Como si se tratara de una burocacria inofensiva, el decreto de Javier Milei en la Argentina, dándose vía libre a los desalojos de las comunidades originarias (lo que es decir, que las resistencias a dejar esos territorios o se intensificarán o literalmente serán celéramente desmanteladas aplicándose todo el peso de la ley con el empleo de la fuerza pública, por cierto sustentada en el decreto presidencial en cuestión) se instaló en las últimas horas dentro de las fronteras del extenso territorio argentino. Una más, de las ya recurrentes y detestables medidas de gobierno, propiciadas -decreto mediante- directamente por uno de los más impopulares presidentes de la nación argentina, de los últimos tiempos. Una medida direccionada expresamente a los pueblos originarios, con el sabor amargo del racismo, de la supremacia y del autoritarismo más inmoral, históricamente hablando, que hayamos visto desde que ese señor -que de señor tiene muy poco- hubo llegado a la Casa Rosada apañado por quienes desde las sombras manejan los piolines de la economía argentina, sumisa a los intereses más abyectos del capital financiero internacional, desde cuyas entrañas no vieron nunca, con buenos ojos, esas luchas de los pueblos originarios por recuperar tierras o para evitar sus desalojos.
Finalmente, y mal que le pese a la decencia institucional argentina (si es que todavía le resta un poco, si acaso) el mandamás de turno “JM” optó por decreto gubernamental eliminar la protección con la que contaban los pueblos indígenas para frenar los desalojos de sus territorios. Esta más que áspera resolución contradice lisa y llanamente el artículo 75 de la Constitución. Artículo que reconoce la preexistencia étnica de los pueblos originarios. Artículo que garantiza la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionamente ocupan.
Mientras escribo éstas líneas se me vienen a mi mente las imágenes de la región en la que se registró el hecho de desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado, a orillas del río Chubut, en Pu Lof en Resistencia Cushamen, hace ya unos añitos atrás (primeros días de agosto de 2017) en oportunidad de estar allí con mi redactor José Guzmán precisamente para dar cobertura de ese episodio -de cuño y sello de Patricia Bulrich-Macri. Recuerdo perfectamente, que esa lucha mapuche se relacionaba precisamenta a la defensa de los territorios. Recuerdo haber visto allí a Norita Cortiñas. Recuerdo haber hablado con los jóvenes mapuches que nos recibieron con sus rostros cubiertos, explicándonos todos y cada uno de los pormenores de su lucha, de su accionar y de lo que allí había acontecido con el artista y militante anarquista Maldonado. Recuerdo tambien haberme encontrado por esos días con el hermano de Facundo Jones Huala, en Esquel, el que algunos meses atrás optó, como medida de resistencia, autoeliminare.
Mientras escribo éstas líneas, recuerdo todos esos episodios de defensa de los pueblos originarios; recuerdo haber estado también en la ciudad de Bariloche en ocasión del juicio a Jones Huala, visitando igualmente el territorio en el que fue baleado y muerto por prefectos del Grupo Albatros, el joven mapuche Rafael Nahuel el 25 de noviembre de 2017, en el marco de una heroica defensa de la zona perteneciente a la comunidad Lafken Winkul Mapú frente al lago Mascardi, en la provincia de Río Negro.
Son recuerdos que aluden a defensas de tierras; a defensas de derechos ancestrales; a defensas de tradiciones; a defensas legítimas de minorías vulnerables que reclaman el respeto de sus pertenencias comunitarias.
Hoy, esos recuerdos están sobre el tapete público porque Javier Milei ha dado un golpe bajo duro; muy duro, sobre las comunidades de los pueblos originarios, mediante el decreto identificado con el número1083/2024, declarando el fin de la emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras, tradicionalmente ocupadas por comunidades indígenas.Emergencia que hubo sido dispuesta (con lujo de detalles) en la Ley 26.160. Ley que fue sancionada en la administración Néstor Kirchner. Ley que ahora está siendo conculcada, descaradamente.
Y hay un punto a destacar sobre el decretazo de Milei. Un punto neurálgico si se quiere: el artículo 2 quedó literalmente sin efecto. ¿Y qué se marcaba en ese artículo?. Pues bien, durante su vigencia se suspendía la ejecución de sentencias y los actos administrativos tendientes al desalojo de esos territorios. Hoy ese artículo ya fué. Quedó en el pasado, dando lugar a que el Estado falle a favor de emprendimientos privados -sean personas físicas o jurídicas nacionales o extranjeras- portadores en no pocas oportunidades de títulos de propiedad irregulares, obviamente tras haber sido expedidos posteriormente a propiedad ancestral.
Estamos ante un decreto demoledor, hablando pronto y claro, sin miramientos, ni medias tintas. Un decreto que hace que hoy, la fragilidad de los pueblos comunitarios llegue a su punto más extremo , quedando a merced de intereses foráneos, no pocas familias de las comunidades mapuches. Familias que desde siempre han ido materializando reclamos ancestrales, pertenecientes a sus antepasados. Antepasados que hoy por hoy, con ese decreto, no son reconocidos ni contemplados. Sino más bien en contrario, están siendo pisoteados. Violentados.
Las tierras mapuches que alguna vez fueron parceladas irregularmente y vendidas ilegalmente a personas, por parte del Estado nacional o provincial, ahorá están prácticamente a merced de los intereses particulares. Para las tierras mapuches no hay más consideraciones. Serán avasalladas sin remordimientos jurídicos, porque un decreto gubernamental las protege, para que no sean ni por asomo enajenables.
¿Las tierras mapuches seguramente se perderán en el tiempo, con este reciente decreto? Se corre ese riesgo, lo que significará también que las resistencias deberán sufrir también su metamorfosis, adaptándose a los nuevos malos tiempos. Y eso seguramente será un duro batallar.
Y sobreviene igualmente en ese decreto oprobioso, un mandato expreso: eliminar la prórroga de la Ley 26.160 hasta noviembre de 2025, sosteniéndose en la medida dispuesta por “JM” que su vigencia en favor de las comunidades avasalla los derechos de la ciudadanía y agravia las prerrogativas soberanas del Estado, interpretando maquiavelicamente -y no es metafórico ese calificativo- que “las prórrogas” habían permitido la proliferación de comunidades indígenas “como demandantes, que no cumplían las mínimas condiciones”.
Este maldito decreto, además, acusa a las comunidades indígenas de “usurpar” tierras y de “ejercer la violencia”, sugiriéndolas como responsables de daños de tenor ambiental, subrayando incluso su autoría de incendios y otra suerte de destrozos.
Pero hay más, en el capítulo del decreto que alude a los considerandos, se apunta contra las comunidades maliciosamente. Aduciendo que la vigencia de los derechos garantizados por esa Ley ( la 29.160), se genera inseguridad jurídica , la que causa además una grave afectacíón al derecho de propiedad de los legítimos dueños, que por cierto no son los pueblos originarios.
Todos y cada uno de los involucrados en la creación de éste decreto, o en el respaldo al mismo, no hicieron , ni hacen más, que buscar pretextos para que esa medida no sea ni criticada, ni mucho menos cuestionada o desvirtuada en su esencia. Las artimañas más lúgubres dirigidas a denostar toda defensa de los territorios de las comunidades de los pueblos originarios.
A pocas horas de conocerse la existencia de este decreto no se han podido aún saber respuestas de los pueblos originarios a tanta maldad institucional, a tanto odio destilado por el poder, para perjudicarlos profundamente, pero seguramente esas respuestas no se háran esperar. Seguramente las comunidades darán su parecer públicamente. Y no creo que esas respuestas sean diplomáticas.
Porque el accionar racista, discriminatorio, y supremacista del poder, y en particular del presidente argentino Javier Milei, ha arrojado al aire una medida de fuerza bruta y de insensibilidad indescriptile.
Se ha arrojado al aire, que respiramos, un decreto de mierda. Y cabe el epíteto porque resume que la esencia proviene de lo pútrido del personaje que hoy es Milei.
Sí, sí, Javier Milei. Con nombre y apellido.
*Foto de Portada : Gentileza de Eugenia Neme, Antimafia Dos Mil