Jueves 5 Diciembre 2024

Yamandú Orsi obtuvo 1.196.798 votos, sobre 1.101.296 para Álvaro Delgado

La pulseada finalmente se definió por una mayoría, no tan pronunciada, en este caso de la coalición frenteamplista -encabezada por la fórmula Yamandú Orsi-Carolina Cosse- sobre la propuesta adversaria encabezada por la fórmula Álvaro Delgado-Valeria Ripoll, del Partido Nacional. En apariencia, o formalmente, son corrientes adversas ideologicamente, pero, como lo señalara oportunamente a Antimafia Dos Mil, el referente de Identidad Soberana, el abogado Gustavo Salle, (muy crítico con las dos coaliciones adversas a él, al punto de bautizarlas, como los quintillizos) refiriéndose al voto de los uruguayos en la previa del balotaje: “Hay un voto emocional y hay un gran trabajo psicosocial de manipulación por parte de la cúpula. Sobre todo, y a la vista del resultado electoral, de la lista 609 del Frente Amplio. Entonces, hay un trabajo por el cual el voto en su gran mayoría tiende a buscar las emociones, el afecto, y hay una pereza por estudiar. Cuál es la propuesta, cuál es la actuación, qué es lo que han hecho, y bueno, lleva a un resultado muy negativo porque el Frente Amplio se presenta como un partido de defensa de los trabajadores, defensa de la patria, defensa del modelo productivo, y es todo lo contrario”

Dentro de ese marco, y partiendo de una nada desacertada premisa de Salle, de que la izquierda y la derecha en el Uruguay están firmemente abrazadas en esencia, todos los respectivos partidos -que en apariencia se los asume en contienda callejera, con personas y con colores y formas diferentes- en concreto (y sustancialmente) responden siempre a intereses en común; intereses pautados sutilmente, en algunos casos, y burdamente en otros, por el capital financiero internacional, ergo, por los dueños de mundo, como son las corporaciones tales como Walckrok, y otros Fondos de Inversión de igual tenor; en un país (y así Salle lo ha dicho hasta el cansancio) que está sumido en una notoria crisis económica, social, educativa, e institucional, en la que la ideología narco mafiosa, no estaría para nada ausente, sino más bien, estaría más presente que nunca.

Con todo este prolegomeno de Salle, igualmente , y como parte del juego democrático, la ciudadanía finalmente definió el balotaje con el triunfo del progresismo, del Frente Amplio. Un triunfo que, para nosotros, nos significa más bien un desafío enorme. Un desafío institucional, y partidario que compromete frontalmente al electo presidente Profesor Yamandú Orsi y a su vice, la ingeniera Carolina Cosse.

Este domingo que pasó, las aguas se aclararon y las cartas se ubicaron por sobre la mesa, políticamente hablando. Entendemos que la cuestión será no incurrir en los errores de la administración saliente, ni tampoco en incurrir en los cometidos por la administración entrante durante los 15 años de su gestión pasada (años 2005 a 2020). Consideramos, que hurgar a conciencia entre los telones de la autocritica más severa sobre el ayer, deberá ser ahora el principal cometido del presidente electo, el que, a juzgar por sus dichos a pocas horas de salir triunfante anunció que “convocaría una y otra vez al diálogo nacional”. La pregunta es solo una :¿Lo logrará?. Ha corrido mucha agua bajo el puente, no solo durante la administración de Luis Lacalle Pou, sino también en la de sus antecesores Tabaré Vázquez y José Mujica, lo que es decir, del Frente Amplio, que ahora otra vez asume el poder.

Que el país, hoy por hoy, se encuentre infiltrado, dentro de sus instituciones y del sistema político, por la ideología narco mafiosa, y por corrupciones a granel dentro de la función pública, no ha sido tarea exclusiva del Partido Nacional. Ya desde mucho antes, dentro de la gestión de Mujica y Vázquez, las anomalías salieron a la luz pública. Algunas de las más destacadas -de los últimos 15 años precedentes- serían éstas (porque la nómina es extensa) : la escandalosa fuga del mafioso italiano de la ‘Ndrangheta Rocco Morabito; el recurrente pasaje de toneladas de cocaína hacia Europa, por el puerto de Montevideo; la consolidación de una ruta del narcotráfico regional e internacional dentro del territorio uruguayo; la entrega de un pasaporte al narco uruguayo Sebastián Marset (hoy prófugo de la Justicia internacional) que desató un vendaval que involucró a dos ministros de Estado y a otros funcionarios, que forzosamente debieron renunciar (al tiempo de desarrollarse la investigación fiscal, la que llego a concluir que los ministros habían mentido al Parlamento al decir que desconocían que Marset era un narcotrafiante); la instalación en el país de un nuevo Código de Proceso Penal, que violando normativas de la Constitución de la República, restó independencia a los fiscales en su accionar y centró en la Fiscalía General de la Nación el compromiso de llevar adelante las investigaciones, por lo que los jueces fueron literalmente puestos en segundo plano, facilitándose así los acuerdos abreviados, que en definitiva protegerían a los delincuentes de guante blanco (lo que fue definido por el abogado Salle como la materialización de un golpe de Estado técnico, de procedencia estadounidense y con el sello del entonces fiscal de Corte Jorge Díaz, integrante de filas comunistas, que tuvo la iniciativa , junto con Vazquez de imponer ese nuevo sistema, con el apoyo de los restantes partidos políticos); la reiterada firma de contratos con corporaciones internacionales a espaldas del pueblo, relativas a la construcción de pasteras, contaminándose aguas territoriales, y sin contemplar postulados y normativas de protección de la soberanía nacional; y finalmente, en materia de derechos humanos, la vergonzosa postura de no apoyarse desde filas gubernamentales (incluso, en los 15 años del gobierno frenteamplista) desde el sistema político y desde algunos sectores funcionales a la casta militar, una búsqueda seria, en predios militares, de los restos óseos de casi dos centenares de detenidos desaparecidos durante la dictadura, habiéndose hallado solo a siete de ellos, hecho que visibilizó una inescrupulosa y expresa falta de voluntad política para darse debida y humana respuesta a Madres y Familiares de Detenidos Uruguayos Desaparecidos, que ya tienen en su haber unos 29 años de Marcha del Silencio, cada 20 de mayo (desde 1996) con el reclamo al poder político, para que esos enterramientos sean hallados y que sus seres queridos puedan recibir cristiana sepultura.

Por estas y muchas razones más, es que ahora , mejor dicho, a partir del 1ero de marzo del año 2025, y por cinco años, el flamante gobierno electo se habrá de enfrentar a un más que comprometedor desafío a la vista de sus adherentes y de la oposición, cuyo accionar, seguramente será intensamente monitoreado desde no pocas tiendas del contexto ciudadano y político, uno de los cuales, de hecho será el flamante partido Identidad Soberana de Salle, que fue apoyado por casi 65.000 votantes, sustentados bajo la premisa soberanista y de una más que sólida política de denuncia de toda suerte de corrupción pública y del accionar de una narco mafia, instalada desde hace dos décadas dentro del territorio nacional.

Para tener una idea del impacto que tuvo este año la campaña electoral y el balotaje reciente en el Uruguay, basta con repasar algunos de los titulares mediáticos al alcance de la opinión pública.

La publicación funcional al Frente Amplio, La Diaria, manejó variados titulares: “El gobierno de Orsi: La mayoría parcial en el Parlamento, el compromiso de la seguridad social y otros desafíos”; “Yamandú Orsi tras el triunfo: “Voy a ser el presidente que convoque una y otra vez al diálogo nacional”; “Esto es una fiesta cargada de esperanza” señaló el diputado frenteamplista NIcolás Viera” ; Delgado luego de felicitar a Orsi por el triunfo: “Una cosa es perder las elecciones y otra es ser derrotados”.

El diario El Observador, de orientación de derecha, en cambio, tuvo otros titulares: “La noche de la coalición: Delgado reconoció rápido la derrota y le ofreció gobernabilidad a Orsi”; “Orsi capitalizó la virtud que lo instaló como favorito y auguró al Frente Amplio el sprint final para triunfar con ventaja inesperada”; “Volvió el Frente: Delgado le tiende la mano a Orsi pero será Cabildo la llave de las mayorías”.

Por su parte el diario matutino El País publicó titulares en tono cuasi incisido: “El Frente Amplio retoma el poder y Orsi promete que llamará al diálogo nacional una y otra vez”; “Orsi y un mensaje con varios compromisos; aseguró que trabajará para ser el ‘presidente del crecimiento”; “Narcotráfico, homicidio y hacinamiento carcelario: los desafíos en seguridad para el próximo quinquenio”; “El nuevo gobierno y los desafíos en política exterior: una región expectante por Trump y la crisis venezolana”.

Desde la república Argentina el diario Página 12, tituló en primera plana: “América Latina se vuelca más a la izquierda ENFRENTE, EL FRENTE Tras cinco años de marcado retroceso, Uruguay votó por una nueva etapa de ampliación de derechos para las mayorías. Yamandú Orsi superó el 52 por ciento y las calles de Montevideo se vistieron de rojo, azul y blanco, los colores del Frente Amplio. Ante una multitud de simpatizantes, el presidente electo llamó al diálogo a la oposición y prometió “una sociedad más integrada”.

Los deseos y las especulaciones de cara al futuro, desde el pensamiento mediático, ideologías de por medio, es variado. Se habla de una izquierda triunfante y de una derecha derrotada. ¿Pero hasta qué punto ambas están en las antípodas, cuando en los hechos comulgan juntas, los anhelos y los fines de poderes económicos mundiales que les marcan el rumbo, descaradamente? ¿Hasta qué punto, el hoy presidente Orsi, puede decirse independiente o fuera de un contexto manipulado, no solo por al capital financiero internacional sino por una ideología narco mafiosa diseminada (cada vez más peligrosamente) por el mundo?.

Antes esperábamos mucho de la izquierda , pero de la verdadera izquierda; para muchos, esa “verdadera izquierda” se esfumó y sobrevino otra, que nos defraudó y nos desilusionó, porque nunca se puso a tono con su esencia; digo más, hasta se fusionó con esa derecha que era su oponente y ambas construyeron democracias a su gusto y gana, con estilo y forma propios, ignorando las bases de los revolucionarios años 70.

Hoy, una vez más esa “izquierda”, entre comillas, entró a tallar en la cancha. Un mayúsculo desafío está en puerta. ¿Qué acontecerá, con el diálogo nacional, con la gobernabiliad, con ese ir y venir de promesas que seducen a sus votantes?¿Cuáles serán las resultantes, con un pasado frenteamplista, no menos santo que el gobierno saliente?

Muchos ojos estarán sobre la administración entrante. Pero también muchos ojos estarán sobre el partido Identidad Soberana, ergo, sobre sus dos diputados, Gustavo Salle y Nicole Salle. Un partido que pateó muy bien el tablero. Un partido que promete y mucho, en medio de una andanada de reacciones, de indiferencias y de subestimaciones, y burlas. Un partido que puede ser determinante en variados y medulares temas de la vida nacional en los próximos cinco años.

El frenteamplismo claramente tendrá su oposición natural, pero Identidad Soberana, al menos uno así lo espera, será para la gestión Orsi-Cosse su contralor más responsable y más exclusivo, por antonomasia.

En tanto, si bien la izquierda ganó el balotaje en el Uruguay, ahora, el desafío que habrá de enfrentar, será descomunal, enorme, y en particular, más que árido porque los problemas nacionales -cruel legado de una veintena de años, de administraciones pasadas- no resultan ser nada menores.

¿Lo logrará el Frente Amplio? ¿Sus votantes serán una vez más desilusionados? ¿ Quizás se encausen las aguas del progresismo honesto? ¿Quizás?

*Foto de Portada: 970 Universal