Era inevitable. Si se quiere, hasta era una situación insalvable: que la presencia del presidente argentino Javier Milei en Montevideo, para dar cumplimiento a una agenda sistémica, recibiera una inmediata respuesta popular, de puro repudio a su visita al Uruguay. Partiendo de esa premisa, su breve permamencia en la capital tuvo sus efectos mediáticos, de la mano de asociaciones populares a las puertas mismas del hotel Radison de la PLaza Independencia, en el centro de la capital uruguaya. Una visita, que no brilló, como quizás él hubiera querido, porque en realidad, cuando asistió a un encuentro organizado por la Asociación de Dirigentes de Marketing, una andanada de calificativos y de protestas, con pancartas muy ben definidas y con sabor a escrache, le dieron la “bienvenida” a la vista pública. Y esto fue además registrado por los medios de prensa hegemónicos que se dieron cita allí, donde por si fuera poco, también se concentraron simpatizantes suyos, con un aire de provocación inconfundible, pretendiendo emularlo y ovacionarlo, sin lograrlo; ansiando igualmente, empañar una movilización pacífica y legitima, de pra denuncia, sin lograrlo.
Quizás, esos “libertarios” buscaban encender la chispa para materializar una confrontacion que no pasó de ser nada más que algunos momentos de tensiones con insultos y algunos roces efímeros, dentro de una situación que fue seguida a celosa distancia por fuerzas de seguridad, que felizmente no tuvieron la oportunidad de blandir sus bastones reglamentarios, ni tampoco de descargarlos sobre los ciudadanos movilizados.
Entonces, el evento en sí , fue un inequívoco rechazo generalizado a Milei, el que fue denunciado además -a través de los carteles exhibidos y de los cánticos que se oyeron- como responsable de todos los inenarrables hechos que están ocurriendo en su país. Hechos que se oponen a la libertad, y al respeto de los derechos humanos, y que lindan con la corrupción, y que son expresión inconfundible de avasallamientos por demás inmorales, dañándose vidas, y conquistas sociales, con el sello inconfundible de un mileismo devastador en tierras propias, y genocida, en tierras lejanas, por su exacerbado apoyo a un sionismo criminal y colonizador.
Entonces, insisto, fue una jornada de literal escrache a un autoritario, que se tilda de libertario. En ese soleado mediodía montevideano, ese sentir popular estuvo encuadrado en el más convicente y legítimo derecho de expresión y de protesta pública, señalando una gestión de gobierno (en el vecino país) a manos de un personaje que a la vista pública, no solo es en sí mismo una piedra del escándalo, sino que también es una evidencia innegable de lo que puede ser la incoherencia institucional, en tanto y en cuanto a un presidente se le ocurra ejercer el poder con mano dictatorial y de hierro, escudándose en un ropaje democrático descarado, y ficticio, procurando además, dar al mundo una imagen de credibilidad y de respeto a la vida, algo bastante distante de la realidad.
Múltiples organizaciones sociales se dieron cita en la Plaza Independencia: AFFUR, La Izquierda Diario, Pañuelos de Rebeldía, Plenaria Memoria y Justicia, Coordinación de Palestina,Charrúas antifascistas, Agrupación Argentina “Feministas del Abya Yala”, Our Voice y ciudadanos -que sin pertenecer a colectivos- no hicieron más que apoyar una movilización popular, en defensa de la vida y en clara denuncia del autoritarismo con el sello Javier Milei.
Y las pancartas lo resumieron todo: “Milei no sos libertario, sos autoritario”; “Genocida de jubilados”; “Genocida”; “Fuera Milei del Uruguay”; “Argentina saqueada por la casta empresarial, el ajuste lo pagan los pueblos”; “El gobierno de Milei niega el terrorismo de Estado y el genocidio sionista”.
Ese mediodía en Plaza Independencia los ánimos se caldearon porque los provocadores de siempre, buscaron roña, pero no lograron salirse con la suya, aún respaldados a prudencial distancia por fuerzas de seguridad, preparadas para marcar su presencia a golpes. Predominaron los insultos, las confrontaciones verbales. Predominó la cordura y la sensatez entre los provocados. Predominó el respeto también. Pero en filas opuestas se buscó intensamente el momento del desorden, el justificativo para que la represión diera rienda suelta a sus cometidos, y en esta oportunidad para proteger al visitante. ¿Protegerlo de qué y de quienes? No había en los movilizados más cometido que el de hacer público su repudio. Y punto. No había otros cometidos. Solo era la idea de concretar un escrache. De señalar con el dedo a un dictador vestido de republicano. A un genocida sionista, buscador de reconocimiento, de poder, y de idolatria, no importa a qué precio.
¿Un reconocimiento? Imposible. Al menos desde los sectores populares conscientes de lo que Javier es, y de lo que representa, imposible. No obstante, en medio de ese sólido repudio de los uruguayos activistas de causas sociales y de derechos humanos, se oyeron voces y gritos, e insultos de los que están en las antípodas autodefiniéndose como “uruguayos de bien” “recibiendo a Milei”. Insultos dirigidos a los que verdaderamente son pueblo y no casta política.
Y esos insultos, fueron acallados por el clamor popular, y por no pocas consignas combativas, y por los sonidos charrúas de las resistencias; por las resistencias ciudadanas, y libres de verdad; por los jóvenes activistas de Our Voice portando cartelones; por los funcionarios de la Universidad de la República; por Plenaria Memoria y Justicia, por militantes de la Izquierda Diario, de Pan y Rosas; por la militancia argentina de”Abya Yala” y por los argentinos de Pañuelos de Rebeldía; por una pujante gama de activismo plurigeneracional, que se hubo dado cita, para sentar un precedente. El precedente de que cuando el autoritarismo con el sello de Javier Milei, pretendió agazaparse a la democracia, para predominar e imponerse arteramente, el activismo militante lo señaló con el dedo; y lo denunció, sin diplomacias, y sin cortesías, en plaza pública. Tal como debe ser cuando se trata de un personaje que ha sido, fue y sigue siendo, funcional a un capital financiero depredador, insensible y criminal. Y por si fuera poco, un cómplice del genocidio del pueblo palestino.
Javier Miliei, insisto, se te escrachó sin titubeos; sin mordazas; sin restricciones. Fue aquel mediodía, y también lo será en un mañana. Aquí en el Uruguay, y allá, en la Argentina, porque como reza la consigna de Pañuelos de Rebeldía: “Donde vayan los iremos a buscar”.
*Foto de Portada y restantes : Gentileza de Our Voice .