Un contexto estremecedor, si revisamos la historia del hombre y de las sociedades hasta nuestros días. Pero, por tanto estremecedor, por tanto alentador, para los que creemos en la Justicia, en los valores emergentes de doctrinas de respeto a la vida y al derecho.
Y a propósito del derecho y de los valores de Justicia, nos consta y nos involucra una idea, o más bien un emprendimiento con sabor a desafío, desafío a nuestra propia conciencia: extender la valerosa y enérgica edición web de antimafia duemila, edición italiana, a una edición sudamericana, como un emblema allende el atlántico, del sacrificio noble de un grupo de periodistas italianos mimetizados con la esencia de una lucha antimafiosa cuyos orígenes se remontan al año 2000.
Nuestra página web edición sudamericana, es uno de los brazos extendidos del periodista italiano Giorgio Bongiovanni . Un siciliano, que al igual que sus colaboradores coterráneos de su redacción con asiento, primero en Porto Sant Elpidio y luego en Palermo, Sicilia, vibra con las energías puestas en despertar las conciencias, para entender –porque urge- que la mafia en Italia, no solo es una manifestación de una sub cultura del delito -enquistada en la bota italiana hace más de 200 años- sino que es además el cogobierno en muchos Estados y un mal, no menos globalizado que los modelos económicos, las costumbres y las ideas de consumismo desenfrenado, al servicio del egoísmo de quienes ejercen el poder, en filas parlamentarias , eclesiásticas, educativas, militares y políticas partidarias, ignorando la suerte de los desvalidos y de los desamparados, o lo que es más , sentenciándolos al olvido, sin remordimiento alguno, porque al final de cuentas “se trata de la gente, que es escoria” expresión captada al grabarse la conversación telefónica de un mafioso de Cosa Nostra.
No pocos han dado su vida, han pagado con sangre, la lucha contra las mafias del mundo: en los cuatro puntos cardinales se han registrado violencias, llevándose los trágicos y pavorosos oropeles, países como Italia, Colombia, Brasil y México, territorios ganados por las organizaciones criminales, extendidas bajo diferentes formas en otros lugares, bien de Europa o bien de Sudamérica, y obviamente en los Estadios Unidos.
Jueces, Fiscales, ayudantes de la Justicia, policías incorruptibles, periodistas y hasta sacerdotes han sido eliminados de la faz de la tierra, en físico pero no en sus ideales, porque los mismos se han mantenido incólumes con su sacrificio. Los magistrados italianos Giovanni Falcone y Paolo Borsellino –asesinados por Cosa Nostra en el año 1992, mediante explosivos de alta potencia- fueron una expresión del coraje , suyo propio, en esa lucha antimafiosa, y de muchos màs, no solo de su país sino además de otros países. No en vano ya es una constante en el pensamiento italiano que los ideales de ambos jueces caminaran sobre nuestras piernas, de todos nosotros, comprometidos con ellos en esencia, en los hechos.
Se viven tiempos difíciles, desde nuestra óptica, y entonces, respondemos a una visión mafiosa, contaminante y perversa, destructiva por su sutileza como por su fuerza en la violencia, con una visión demoledora inspirada plenamente en la convicción de que la mejor y más fuerte estocada que es posible dar al crimen organizado mundial se traduce en términos de denuncia de todos sus nefastos tentáculos y de todo lo que siendo ajeno a sus estructuras, daña igualmente a la sociedad: la violación de los derechos humanos por los imperialismos , los genocidios, las violencias étnicas, los abusos de Estado, las miserias de una sociedad -que se pavonea de ser “civilizada”- la pedofilia extendida, la corrupción en todos los órdenes y ámbitos y todo aquello que violente el más simple sentido de la vida, sin medir raza, cultura , sexo o edad.
El reto está planteado; las alternativas no son muchas si pensamos y actuamos con espíritu antimafioso. Henos aquí, en esta página, divulgando valores incorruptibles a través de los insabores de lo corruptible, como enseñanza de que a lo mafioso y a los mafiosos de Italia, de Europa, de Sudamérica y del Uruguay, no hay que darles ni un solo minuto de silencio, de privacidad. Hay que tomar el ejemplo de los justos que han sido masacrados por ellos, solo por interponerse en su camino -en la administración de la Justicia- o por difundir masivamente con pelos y señales, sus rostros, sus actividades, los escenarios de éstas y las modalidades de su accionar. Hay que tomar el ejemplo del colega periodista Roberto Saviano, sentenciado a muerte por La Camorra, por difundir su libro “Gomorra”, de ahí que en Italia deba vivir permanentemente custodiado por la policía, pendiendo sobre su cabeza, la guillotina del más negro de los males del mundo de hoy: el crimen organizado, lo que es decir la mafia encubierta de diplomacia, de fraudes bancarios, de narcotraficantes, de vendedores de armas , de traficantes de niños, de testaferros de delincuentes de guante blanco, de empresarios deportivos, de juristas, de comunicadores o de empresarios, cuyas manos no se tiñen de sangre pero sus ideas y sus metas nadan en piscinas llenas de ella, para dar paso a la muerte, al abuso o a la repugnante manera de vivir, hipócritamente y a costa de los demás, solo porque siempre conviene amasar fortunas , para tener lujos, para comprar voluntades y corromper las democracias. Hay que tomar ejemplo del fotógrafo argentino José Luis Cabezas, asesinado el 2 de febrero del 2000 por killers del aparato policial fagocitado por la mafia local. Hay que tomar el ejemplo de los reporteros gráficos italianos Letizia Bataglia y su colega Franco Zecchin, comprometido en su Sicilia natal, con la lucha antimafiosa. Muchos ejemplos hay, entonces, para comprender que los ideólogos del mal son los mismos que se codean con el hombre común pero con objetivos visceralmente opuestos.
No son tiempos de indiferencia, a los valores universales y a la vida, porque la indiferencia es en esencia la autodestrucción del microcosmos y del macrocosmos ; es inmolarse en el nombre de la nada; es ser un bonzo en una Vietnam sin guerra; es no honrar la vida, sino deshonrarla.
Por lo tanto nos encontraremos juntos, con los mismos ideales, para denunciar; para gritar a los cuatro vientos las atrocidades de los que niegan la vida y los derechos del hombre, a convivir en un planeta hermoso, pacíficamente y armónicamente, más allá de nuestras creencias y de nuestras responsabilidades. Al final de cuentas, nos debemos a nuestros hijos, a los niños y a los jóvenes del mundo, porque a ellos –si no tomamos clara conciencia de los efectos y consecuencias del crimen organizado, de aquí y de allá- les legaremos una sociedad putrefacta, decadente, mortífera, inhumana y caótica, solo porque se nos ocurrió ser indiferentes a esta lucha, desde el lugar donde nos encontremos…ustedes y nosotros