Viernes 18 Abril 2025

No es descabellado, hoy por hoy, pero ni por asomo, centrarse en ésta premisa de defenderse (denunciar, señalar y expresarse) públicamente de un exaltado y repulsivo  machifascismo, visiblemente campante y presente a todos los niveles,  en una movilización archicoconocida en el Uruguay (y en el mundo) otro 8 de marzo, de otro año más. Miles, porque son miles de mujeres las que en calles, avenidas, explanadas y plazas de la ciudad de Montevideo, capital del Uruguay,  aún bajo una fina llovisna, no pierden ni un minuto para remarcar a todas luces, y a los cuatro puntos cardinales, que el feminismo no es un slogan , sino que es una expresión de vida, de una vida de lucha, y como tal, además de llevar sus riesgos, significa un emblema de una movilización sin fronteras. ¿Por qué? Porque ahora -desafortunadamente- asociar machismo con fascismo, en no pocos países de la región -y allende el Atlántico- no solo espanta, sino que además desata una muy fuerte y tenaz resistencia en filas no exclusivas de organizaciones feministas, lo que la hace más fuerte e intensa aún. Es que ya no se puede tolerar más, que ese lacerante, oprobioso y antiquísimo patriarcalismo, extendido por el mundo, siga pavoneándose en él, impúnemente. Se trata de una lucha; una más que peculiar lucha, que procura, a puro pulmón, y tenacidad, posicionarse entre las miasmas de los machirulos, los fascistas y los autoritarios. Se trata, en sí mismo, de un cúmulo de movilizaciones, o mejor dicho, de un masivo escrache al machifascimo, que solapado o descarado, sigue vigente, destruyendo vidas, emocionalidades, derechos, y valores; pero (y es lo más grave) por sobre todo, naturalizándose, para que continúe siendo poderoso y supremacista.Dentro de fronteras uruguayas y fuera de ellas.

Arte teatral libre, y resistencias expresadas bajo múltiples formas. Una jornada multicolor y multifacética (por la diversidad de organizaciones que la convocan) con una sola impronta : la de vencer la lucha, y no dejarse avasallar. Cuadras y cuadras, metros y metros de calzada, visibilizando que el avance patriarcal merece un alto; que merece una resistencia de igual o mayor magnitud; y que merece, especialmente, que las sociedades, desde las bases más populares, hasta las más altas esferas, destilen acciones de alerta; el alerta permanente, pero no solo para reivindicar principios legítimos, sino para que los hechos de violencia, que acarrean muertes y efectos irreversibles en las víctimas, como los destratos, las marginaciones y las exclusiones,  no se sigan repitiendo. 

Un estado de alerta, repito, e insisto, permanente. Porque solo así los seres humanos sumidos en la indiferencia podrán, ante tanto bullicio, ante una movilización masiva, darse cuenta de que algo está ocurriendo a la vuelta de la esquina; porque el machismo, el patricado y el más rancio fascismo, ahora -en nuestros días-  está tan metido en la sangre de tantas generaciones que vaya que cuesta derribarlo. Y eso se ve acá en el Uruguay, en la Argentina, en el Paraguay, y así podremos ir dando la vuelta al mundo.

No por casualidad, estos días que vive la humanidad, son de lucha social diaria para unos, y son de enriquecimiento e individualismo, diario, para otros. Segundos , minutos, días y semanas, y meses y años, de recurrentes desigualdades. Los autoritarismos más selectos y más recalcitrantes -uno de ellos el que se refiere a la violencia de género, al ADN patriarcal que se impone bajo todas las formas posibles- que se codean con a ideologia fascista esparcida en el mundo. Ese fascismo que se viste de democracia , y a veces de un progresismo demagógico, o literalmente funcional a intereses no propiamente dirigidos a respetar soberanías, derechos de los pueblos, y peor aún, luchas sociales genuinas; porque a veces, y eso está también presente, las luchas sociales están contaminadas , infiltradas y en definitiva, obstaculizadas, tal un carro por palos en las ruedas.

En ese contexto la lucha para frenar, pulverizar, destronar al machifascismo, es una lucha más, pero una muy particular,porque comprende a una de las facetas más sensibles de la humanidad, como es el la del sentido y el significado de la mujer, cuya presencia ancestralmente estuvo y está superditada al ADN macho, al ADN matriarcal; y solo ya por eso, cuánta sangre derramada, cuánto sufrimiento generado por generaciones, un buen día sobrevino el irremediable tiempo de decir basta. Pero un basta no por derecho ganado, porque no es una conquista únicamente, sino más bien es un tema que involucra a la especie humana: no se trata de que por ser mujer, hay que darle derechos, concesiones. No,no. Es un ser humano, y solo y mínimamente por eso, no hay nada que justifique ese viento machista, detestable y repugnante, que por generaciones y generaciones se ha impuesto, y se ha instalado en todo el planeta, porque cabe recordar, que ningun rincón del planeta está exento del patriarcado, que hoy es resistido a riesgo de extremismos y de malas interpretaciones, que podrían llegar a desvirtuar esa frontalidad, a la hora de encararlo. 

Los racismos ancestrales, que también son parte de los fascismos ancestrales y presentes, deben dejar de ser tales. Es darle valor a lo humano sin tanto discurso; pero es que ocurre lo contrario, porque hay discursos que lo justifican; que lo ratifican y lo hacen sacro.

Un desquicio de nuestra humanidad, que se precia de civilizada, a la vista de gente que se muere de hambre en las calles, que es explotada laboralmente, que es engañada por el sistema político , que es violentada por las demagogias y las hipocresías de turno, y que es víctima de los grandes personeros y los excelsos y maquiavelicos protagonistas del capital financiero con sus corporaciones criminales,dominando el mundo de la mano del crimen organizado, cuyos grandes tesoros obtenidos por el narcotráfico, por el tráfico de armas y por un sin fin de corrupciones, no hacen otra cosa  que subyugar a las poblaciones, llevándolos por senderos de muerte, desolación y desesperanza. Y como mermelada untada en el pan de la vida, el patriarcado sigue diciendo presente, afortunadamente desatando resistencias, revoluciones culturales, y finalmente un tiempo feminista, un tiempo matriarcal, que más tiene de esperanzador que de subversivo, como los fascistas lo entienden y sobre todo cuando alguna vez,  en Montevideo, el año pasado, feministas  artistas fueron señaladas por el dedo acusador que las calificó de instigadoras de odio, tan solo porque abogaron  por el pueblo palestino masacrado por el sionismo. Ese sionismo machifascista, que  en consecuencia accionó llevándolas  ante la Fiscalía Penal, la que finalmente se expidió archivando la denuncia, en la que se llegó a afirmar que hubo incitación al odio, cuando en realidad no hubo más que puro arte; que puro ejercicio de la libertad de expresión y pura -y legítima- denuncia de un genocidio en curso.

El machifascismo es todo un aquelarre que nos sobrevuela por sobre nuestras cabezas; y la lucha de las mujeres, es mascarón de proa para desarticular, desangrar y erradicar defintivamente ese ADN (esa genética maldita) de ese machifascismo, cruel, insensible y triturador de vidas. 

Y en eso se está; con más energía, con más ímpetu, con más conciencia, y con más fuerza, porque los tiempos apremian y los acontecimientos también, que por cierto no son exclusivamente los femicidios (que son solo una punta de un icebeg).  

“Nosotras, las mujeres, siempre hemos hablado a través del cuerpo, reivindicamos despatriarcalizar la vida y eso tiene que ver con expresarnos y hablar con la palabra y con el cuerpo, para romper con las formas tradicionales de militancia masculina que han sido siempre rígidas, a través de la oralidad y la razón”, explicó a La Diaria, Ivana Silvera, de la Coordinadora de Feminismos, sobre la marcha del 8M en Montevideo.

Tamara Abracinskas, de Mujer y Salud en Uruguay, hizo un agregado, memorable, subrayando que hay “preocupación general  por la situación a nivel regional y a nivel mundial de discursos de odio, discursos fascistas y la avanzada en los distintos lugares que está haciendo el fascismo”.

“La alerta es a poner frenos, aislar y cercar estos discursos”; “Tenemos una situación favorable por la asunción de un nuevo gobierno que es más acorde a la avanzada de derechos que propone el movimiento feminista.Existe un contexto mundial que ‘igual amenaza’. Es por eso que la propuesta es ir en contra del fascismo, para defender la democracia, trascendiendo lo electoral y a la nueva administración de gobierno. No es simplemente nombrar al fascismo, sino también salir de la parálisis que muchas veces puede generar y estar presentes, organizarnos, unirnos y resistir en conjunto”.

Ya claros los cimientos de la lucha feminista, las acciones, en coherencia con las ideas, se materializaron vertiginosamente, sobre la avenida 18 de julio de Montevideo, y en el mundo, para hacerse eco en el lugar y en el momento menos pensado. Una vez más.

Porque toda lucha conlleva el tan ansiado y más que precioso ingrediente de lo intemporal. Al que se suma el coraje, la transparencia, la honestidad y la clara conciencia de que como toda lucha, hay que practicarla, todos y cada uno de los 365 días del año.

Y solo así se podrá derrumbar, y hacer añicos, esas ideas machifascistas que todavía están, entre nosotros.