Jueves 18 Abril 2024
Por Saverio Lodato-30 de julio de 2021

Nos habíamos tomado la libertad de aconsejar a la ministra de Justicia, Marta Cartabia, que escuche a quien sepa más que ella sobre crímenes mafiosos. Y lo hicimos porque estamos convencidos de que Italia tiene los magistrados más preparados de Europa, aunque solo sea porque no hay otro país obligado a lidiar no con una, sino con varias mafias, incluyendo la infinidad de criminales que se relacionan con ellas. En fin, una obviedad.

Y le dimos este consejo obvio, dado el bombardeo que estaba recibiendo su proyecto de ley, lo que no auguraba nada bueno.

La ministra ha optado por otro camino, mostrando una buena dosis de arrogancia, si es cierta la frase que le atribuyen algunos periódicos: "¿Están los magistrados en contra de la reforma? Es la prueba de que se trata de una buena reforma". Frase que hace empalidecer a María Antonieta y sus tortas.

Concepto discutible y de muy mal gusto.

Veremos qué saldrá del Parlamento el domingo. Las condiciones para el pequeño monstruo están todas ahí.

El Consejo Superior de la Magistratura (CSM) ya dijo lo suyo, por abrumadora mayoría. Y habló de una mala reforma, rechazándola casi impiadosamente.

Mientras tanto, hay que decir que el espectáculo de una clase política que se rompe con la palabra mafia dice mucho de la insuficiencia de un argumento que en cambio debería ser pacífico, establecido, adquirido de una vez por todas, a la luz de la historia de Italia en las últimas décadas.

No es así. Y Nino Di Matteo hizo bien en desmontar el cuento de "nos lo pide Europa", y que debíamos renunciar a principios constitucionales y a lucha contra las mafias, a cambio de grandes cantidades de dinero.

Europa, hasta donde sabemos, nunca nos ha pedido que busquemos un compromiso con las mafias. Esto, en todo caso, es harina del saco de los arregladores que abarrotan el Parlamento italiano y que dan vida a ese juego de tire y afloje extenuante e indecente, que continúa hasta hoy.

Francamente, no entendemos la satisfacción de la ministra Cartabia. Le correspondía a ella, en primera persona, no transigir con la mafia. No fue así. Inevitablemente, se encontró dirigiendo el tránsito entre demasiados arregladores. Perdiendo así una gran oportunidad.

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*Foto de portada: © Imagoeconomica / Paolo Bassani