Por Antimafia Dos Mil-17 de febrero de 2022

“El servicio de la deuda no puede ser satisfecho al precio de una asfixia de la economía de un país”.

Tales fueron las palabras de la Pastoral Social de la Iglesia Católica en Argentina, a través de un documento donde denunció la especulación financiera, que atenta contra el trabajo y la producción, a la vez que pidió medidas que no generen perjuicios en la población más pobre. El documento titulado “La deuda externa y las deudas sociales”, destaca el lado “pobre” de la balanza, y pide priorizar las necesidades sociales.

“Es necesario corregir los modelos de crecimiento que son incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente, la acogida de la vida, el cuidado de la familia, la equidad social, la dignidad de los trabajadores, los derechos de las generaciones futuras”, destaca el documento de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, a cargo del obispo Jorge Lugones.

“En nuestra Patria se presenta una vez más el desafío de atender la deuda pública, sin dejar de atender las deudas sociales”, continúa el texto, que plantea una preocupación por “el hecho consumado de otra deuda extraordinaria que nos condiciona y que plantea graves desafíos”. A este punto cuestiona: “¿Cómo evitar que su reconocimiento no condene al hambre y la miseria a millones de compatriotas?”. “La deuda social es la gran deuda de los argentinos”.

Sin embargo, señala que “no se trata solamente de un problema económico o estadístico”. “Detrás de las estadísticas hay rostros e historias de sufrimiento y lucha por sobrevivir”, por lo tanto, es “un problema ético que nos afecta en nuestra dignidad más esencial”.

La declaración de la Pastoral Social reclama “una economía con rostro humano que, a partir de saldar la deuda social, pueda honrar sus compromisos con la deuda externa privilegiando la protección de los más vulnerables”.

El documento cita al papa Francisco, que expresa que “en un mundo y en una región en particular en la que mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz”, lo que significa un “desequilibrio” que “proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera”, lo que se visibiliza como la negación de “el derecho de control de los Estados” que son los “encargados de velar por el bien común”.

Las declaraciones de justicia siempre suenan bien. Cuando uno escucha, siente que el compromiso bulle de esos bellos términos y de esas hermosas palabras, pero también desconfía, naturalmente. Desconfía de una iglesia que protege pederastas, que ha sido cómplice y apoyo fundamental de dictaduras, y que ha comulgado siempre con el poder de turno para mantenerse enaltecida, más allá de cualquier valor esencial de los que su doctrina exige para ser un buen cristiano.

Tal es así que una no puede evitar pensar además en las acusaciones por corrupción y negociación con las mafias en el Banco Vaticano, del cual el pontífice es el jefe máximo. O en el oro del Estado católico, que sigue estando ahí a pesar de tantos reclamos por la usurpación original de esa riqueza.

Tampoco podemos olvidar la participación de curas tercermundistas en la deuda social, a la que atendieron siempre de forma solitaria y pagando muchas veces con la propia vida, por falta quizás de apoyo de sus colegas, o de soporte de la institución a la que pertenecían.

La deuda social existe. Pero no cambia nada si no hay manos comprometidas que participen activamente empujando a través de un lobby positivo, que se oponga, organice y ponga a disposición gente de sus filas, para sumarse con el pueblo y presionar a los representantes a hacerse cargo de su responsabilidad con el resto de ciudadanas y ciudadanos.

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*Foto de portada: Jujuy al Momento