Respecto a delitos de lesa humanidad
 
Por Alejandro Díaz-26 de agosto de 2021

La Comisión de Ética de la Convención Constitucional chilena, en la redacción de su reglamento definió, el concepto de negacionismo respecto de los crímenes de lesa humanidad cometidos por el Estado chileno y aplicará sanciones a quienes incurran en su falta.

Chile sigue avanzando en la construcción de una nueva Constitución Nacional que reemplace la actual, la cual fue concebida durante la usurpación violenta de la dictadura pinochetista en 1980. Este necesario proyecto de reforma constitucional, que tomó vuelo durante el estallido social del 2019, promete ser un estandarte de avanzada en materia de inclusión y participación ciudadana en un momento histórico en el que el mundo atraviesa una fuerte crisis social, visibilizada por la crisis sanitaria, donde los paradigmas sociales y los patrones económicos y políticos formulados a la salida de la segunda guerra mundial evidentemente han fracasado.

El texto presentado por la Comisión establece que se entenderá por negacionismo, toda acción u omisión que justifique, niegue o minimice, haga apología o glorifique los delitos de lesa humanidad ocurridos en Chile entre el 11 de septiembre de 1973 y el 10 de marzo de 1990, según explicó a distintos medios el coordinador de la Comisión Marcos Barraza. Además, la iniciativa incluirá los delitos cometidos desde el estallido social del 2019, que en la actualidad son revisados por múltiples causas judiciales.

También serán sometidas a sanción aquellas acciones que nieguen, justifiquen o minimicen las atrocidades y el genocidio cultural, al que fueron expuestos los pueblos originarios, así como también los afrodescendientes durante los procesos de colonización europea y la imposición del actual Estado chileno.

Las sanciones incluirán tres niveles: amonestación, que implica un llamado de atención formal y escrito al constituyente que incurra en falta; censura, la cual tiene por agravante la inhabilitación para ocupar cargos de responsabilidad en las sesiones (coordinación de comisión, vicepresidencia o presidencia); y por último, se prevé la suspensión del constituyente en las comisiones por plazos de hasta 15 días.

El negacionismo forma parte de una cultura de impunidad que no solo se limita a la historia latinoamericana. En varios países de Europa la apología del nazismo e incluso del fascismo es considerado un delito. La consolidación de este reglamento de convivencia, por expresarlo de manera simple, es por motivo de considerar este tipo de crímenes como de lesa humanidad. Esto quiere decir que más allá de las víctimas dañadas directamente, es la sociedad en su conjunto la que se perjudica por la sistematización de este tipo de conductas. Es la sociedad la que se ofende, una sociedad, se supone, consolidada a partir del respeto más allá de cualquier discrepancia de opinión.

En este sentido varios referentes de la comunidad chilena, allegados a pensamientos de derechas, alzaron sus voces contemplando que, la imposición, de este tipo de sistemas de revisión de la comunicación atentan contra la libertad de expresión. Y es precisamente por este tipo de posturas que se incluyen, dentro de sanciones previstas, programas de formación sobre situaciones ofendidas. Y es este punto fundamental, porque la incitación a la violencia es un delito en sí mismo, y aquellas personas que son referentes de espacios políticos, o de sectores de la sociedad no deben olvidar nunca que la base de las diferencias es la búsqueda de la unidad. Las diferencias pueden ser metodológicas o hasta incluso de formas, pero la negación de la existencia o de las experiencias del otro, particularmente aquellas relativas a crímenes atroces, anula cualquier sentido comunitario dando muerte de antemano a la consolidación democrática e inclusiva, de cualquier pacto social.

La libertad de expresión es un derecho que metódicamente debemos reclamar para los demás, pero para con uno mismo; antes que un derecho es un acto de responsabilidad que tenemos para con aquellos que nos prestan su atención. Abrir la boca y hablar por hablar, sobre todo desde la envestidura institucional o referencial, debe tener algún tipo de especial atención. La existencia de programas de formación donde podamos desaznarnos es un gesto muy positivo para una sociedad acostumbrada al punitivismo.

La Constituyente chilena trae nuevos aires para un continente que resiste, más que al colonialismo, a la violencia como método. La educación solidaria, rica en valores humanos, típica de las ollas populares logró a fuerza de coraje penetrar en la dura coraza de un estado históricamente genocida. La construcción de una nueva Constitución tira por la borda décadas de propaganda antisubversiva con la que fueron perseguidos los pueblos de nuestro continente, acusados de evitar el Estado. El Estado somos nosotros y debemos recuperar la participación de todos.

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*Foto de portada: abc.com