Por Claudio Rojas-27 de abril de 2021

Los ancianos trabajando remuneradamente y de forma forzosa, debido a su escuálida pensión. Una familia recogiendo sobras de las verduras que dejó la feria libre del barrio. Deserción escolar porque el papá trabaja y sólo hay un teléfono en la casa. Confinamiento obligatorio junto con al agresor. La pobreza y la policía golpean por igual. Una madre debe escoger entre satisfacer su alimentación o la de su hijo. Aquella mujer se pregunta si morirá por coronavirus, por inanición o por lesbiana.

En este territorio cuarteado por las injusticias traídas por el modelito económico de los Chicago Boys, la derecha chilena (y algunos DC) y el legado dictatorial, se imprimen y coexisten múltiples realidades asociadas a las abismantes brechas socioeconómicas, las que surgieron a raíz de la revuelta popular del 18 de octubre del 2019.

Chile, el país más desigual de los países de la OCDE y con el mejor PIB de Latinoamérica, un país que se ha vendido en el exterior como un oasis, pero que la pandemia terminó por desnudar.

Este, es el mismo país que hace algunas semanas conoció el ranking de los súper ricos de la revista Forbes, el cual arrojó que ocho compatriotas, entre quienes se encuentra Sebastián Piñera Echeñique, han incrementado su fortuna en cifras imaginables para cualquier ciudadano. Durante la pandemia y en su segundo periodo presidencial, el jefe de Estado aumentó su fortuna de USD 2,6 mil millones a USD 2,9 mil millones. Esto ocurre al unísono, mientras el pueblo que habita esta violentada y usurpada nación se las rebusca para llenar las ollas con algo más que sus ganas de resistir.

En este mismo escenario, un estudio revelado por el Banco Mundial, recientemente dio cuenta que, en esta larga y maltratada faja de tierra, 2,3 millones de personas que pertenecían a la “clase media”, pasaron a formar parte de la clase “vulnerable” del país. Es decir que, la clase proletaria del país empobreció más aún dada las medidas ineficientes en materia de seguridad social del gobierno burgués de turno a propósito del contexto actual.

Día a día salta a la luz la angustia masificada en los relatos de horror y hambre de personas que, en su afán por subsistir, esperan un golpe de suerte y ser beneficiadas por el azaroso show de los bonos de esta institucionalidad, a lo que ellos/as, los/las hacedores/as de las disposiciones político-económicas llamarán sistema de protección social. Bonos, ingresos varios, subsidios y hasta créditos, como si se tratase de verdaderas casas comerciales o bancos, son una muestra de las insuficientes, deficientes y mercantiles medidas que han adoptado quienes defienden a la gallina de los huevos de oro, su gallina, el capital.

Ojalá que el hambre molestara más que la proliferación de la rabia, del caceroleo, del puño en alto de un país que se cansó del mal gobierno, de sus apoltronados lineamientos y de su forma de jugar con su reaccionaria política neoliberal.

Para esta proselitista administración, como también para su séquito partidista instalados/as de forma clientelista en ambas cámaras, toda estrategia que perjudique el statu quo, su statu quo y que busque apalear el hambre de la otredad empobrecida -en tiempos de crisis sociopolítica e institucional- será catalogada como inconstitucional.

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*Foto de portada: www.chiledesarrollosustentable.com