Viernes 29 Marzo 2024
nino1Sus dudas se evaporaron delante del horror que se encontró en frente y que logró grabar con una videocámara escondida. En unas obras de construcción en Shanxi, niños de menos de diez años estaban obligados a trabajar sin descanso bajo el control de guardianes armados con un látigo, dispuestos a golpear a cualquiera que aflojase el ritmo cediendo al cansancio. Los lentes de su mini aparato de video grabaron las miradas apagadas y vacías de los pequeños esclavos, la miseria de los pobrecillos que los continuos azotes habían vuelto incapacitados. Fu Zhenghong no dudó un instante. Mandó al aire esas imágenes. Era mayo del 2007. En China explotó el escándalo de las fábricas de ladrillos.

nino3pobrezachinaLo que Ivan Franceshini, colaborador de L’Unità on line, cuenta en el libro “Crónicas de las fábricas de ladrillos chinos”, publicado por “Cafoscarina”, es la historia de un hecho ejemplar. “El lado obscuro de la modernización” china, podríamos llamarlo retomando las palabras usadas por Renzo Cavalieri en la prefación del libro. Los efectos colaterales, lamentáblemente macizos y difusos, del impetuoso desarrollo económico de los últimos años. La monstruosidad del capitalismo más selvaje que prospera en la sombra de un régimen autoritario.

El diez por ciento de crecimiento anual del producto nacional bruto, del que alardean los líderes chinos, se basa también lamentáblemente en la explotación más burda y en la violación de derechos homanos. Para la tutela de los cuales el legislador ha llevado a cabo importantes reformas como la ley sobre el trabajo del 1994 o aquella sobre los contratos de empleo del 2007. Invalidadas muy a menudo por al arbitrio burocrático, que los mismos mecanismos institucionales favorecen, debido a la inexistente separación entre partido y Estado, poder político y magistradura.

Como explica el histórico Wu Si, sobre las sociedades y sobre el mundo del trabajo en China gravan los efectos perversos producidos por la integración entre el sistema comunista y “el sistema de los tiranos locales”. Así puede suceder que las autoridades centrales estigmaticen la corrupción, los abusos, los fraudes y las violencias y que en la perifería del imperio las permitan o las cometan los mismos funcionarios que deberían impedirlas y castigar a los autores.
Cuando el periodista Fu partió por una misión en la que creía solo por la mitad, actuó bajo el empuje de seis ciudadanos, que la desaventura que tenían en común había reunido en lo que los medios de comunicación chinos bautizarían después la “Liga para la búsqueda de los hijos”. Esos seis padres y madres de Henan se habían encontrado por casualidad, mientras intentaban encontrar a sus hijos desaparecidos. Uniendo voces y testimonios recogidos por aquí y por allí, se convencieron de que habían sido raptados y obligados a trabajar en las fábricas de ladrillos de la cercana Shanzi, donde montañas de ladrillos eruptaban día a día a beneficio del extraordinario boom edilicio de las megalópolis chinas.

Sus sospechas tenían fundamento. Ayudados por la prensa, que después de la primera noticia de Fu Zhenzhong, se lanzó a la caza de los esclavisatas y al descubrimiento de sus víctimas, esos seis padres se convirtieron en centenares.
hornos_de_ladrillostrabajando2Salieron a la luz otros episodios atroces. En el pueblo de Caoshengcun un joven con problemas mentales golpeado hasta la muerte por sus guardianes, dejado agonizando en el suelo y enterrado vivo por sus mismos compañeros por orden de los patrones. En Hongdons un chico grávemente quemado por haber extraído ladrillos incandescentes del fuego por orden de los jefes. Brutalidades cometidas en lugares de trabajo irregulares o clandestinos, a veces con el silencio cómplice de la gente del lugar. Inefable resultó la reacción de los funcionarios de policía ante el asalto de los padres en búsqueda de los hijos en las fábricas-campos de concentración: “Si es vuestro, llevároslo. De lo contrario no hay nada de vuestra competencia”.

economiachinaeconomiachina2La obra de Franceschino no tiene como objetivo solo denunciar la otra cara del milagro económico chino. Respaldado por seis artículos de periódico publicados en dos revistas particulármente activas en informar al público sobre la evolución de la historia, el libro lanza un mensaje internacional de confianza en la vitalidad de la sociedad civil y en particular sobre el dinamismos de los medios de comunicación chinos.

No existe solo control político de las noticias, censura, persecución de periodistas demasiados emprendedores, censuras de páginas internet.
banderachinadragonchinoJuntos, antes o después de todo esto, existe un fervor de iniciativa y de actividad anticonformista de la profesión, que es también de por si, fruto de las transformaciones y de la modernización, tanto como lo son las violaciones de los derechos humanos que esos reporteros valientes revelan a sus conciudadanos y al mundo. Gabriel Bertinetto
L’Unità, 5 agosto 2009