CARLO ALBERTO DALLA CHIESA: PADRE DE LA PATRIA ASESINADO POR LAS VÍBORAS DEL ESTADO-MAFIA
Un asesinato político, planeado, deseado y organizado por "mentes refinadísimas": el padre de la patria, Carlo Alberto dalla Chiesa, ex general de carabineros y luego prefecto de Palermo, fue asesinado el 3 de septiembre de 1982 en via Isidoro Carini en Palermo, junto con su joven esposa Emanuela Setti Carraro y el agente de su custodia Domenico Russo.
Fue muy valiosa la colaboración de Calogero Ganci que, hablando con el magistrado Luca Tescaroli (ahora fiscal jefe de Prato), contó los detalles de aquel trágico día. Explicó que condujo el auto desde el que Antonino Madonia empezó a disparar con un rifle Kalashnikov y, en interrogatorios posteriores, Ganci indicó los métodos organizativos y ejecutivos de la emboscada. El 12 de julio siguiente, su primo Francesco Paolo Anzelmo lo siguió en su decisión de colaborar con la justicia y declaró que la masacre no fue provocada por la guerra mafiosa, sino que era "algo que vino de afuera".
Mientras tanto, el 10 de junio de 1996, el Tribunal de Casación puso fin al maxi proceso, iniciado más de una década antes, y declaró la culpabilidad, por haber dado la orden, de Salvatore Riina y de otros seis miembros de la comisión provincial de Palermo: Bernardo Provenzano, Michele Greco, Pippo Calò, Bernardo Brusca y Nenè Geraci.
La condena de Madonia y de otro miembro del comando. Vincenzo Galatolo, pasó a ser definitiva tras la sentencia de la Corte de Casación del 22 de junio de 2004.
Además de ellos, Pino Greco "Scarpuzzedda", Raffaele Ganci, Francesco Paolo Anzelmo, Giuseppe Lucchese, Vincenzo Galatolo y Nino Madonia fueron condenados como miembros del grupo de fuego.
El trabajo nefasto y sinérgico del Estado-mafia creó tal masacre que incluso el jefe de jefes, Totò Riina, hablando con su compañero de prisión Alberto Lorusso en la cárcel Opera de Milán, describió con emoción: "Tan pronto como salió, con su esposa, lo seguimos de lejos. Podría haberlo hecho allí, para ser más espectacular, en el hotel, pero estas cosas me molestan". Y luego agregó: "Al día siguiente le dije: 'Pino, Pino (refiriéndose a Pino Greco conocido como Scarpuzzedda, uno de los asesinos más infames de Cosa Nostra, ndr) mejor si vas a buscar las cosas, preparemos las armas'". "A primera vista, a primera vista -concluye- fuimos varios… éramos unos siete, ocho de los terribles, éramos terribles. Ya estaba muerto pero a pesar de que estaba muerto le disparamos donde estaba, apenas salió ta, ta, ta, y murió".
Sin embargo, quienes piensan en esta masacre como un mero acto de venganza de Cosa Nostra hacia un servidor leal del Estado (el honesto) se engañan.
Como se indica en la sentencia del 2002, "podemos ciertamente estar de acuerdo con quienes sostienen que persisten grandes zonas grises, tanto en lo que respecta a la forma en que el general fue enviado a Sicilia para hacer frente al fenómeno mafioso, como a la coexistencia de intereses específicos, en el seno de las instituciones, para eliminar el peligro que representaba la determinación y la capacidad del general".
No tiene sentido andarse con rodeos: las víboras que anidaban en los pasillos del poder del Estado-mafia enviaron al general a Palermo para que lo mataran; para ser arrojado "al viento ni bien determinados intereses fueron o podían ser tocados o reducidos", escribió el prefecto en sus diarios.
Pero ¿cuáles eran esos nefastos intereses? ¿Podemos realmente pensar que fue sólo Cosa Nostra? Totalmente improbable.
El prefecto no fue incluido en la "lista negra" a pesar de haber investigado a la mafia (la corleonesa y otras) en Sicilia entre finales de los años '60 y principios de los años '70. Simplemente porque, como dijo su hija Simona dalla Chiesa, a Cosa Nostra "no le convenía".
Incluso las confidencias de Pino Greco "Scarpuzzedda" al futuro arrepentido Tullio Cannella confirmaron ese cuadro: este asesinato "nos consumió, serán necesarios al menos diez años para enderezar el barco y la situación".
A estas declaraciones se suman las del jefe Giuseppe Guttadauro a su amigo de confianza Salvatore Aragona, interceptadas en el 2001 por los magistrados de Palermo coordinados por el fiscal Nino Di Matteo (ahora fiscal nacional adjunto antimafia y exconsejero togado del CSM, Consejo Superior de la Magistratura) que investigaban al ex gobernador de Sicilia, Salvatore Cuffaro, luego condenado en forma definitiva por complicidad agravada con la mafia.
"Pero a quién carajo le importaba matar a dalla Chiesa, vamos, hablemos claro", dijo el jefe Guttadauro.
Aragona asintió y habló de un misterioso "orquestador". Los Carabineros del ROS (Reparto Operativo Especial del Arma de Carabineros) escribieron a la Fiscalía comentando: "Guttadauro creía que en la masacre de dalla Chiesa había una dirección oculta por parte de alguien que esencialmente se había salvado a sí mismo de la situación". "Pero por qué siempre tenemos que pagar por las cosas", mencionó Aragona. "¿Y por qué tuvimos que hacer este favor?", respondió Guttadauro. "No entiendo -insistió Guttadauro- este impulso a ciertas exasperaciones. ¿Por qué nos dejamos meter en la picadora de carne?".
Entonces ¿quién en 1982 le pidió a la mafia el "favor" de matar a Carlo Alberto dalla Chiesa? ¿Quién fue el "orquestador"?
"Pero no podemos resolver y comprender todas las cosas con palabras -prosiguió Guttadauro- hay cosas que nunca diré, nunca saldrán de mí". Incluso los mafiosos se quejaron de que la responsabilidad por los crímenes excelentes sólo recaía en los ejecutores y los autores intelectuales de la mafia. Estos, de hecho, han sido utilizados muchas veces como brazo armado para operaciones militares que al final casi siempre han resultado inconvenientes para la propia organización Cosa Nostra. "Bajo ese paraguas sólo pueden caber los políticos -sentenció Guttadauro- van a ver que en los distintos juicios los únicos que no tendrán problemas serán los políticos".
El instigador está dentro de la Democracia Cristiana
El 8 de marzo del 2017, Roberto Scarpinato, entonces fiscal general de Palermo (hoy senador), reveló en una sesión secreta de la Comisión Antimafia que Gioacchino Pennino (médico, hombre de Cosa Nostra y masón, convertido en colaborador de justicia) dijo haber sabido por otros masones que "la orden de eliminar a Carlo Alberto dalla Chiesa llegó a Palermo desde Roma, del diputado Francesco Cosentino", un democristiano, muy fiel a Giulio Andreotti, secretario general de la Cámara de Diputados y figura importante de la Logia Masónica P2 de Licio Gelli. Scarpinato, sobre el papel de Cosentino, no proporcionó más detalles, pero ya el 6 de diciembre de 1982 la esposa de Cosentino, Clara Canetti, ante la Comisión P2 de Tina Anselmi había establecido el "peso" del honorable demócrata cristiano dentro de la logia masónica: "Gelli era sólo el cuarto. El primero era Andreotti, el segundo era Francesco Cosentino, el tercero era Umberto Ortolani, y el cuarto era Licio Gelli". Se lo repitió el 2 de febrero de 1989 a Michele Santoro en el programa de televisión Samarcanda: "Mi marido me dijo que por encima de Gelli y Ortolani estaban Andreotti y Cosentino".
Por tanto, no erala última pieza del escudo cruzado.
Además, su nombre fue señalado con un marcador amarillo en la lista de 962 nombres (conocidos) de miembros de la Logia P2, junto con los de Licio Gelli, Michele Sindona, Roberto Calvi y Silvio Berlusconi.
Y además, el nombre Cosentino aparece también en los diarios de otro miembro, el director de 'OP' Mino Pecorelli, que anotó sus nombramientos: "Costa-Berlusconi-Licio-Gregori-Cosentino" (5 de septiembre de 1977): "Berlusconi-Cosentino" (16 de octubre de 1977); "Cosentino-Berlusconi-Montedison" (27 de octubre de 1977).
Delicados equilibrios de poder
El hijo del general, Nando dalla Chiesa, nos dijo el año pasado que su padre fue asesinado porque había un partido (la Democracia Cristiana) que "trataba de salvar el equilibrio nacional". Los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino también hablaron de política en relación con el crimen, refiriéndose a una matriz resultante de una "convergencia de intereses entre Cosa Nostra y sectores políticos y económicos".
Una pieza fundamental, la política, que hace sentir todo su peso el 5 de abril de 1982: ese día -pocos días antes de partir hacia Sicilia para dirigir la prefectura- dalla Chiesa se reunió con el Primer Ministro Giulio Andreotti y le dijo: "No tendré consideración por esa parte del electorado de la cual sus grandes electores se aprocechan".
Lo cuenta su hijo, Nando dalla Chiesa, en el libro "Delitto Imperfetto". "Mi padre nos dijo después de esa conversación: 'Fui a ver a Andreotti y cuando le conté todo lo que se decía de su gente en Sicilia se puso blanco'".
¿Fue en ese momento que el General firmó su sentencia de muerte?
El general, que ya había luchado contra el terrorismo rojo, seguramente no se habría detenido. Habría cumplido con su deber contra Cosa Nostra, investigando a fondo los vínculos que la organización criminal llevaba a cabo con otros segmentos del poder, desde la economía hasta los segmentos desviados de la política.
Esta última, recordemos, estaba en manos de los democristianos de Andreotti, a los que el prefecto dalla Chiesa definió como "la familia política más contaminada". "Aunque parezca absurdo hasta ese momento gozaba de la máxima confianza del gobierno y del propio Andreotti", recordó el magistrado de Catania, Sebastiano Ardita. Pero luego, después de esa reunión con el Primer Ministro, los miembros de la DC le declararon la guerra porque dalla Chiesa había entendido que la fuerza de la mafia dependía de esas coberturas políticas. A pesar de ello, dalla Chiesa cumplió con su deber hasta el día de la masacre con los pocos medios legislativos y operativos que en ese momento poseía el Ejército, y que el General había pedido al Estado para luchar contra las organizaciones mafiosas en Sicilia. Herramientas que hoy, sólo después de su muerte, y la de decenas de otros servidores del Estado, posee el país.
El desvío de las investigaciones
El largo camino para descubrir la verdad se caracterizó por el desvío de las investigaciones del criminal convicto Giuseppe Spinoni (cuyos gastos legales fueron financiados por los servicios secretos), que dirigió las pesquisas hacia criminales completamente ajenos y que luego fue condenado por calumnia.
Pero este es sólo uno de los elementos que caracterizaron a esta masacre estatal. Y siempre era el jefe de jefes, Totò Riina, quien habló de otros detalles como el robo de documentos del general.
"Ellos -dijo el jefe corleonés- cuando llegó el momento... de dalla Chiesa... lo hicieron, carajo, se la abrieron, le abrieron la caja fuerte... le quitaron todo". Y con ellos se refería a entornos externos a Cosa Nostra. ¿Los servicios secretos? Una posibilidad nada remota.
Se sabe que alguien entró en la casa del prefecto en Villa Pajno durante la noche del 3 al 4 de septiembre de 1982. Llegó a la caja fuerte y la vació.
De hecho, la mañana del 4 de septiembre, la familia de dalla Chiesa buscó la llave para abrir esa caja fuerte pero sin éxito. La llave no apareció hasta la tarde del 11 de septiembre, en el cajón de una secretaria. Sin embargo, cuando se abrió la caja fuerte, no quedaba nada en su interior excepto una caja (también vacía).
"Encontramos la llave de la caja fuerte en un estante -dijo en 2016 la hija del general, Simona dalla Chiesa- que no habíamos notado en nuestra investigación, no estaba allí antes. Y la caja fuerte estaba vacía. La desvergüenza que vimos fue una nueva herida para nosotros".
El maletín de cuero del general, sin embargo, fue encontrado en el 2013 en el sótano del tribunal de Palermo. Estaba vacía. Sin embargo, en el informe de inspección de la policía científica, conservado en el expediente judicial sobre la masacre de Via Carini, se certifica que poco después de las 21.30 horas del 3 de septiembre de 1982, Carlo Alberto dalla Chiesa (muerto ya desde hacía quince minutos en el interior de su coche) tenía entre sus piernas un maletín lleno de papeles. En otro informe, fechado el 6 de septiembre, de la Escuadra Móvil de Palermo a la Fiscalía de la República de Palermo, que solo menciona el maletín del general. ¿Y los documentos? Desaparecieron en el aire.
En un vídeo de la RAI, incorporado por los magistrados de la DIA (Dirección de Investigaciones Antimafia), a disposición de la Fiscalía de Palermo, el maletín de cuero fue inmortalizado en las manos de un militar del Arma de Carabineros.
En septiembre del 2012, en una carta anónima que llegó al entonces fiscal adjunto Nino Di Matteo, se decía que "un oficial de Carabineros en servicio en Palermo estaba preocupado por haber robado el maletín de cuero marrón que contenía documentos candentes, sobre todo nombres candentes relativos a investigaciones que dalla Chiesa estaba tratando de realizar por sí solo". Además, se habló de una oficina reservada que el general Dalla Chiesa habría tenido en el cuartel de Piazza Verdi, sede del comando provincial de los Carabineros: "Estaba situada frente a la unidad de mando de Rono y allí había carpetas, notas y mensajes". La fiscalía de Palermo, a través de los fiscales que investigaban sobre la Tratativa Estado-mafia, reabrieron ese expediente y citaron a Nando dalla Chiesa como testigo. Hasta hoy de aquella investigación no se supo nada, pero numerosas preguntas permanecen abiertas.
A pesar del tiempo transcurrido, no podemos dejar de esperar que se encuentre una verdad completa sobre la muerte del general dalla Chiesa, verdadero padre de nuestra patria.
Necesitamos descubrir a quién le fue útil la eliminación del general. ¿A quién le hizo Cosa Nostra ese 'favor'? ¿Qué obtuvo de todo ello? ¿Qué le prometieron las 'mentes refinadísimas' a la 'Cúpula'?
El trabajo de difamar
Carlo Alberto dalla Chiesa no fue dejado en paz ni siquiera después de su muerte, hasta el punto de que se orquestó una campaña para manchar su nombre.
Es una historia que tiene raíces antiguas. En otoño de 1976, el comandante general del ejército, Enrico Mino, informó al general de que en febrero de 1977 él también tendría que abandonar el mando de brigada de Turín y que tendría que permanecer "disponible" durante algún tiempo. Una manera tan buena como cualquier otra de decir "estacionado". El epílogo de esta historia concluyó en el otoño de 1976 con la firma de Carlo Alberto dalla Chiesa en una solicitud de ingreso en la P2, ofrecida "expertamente" por Franco Picchiotti, general de Carabineros y comandante de la Legión de Roma. Fue él, también según el propio testimonio de dalla Chiesa, quien le ofreció aquel 'bocado envenenado'. "En octubre de 1976 -dijo el General el 23 de febrero de 1982 ante la comisión de investigación del caso Moro- recibí en mi despacho de Turín al general Picchiotti, que había sido subcomandante de la fuerza, y me habló de esta masonería, diciéndome que lo correcto era que yo formara parte de ella. Obviamente me resistí, diciendo que no me interesaba, que mi padre siempre había estado alejado de estos conceptos, pero insistió, entonces le dije que yo era católico practicante y él me dijo que también había cardenales involucrados. Al cabo de hora y media se fue sin que yo hiciera el más mínimo gesto de asentimiento. Después de unos quince días, alrededor del 28 de octubre, volvió a traerme la solicitud impresa. Entonces en ese momento me dije a mí mismo que quería ver hasta dónde llegábamos. ¡Era impensable que después de haber rechazado tan resueltamente un argumento, un ex subcomandante de la fuerza se presentara con un pedido así!". La solicitud estaba fechada el 28 de octubre de 1976. Fue encontrada más de cuatro años después, durante la búsqueda llevada a cabo. en el despacho de Licio Gelli en Castiglione Fibocchi, guardado en la caja fuerte del despacho, en una carpeta titulada "suspendido".
La pertenencia del general a la Logia P2, de hecho, nunca fue verificada en ninguno de los dos órganos competentes: ni por la Comisión Parlamentaria de la P2 ni por los jueces Gherardo Colombo y Giuliano Turone.
¿Carlo Alberto dalla Chiesa fue asesinado por la mafia?
Es cierto que Cosa Nostra hizo su parte. Pero quizás, 42 años después, haya llegado el momento de decir que fue asesinado por el Estado-Mafia y la Mafia-Estado. Sicilia e Italia ya no son lo que eran entonces y en Palermo queda un recuerdo muy pálido de Carlo Alberto dalla Chiesa pero no hay que dejar de buscar esas "mentes refinadísimas" de las que hablaba Giovanni Falcone, que siempre están presentes detrás de los crímenes "híbridos" de nuestra República.
*Foto de Portada: Antimafia Duemila
*Foto 2: El lugar del asesinato del prefecto Carlo Alberto dalla Chiesa, junto con su esposa Emanuela Setti Carraro y el agente de custodia Domenico Russo © Franco Zecchin
*Foto 3: Paolo Borsellino y Giovanni Falcone © Shobha
*Foto 4:Giulio Andreotti © Shobha