Repudio enérgico a la abstención en la ONU del gobierno de Lacalle Pou a la tregua humanitaria
En Gaza se vive un genocidio. Las crudas imágenes que recorren el mundo desde hace más de un mes, no dejan lugar a las dudas. Como tampoco hay dudas de que el responsable de estas atrocidades es el Estado de Israel, cuyos soldados y gobernantes, están embriagados de una mística que refleja los peores aspectos del nazismo, que tanto el pueblo judío y como el europeo vivieron en carne propia. Las protestas y las charlas de concientización se multiplican en todo el mundo. Incluso colectividades judías gritan “no en nuestro nombre”. También aquí, en Montevideo, se grita: ¡Basta de genocidio en Gaza!
El viernes por la tarde, bajo una tormenta tropical tempestuosa -que hora a hora caía con más fuerza-, unas 300 personas se reunieron en el barrio de Pocitos, a los pies de las torres del World Trade Center de Montevideo, donde tiene sede la Embajada de Israel en Uruguay. Tan solo 300 personas se hicieron presentes a señalar sin tapujos al responsable de un genocidio. Tan solo 300 personas, frente a los miles que se manifestaron una veintena de días atrás frente a la Torre Ejecutiva, desde donde el presidente Luis Lacalle Pou dirige al gobierno que prefirió abstenerse en la ONU ante el llamado al cese de hostilidades. Un gesto que los manifestantes tildaron de “complicidad”, “cobardía” y “vergüenza”. Quizás fue por el clima, quizás son los menos, los dispuestos a poner puntos sobre íes, a privilegiar la verdad por sobre los intereses.
Contra todo rumor, el vallado policial fue bastante escueto. Tan solo media docena de policías (al menos los visibles), dos hombres en traje y una interminable torre de 41 pisos, fueron suficientes para distanciar a los manifestantes con puños en alto, de los señores de la guerra de la muerte. Una imagen que nos recuerda a David y a Goliat, una imagen que los palestinos viven a diario cuando chocan contra los interminables muros israelíes.
“Aniquilar no solo a Hamas sino a toda la población gazatí”
Sin dejarse intimidar por la lluvia, conscientes de que al mismo tiempo miles de niños padecen entre los escombros de las ciudades arrasadas por las bombas, los manifestantes sostuvieron al unísono cantos y gritos. “La infancia de Gaza no es una amenaza”, se escuchó una y otra vez. También se exigió la ruptura de las relaciones diplomáticas, y la detención del primer ministro Benjamin Netanyahu.
Los gritos pausaron para darle espacio a la proclama presentada por la Coordinadora por Palestina. “Estamos aquí para decirle al Estado sionista y a su gobierno fascista de nazis y colonos que repudiamos y denunciamos el genocidio que está cometiendo contra niñas, niños, mujeres, jóvenes y viejos en Gaza; que rechazamos la deshumanización y satanización del pueblo palestino y de su lucha legítima contra la opresión, la ocupación colonial, el apartheid, el bloqueo y la limpieza étnica; y que rechazamos su manipulación del relato para presentarse ante el mundo como la víctima, cuando sabemos que es el victimario desde hace más de 75 años. ¡Reafirmamos que Israel, como potencia ocupante, NO tiene derecho a defenderse de sus víctimas!".
"Y también para decir bien fuerte que este gobierno uruguayo corrupto, cómplice del genocidio en Gaza, ¡no nos representa al abstenerse en el reclamo de una tregua humanitaria!
Esta semana se cumplió un mes del genocidio que el Estado de Israel está cometiendo contra la población palestina de Gaza. Una Nakba televisada en tiempo real, la continuación de la catástrofe iniciada hace más de 75 años y que nunca se detuvo; porque en el proyecto colonial sionista nunca hubo lugar para la población árabe nativa de Palestina. Hoy lo estamos viendo claramente en esta fase de exterminio.
En 33 días de bombardeos ininterrumpidos, Israel ha dejado claro cuál es su plan para Gaza: arrasar la tierra, aniquilar no solo a Hamas sino a toda la población gazatí (la mitad de la cual es menor de edad), acabar con todo vestigio de vida palestina y expulsar hacia Egipto a quienes sobrevivan. Fiel a la consigna sionista: el máximo de tierra con el mínimo de árabes, Israel quiere matar a tantas personas palestinas como sea posible y destruir tanta infraestructura civil como sea posible.
Mientras estamos aquí, cada 10 minutos, un niño o niña es asesinada y dos son heridos por las bombas en Gaza. Más de 10.500 personas han sido asesinadas en un mes (¡casi la mitad, 4.500, niñas y niños!), y más de 27.000 han sido heridas; cientos de familias enteras y numerosas han sido borradas de la faz de la tierra; hospitales, ambulancias, mezquitas, iglesias, escuelas, campos de refugiados, personal médico, socorristas, periodistas, han caído bajo las bombas. ¡70% de la población de Gaza está desplazada! Israel continúa forzando su evacuación hacia el sur, pero no deja de bombardearla. Con sadismo criminal, sigue prohibiendo la entrada de combustible, que es vital para generar agua potable y electricidad. Los hospitales, colapsados y desabastecidos, se han convertido en morgues y refugios. La destrucción, el sufrimiento y el trauma que esta agresión prolongada está provocando en la niñez y las familias palestinas son inmensos y afectarán a varias generaciones. El castigo colectivo contra todo un pueblo, al igual que el genocidio, es un crimen de guerra.
Repetimos que ¡esto no empezó el 7 de octubre! El pueblo palestino lleva más de 7 décadas sufriendo un intolerable régimen de ocupación militar y colonización, que se ha materializado en un sistema de apartheid. Demoliciones de viviendas, detenciones indefinidas sin cargo ni juicio, menores juzgados en tribunales militares, ejecuciones arbitrarias, agresiones de colonos armados y soldados hacia sus comunidades, robo constante de sus tierras y su agua, violación de sus sitios sagrados y mucho más.
La comunidad internacional podría haber evitado esta catástrofe, así como décadas de sufrimiento palestino, poniendo algún tipo de freno o sanción a los constantes crímenes de guerra y de lesa humanidad israelíes. Hoy las niñas y niños de Gaza, y sus familias, están pagando con sus vidas el precio de la impunidad y la arrogancia del régimen sionista, que se niega a aceptar una tregua humanitaria para atender a los vivos y enterrar a los muertos. Y que con tal de destruir a Gaza no le importa sacrificar a los 200 israelíes rehenes y a sus familias, que están reclamando aceptar el intercambio de prisioneros ofrecido por Hamas”.
Las tonalidades de la ira
“Permítanme hablar en mi lengua árabe
antes de que también ocupen mi lenguaje.
Permítanme hablar en mi lengua materna
antes de que también colonicen su memoria.
Soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
Todo lo que mi abuelo siempre quiso hacer
fue levantarse al amanecer y observar a mi
abuela postrarse y rezar
en una aldea escondida entre Jaffa y Haifa”.
Comienza diciendo el poema escrito por la artista de ascendencia palestina Rafeef Ziadah, mientras integrantes del movimiento Our Voice, realizaban una performance artística, con los rostros cubiertos con las simbólicas kafiyas, el tradicional pañuelo palestino. Un pañuelo que cubre rostros y revela identidades.
“Que viva la lucha del pueblo palestino”, coreaba incansablemente la gente, mientras las actrices y los actores, se elevaban en una columna humana, empuñando la bandera palestina, que flameaba contra el viento y la lluvia, resistiendo, hasta que Palestina sea libre y soberana.
Fotos: Antimafia Dos Mil