Estimado Pipo:
En primer lugar, te agradezco tu carta abierta. Siempre que la confrontación sea civilizada, como en este caso, me parece correcto debatir y responder, en la inteligencia de que cada uno es absolutamente libre de expresar sus pensamientos e ideas. Y así como no compartes algunos pasajes del artículo, yo tampoco comparto tu posición.
Tal vez no estabas al tanto, pero el abogado Trizzino también intervino fuera de las salas de justicia, expresando sus "argumentos y opiniones defensivas", llegando incluso más lejos con sus valoraciones totalmente personales.
Puedes encontrar la referencia en Il Sole 24 Ore. La ocasión fue en un seminario organizado por Dems, el Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Palermo, dirigido por Costantino Visconti. El título del seminario fue: "El daño existencial de la masacre: los 57 días de la familia Borsellino".
En los discursos se puede decir lo que se quiera y en derecho de prensa, pero también de crítica, expresé mis consideraciones sobre los mismos, respondiendo sobre el mérito del asunto.
Esto no se hizo en mi artículo, en el que se citan elementos surgidos en sede judicial, en sentencias, incluso definitivas, investigaciones archivadas, interrogatorios, etc. Yo no soy el abogado de los magistrados Roberto Scarpinato y Antonino Di Matteo, pero cuando se omiten elementos relativos a la verdad, con una narración artificial o incompleta de la historia, más o menos deliberadamente, eso no me corresponde a mí decirlo (y hasta ahora no me atrevo a pensar que detrás de ciertas actitudes de los hijos y el yerno de Borsellino haya mentes refinadísimas), está claro que puedo, como reportero que lleva tiempo ocupándose de estos temas, expresarme.
Entonces, como cronista de noticias judiciales, pero también como ciudadano, me siento en la obligación de protestar y señalar cuando se cometen injusticias contra estos magistrados.
No estoy hablando de opiniones personales. Hablo de hechos.
Y los abogados no cumplen con su deber cuando acusan injustamente a magistrados como Scarpinato y Di Matteo que, pruebas judiciales en la mano, nada tienen que ver con desvíos de las investigaciones y cosas por el estilo.
Se han hecho investigaciones. El procedimiento que se abrió contra Scarpinato fue archivado, a petición del fiscal, por el juez de instrucción de Caltanissetta el 8 de junio de 1993.
En cuanto a Di Matteo, a diferencia de otros dos magistrados que se ocuparon de la masacre en vía D'Amelio (Anna Maria Palma y Carmelo Petralia, ambos posteriormente sobreseídos), la Fiscalía de Messina ni siquiera abrió un expediente. Hubo múltiples audiencias en la Comisión Parlamentaria Antimafia, en el CSM y también en salas judiciales en las que, datos en mano, se aclaró cómo se evaluó el caso Scarantino y por qué nada se le puede imputar al magistrado.
Por eso, creo que es incorrecto acusar injustamente a Scarpinato y Di Matteo. Ante hechos judiciales similares sería mejor guardar silencio, así como guardan silencio los abogados defensores de los jefes de las masacres de Cosa Nostra cuando la fiscalía pide cadena perpetua para los Riina y los Provenzano de turno.
Evidentemente siguen siendo sus abogados defensores, pero en relación a los hechos no pueden decir que quien estaba al frente de Cosa Nostra no fue responsable de esos crímenes.
Pippo, no has entrado al fondo, al mérito del proceso.
Personalmente, sin embargo, quiero expresarte algunas consideraciones.
Es inaceptable que aún hoy se diga que no se agregaron las actas de los careos entre Scarantino y los arrepentidos Totò Cancemi, Mario Santo Di Matteo y Gioacchino La Barbera, cuando esto sucedió antes del final del debate del juicio Borsellino bis.
Así como las razones que llevaron a los fiscales a no agregar de inmediato esos careos han sido ampliamente aclaradas. Y también cabe recordar lo decidido por el juez de instrucción de Catania que archivó la investigación sobre los fiscales adjuntos de Caltanissetta, denunciados por tres abogados defensores por "comportamiento omisivo". El juez les respondió al evaluar las acciones de los fiscales como desprovistas de "comportamiento omisivo".
Y aquí estamos. Todos estos son hechos. Estos hechos, sin embargo, fueron silenciados por Trizzino y los hijos de Borsellino. Mientras que otros, como la abogada Di Gregorio, siguen menospreciando el valor de esos actos.
Es un derecho absolutamente sacrosanto de la familia Borsellino buscar la verdad. Y comprendemos también el dolor después de treinta años en los que la verdad ha sido vilipendiada por muchos y demasiados silencios institucionales sobre las masacres.
Pero estos silencios no se refieren ciertamente a magistrados como Roberto Scarpinato y Nino Di Matteo, cuyo error parece ser precisamente el de haber buscado obstinadamente la verdad sobre la muerte de Falcone y Borsellino, apuntando con el dedo a los sistemas criminales que aún hoy no quieren que sean revelados.
Como sabes, en todos estos años, en nuestro humilde camino con la revista, siempre hemos tratado de contribuir con la búsqueda de la verdad. Y es precisamente el respeto a la verdad, sin descuentos a nadie, lo que siempre nos ha movido. Y ciertamente no nos detendremos hoy.
Cordialmente.
Giorgio
Carta de Pippo Giordano
Estimado Giorgio:
En razón de nuestro conocimiento personal, me tomo la libertad de escribirte esta carta abierta. Leí tu artículo referido al abogado Fabio Trizzino y debo decirte que lamento mucho las acusaciones hechas en su contra. Creo que tus afirmaciones han recorrido un largo camino además del "derecho de prensa" y, por lo tanto, no estoy de acuerdo con algunos pasajes de tu artículo, especialmente en el ataque ad personam. Porque eso es lo que es. Está de más decirte que yo no soy el abogado, en absoluto, de Fabio Trizzino, no necesita defensores. Sin embargo, no puedo evitar pensar que está buscando la verdad para los hijos de Paolo Borsellino, un gran caballero siciliano. Y yo, como bien sabes, estuve vinculado por motivos de trabajo y de afecto con el Dr. Paolo Borsellino. El abogado Trizzino, bien cabe recordar, tiene todo el derecho que le da la legislación procesal para ejercer libremente su rol en sede judicial, o en la sala de audiencias y no tengo conocimiento de que haya expresado argumentos u opiniones defensivas fuera del juicio. Lo debe hacer y lo hace en el proceso, y no como algunos que desentrañan teoremas que al final están desprovistos de elementos fácticos. Cada abogado debe poder hacerlo y luego, en todo caso, las contrapartes podrán discutir sobre el razonamiento defensivo. Pero, la reprensión tan virulenta a un abogado -en este caso Fabio Trizzino- que ejerce su función sobre la base del Estado de derecho, la encuentro simplemente absurda e inaceptable. No señalo a propósito una declaración al margen de tu artículo, estimado Giorgio, donde un entrevistado expresa una opinión que a mi juicio es inapropiada. Concluyo, estimado Giorgio, diciendo que no entré deliberadamente en los hechos del juicio, solo quiero destacar mi decepción personal al leer tu artículo.
Cordialmente,
Pippo
------------------
*Foto de portada: Antimafia Duemila