sin falsedades y sin tácticas”.
“Por como conocí a Paolo Borsellino – explica el fiscal sustituto de Palermo – sobre todo por la lectura de tantos actos procesales, tantas participaciones públicas suyas, creo que Paolo Borsellino se habría inspirado en estos criterios, no tengo ninguna duda de ello, así como no dudo que quienes intentan contraponer a quienes tienen el valor de hablar de las figuras de Falcone y Borsellino como “magistrados silentes” lo hacen con mala fe y afirmando clamorosamente cosas que no son verdaderas”. El magistrado palermitano enfrenta nuevamente la cuestión de lo que ha sido definido como una “guerra entre la política y la magistratura”. “Estoy convencido – afirma Di Matteo – de que es una clamorosa mistificación. ¡No ha habido ninguna guerra recíproca, lo que ha habido y hay todavía es una ofensiva violenta, unilateral, de una parte muy acreditada de la política, hacia la magistratura! ¡Es una guerra unilateral, pero la magistratura ha resistido, resiste y resistirá, en nombre de los principios constitucionales sobre los cuales hemos jurado!” Posteriormente explica el argumento de las complicidades externas en los atentados del 92'.
“Estas investigaciones – afirma con fuerza – están viviendo una fase crucial y extremadamente difícil. Surgen cada vez más evidentes y peligrosos los solapados contragolpes hacia a la exigencia de verdad. También advertimos el peligro de que pueda haber intereses en la intención de deslegitimar a priori las declaraciones de aquellos colaboradores de justicia (mafiosos arrepentidos) y de aquellos testigos que han osado afrontar argumentos tan delicados, empezamos a percibir la molestia generalizada por nuestras investigaciones. Percibimos cómo el muro de goma del silencio y del olvido tiende a consolidarse nuevamente; percibimos este peligro cuando advertimos como evidentes la gran cantidad de reticencias, los tantos 'no recuerdo', las evidentes omisiones que caracterizan las declaraciones de demasiados testigos institucionales”. “Nosotros seguiremos adelante – subraya Di Matteo – de eso no hay ninguna duda, sentimos el deber ético, incluso antes que el jurídico, de continuar hasta el fondo, para saber qué fue lo que ocurrió. Seguiremos adelante, tampoco nos sorprendería que alguien tratara de quitarnos la posibilidad de investigar sobre estos temas, porque nosotros tenemos un deber ético, porque somos ciudadanos que creemos en el Estado, somos magistrados que creemos en el Estado”.
“Tenemos que entender – aclara el fiscal del proceso por la fallida captura de Provenzano – si realmente Estado y mafia, dos entidades que tendrían que andar por caminos paralelos que no se encuentran jamás, en cambio hayan buscado y encontrado espacios de diálogo y si hayan sellado acuerdos inconfesables, porque si así ha sido, además, han humillado (en nombre de una razón de Estado contraria a la esencia de nuestra República Democrática) la acción de hombres como Paolo Borsellino que pretendía combatir a la mafia sin hacer pactos, sólo con las armas de la ley, del código y del derecho”. “Nosotros continuaremos porque creemos en el Estado y porque somos conscientes de que un Estado que demuestre el temor de descubrir verdades demasiado incómodas, un Estado que no fuese capaz, en el momento que surgieran los requisitos, para procesarse a sí mismo, se asumiría una responsabilidad ulterior y enorme, la de perpetuar incluso para el futuro el poder más solapado de la mafia que es el del chantaje hacia las instituciones públicas”. En el llamado final Antonino Di Matteo la abnegación y el espíritu de servicio de un magistrado integérrimo. "Todos vosotros seguiréis honrando a Paolo Borsellino si mantenéis viva y constante vuestra atención, y alimentando vuestra sed de justicia y de verdad”. “Nosotros como magistrados tenemos el deber de resistir, a pesar de todo, inspirándonos en su coraje, en la pasión de Paolo Borsellino, en su independencia de todo centro de poder evidente u oculto, empeñándonos más que antes en la consciencia de ejercer cotidianamente un poder no un fin en sí mismo, sino un servicio a favor del pueblo, de los más débiles, de que los ciudadanos sean realmente todos iguales ante la ley”.
Un larguísimo aplauso cierra la presentación del Doctor Di Matteo, dando espacio a la última participación prevista, la del coautor del libro “Gli ultimi giorni di Paolo Borsellino” (Los últimos días de Paolo Borsellino), Giorgio Bongiovanni.
“Tengo la absoluta certeza – afirma el director de Antimafia Duemila –, pero, como decía Pierpaolo Pasolini: 'Yo se pero no tengo las pruebas', que Paolo Borsellino habría indagado a personajes de muy alto nivel que hoy mandan en Italia”. Bongiovanni se detiene en analizar como Falcone y Borsellino habrían impedido con todas sus fuerzas que este poder connivente hubiera podido arruinar a la Italia, así como ha hecho, y como el mismo sistema criminal hubiese ordenado la condena a muerte de ambos jueces. A esta altura la llamada “negociación” entre Estado y mafia confluyó en un verdadero “acuerdo”. Una nueva Hidra, el monstruo mitológico de muchas cabezas, representado por el poder político, económico y criminal. “Al acuerdo entre mafia y Estado – continúa el director – pueden detenerlo los jueces que hoy están aquí, junto a algunos colegas suyos. Nosotros tenemos que defender a estos magistrados que son la continuación de Paolo Borsellino y que, con sus investigaciones, podrían poner en riesgo este acuerdo. ¡Si estos jueces logran desmantelar este poder serán asesinados de la misma forma devastadora en la cual fue asesinado Paolo Borsellino! ¡Y nosotros no lo podemos permitir, tenemos que impedirlo haciendo prevención! Si este poder desea seguir tiranizando a nuestro país, se pondrá otra máscara, que ya no se llamará más Berlusconi, sino que tendrá otro nombre, y el acuerdo con este sistema de poder no se romperá”.
La gente escucha sin respirar, los ojos están dirigidos a los magistrados presentes en la mesa. “No creáis que el peligro para los jueces haya terminado con los arrestos de los mafiosos – concluye Bongiovanni – con los viejos Riina y Provenzano en la cárcel. Ese sistema de poder que el fiscal Scarpinato cita con la definición de 'Príncipe'*, cultiva siempre una fuerza militar. ¿Hay nuevos jefes de la mafia? Seguramente Matteo Messina Denaro, ¿pero quiénes son los nuevos soldados rampantes? No es difícil poner en manos de estos personajes, que Antonino Giuffrè define como 'potros indomables', una bazooka o un coche bomba lleno de trotil. Y no es difícil hacerlo en Sicilia, quizás lo sea más en el norte. No es difícil asesinar a nuestros magistrados si se siguen obstinando en romper este acuerdo para hacer triunfar a las instituciones, a la democracia y a la Constitución de nuestro país. Cada uno de nosotros tiene un deber, dentro de sus límites, nosotros como periodistas, los laicos, los creyentes, los ateos: defendámoslos, defendámoslos, ¡Defendámoslos!” El aplauso ensordecedor del público libera la tensión y se funde en un tipo de promesa de mantener fiel ese compromiso.
Inmediatamente después en el Cine Edison, es el turno de la proyección de la película de Salvatore Borsellino y Marco Canestrari: “19 de julio de 1992. Un atentado de Estado”. El largometraje es un documental apasionado y bien realizado gracias a la redacción de 19luglio1992.com que aborda el misterio del atentado de la calle Via D'Amelio, a través de los testimonios de magistrados y periodistas que están buscando la verdad (será distribuido por el periódico “Il Fatto Quotidiano” a partir del 8 de febrero).
El periodista del diario “L'Unità”, Nicola Biondo, presente en el evento, se pregunta provocativamente si el motivo por el cual la mayoría de los italianos no desee conocer la verdad sobre los atentados sea debido al hecho de que la mafia sigue siendo al día de hoy la empresa nº 1 en Italia, o si en cambio no será tal vez porque “los italianos hayan sido más realistas que el <Rey>”. Las imágenes del atentado del 19 de julio del 92' relampaguean en la pantalla gigante, mientras que por momentos Salvatore cierra los ojos para no ver. Es él mismo al final de la proyección, durante el debate moderado por Lidia Undiemi con Antonio Ingroia, Marco Canestrari y Nicola Biondo, quien explica el motivo de su imposibilidad de soportar aún esas imágenes. Salvatore quedó profundamente emocionado por las declaraciones precedentes de Antonio Ingroia sobre el riesgo de una nueva fase de falta de atención en cuanto a las investigaciones sobre la “negociación” y sobre los “ideólogos externos” de los atentados del 92' y 93'. El hermano de Paolo Borsellino no acepta sobre todo que un magistrado como Ingroia denuncie el peligro de que “puedan ocurrir hechos” dirigidos a impedir que esta verdad salga a la luz. ¿A qué “hechos” se refiere el fiscal adjunto de Palermo? Salvatore no tiene paz, teme por la incolumidad de estos jueces que están en primera línea, grita toda su rabia y pide a toda voz que la opinión pública siga apoyando aún más fuertemente a estos magistrados. Es él quien transmite con toda su ansiedad la urgencia de no detenerse y de seguir luchando al lado de ellos.
Antes de que sea demasiado tarde.
Un último sentido y profundo agradecimiento es para los oradores de la presentación de nuestro libro. En cuanto a lo que ha sido dicho en relación a nosotros y a nuestro trabajo podemos solo tratar de corresponder continuando en el cumplimiento de nuestro deber.
Escuchando sus palabras percibimos nuevamente la esencia de Paolo Borsellino que vive a través de ellos, sentimos cómo el espíritu inmortal de este hombre sigue obrando sobre esta tierra por el mismo motivo que lo ha caracterizado durante su vida: por amor.
En nombre de ese amor y para rendir justicia hacia él y a todos los mártires que lo han acompañado, cada uno de nosotros tiene el deber moral de seguir luchando. El tiempo es éste.
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