Martes 16 Abril 2024
provenzano3Por Jean Georges Almendras-13 de julio de 2016

Solo la muerte podría hacer que Bernardo Provenzano, apodado “Zio Binnu” o “Il Tratturi” , se hiciera a un costado del máximo pedestal de Cosa Nostra, en Sicilia, Italia. Solo la muerte podría ser el único motor que lo distanciaría de las redes mafiosas que por años dirigió, desde muy joven y con mano de hierro. Tras su captura, el 11 de abril del pasado  2006, en una ruinosa vivienda campestre cercana a Corleone (refugio que conocí personalmente hace pocos años y en él que Provenzano se mimetizaba con la zona, tal  como un anciano campesino viviendo entre quesos, ovejas y barro, y rodeado de misterios) su físico se fue quebrando progresivamente después de 43 años de estar prófugo. En consecuencia, y por la implacable ley de la naturaleza (y de las enfermedades de la edad) el capomafia  -uno de los máximos de su época y de ésta- , que naciera en Corleone en el año 1933, murió  en una sala del hospital milanés de Sao Paolo a la edad de 83 años. Fue el punto final de una pesada y voluminosa historia de muertes e intrigas (bajo el ala mafiosa) que le adjudicaron en su tierra natal y en el mundo una fama extrema, y en particular un muy acentuado importante papel, en los vínculos que se registraron entre la mafia y el Estado italiano, durante los últimos 20 años, y hasta nuestros días.

Periodistas especializados y estudiosos del fenómeno mafioso, con residencia en Sicilia  serán mucho más precisos y más certeros que yo a la hora de hacer una revisión del historial de este personaje siniestro al que Luciano Liggio  menospreciaba diciendo que “disparaba como Dios pero tenía un cerebro de gallina”.

 

provenzano2Pero Bernardo Provenzano, no tenía el cerebro de una gallina. Su cerebro era privilegiado. Pero privilegiado para el mal. Era un hombre frío, sanguinario,  calculador y exclusivamente noble para la causa mafiosa. Una causa mafiosa que abrazó siendo muy joven, como tantos otros jóvenes de su tierra natal. Así, de esa manera, se  fue haciendo camino y fue ascendiendo de rango, dentro de las familias corleoneses de aquellos tiempos, llegando a ser un capo. Un hombre de honor. Un mafioso “jefe de jefes”. El heredero de otro jefe: Toto Riina, que fuera capturado en el año 1993. Y ambos, mancomunados en un mismo objetivo manejaron los piolines de Cosa Nostra.

Magistrados y fiscales de Palermo lo conocían muy bien. Sabían perfectamente de sus andanzas, aún en la clandestinidad. Una clandestinidad que se mantuvo incólume por cuatro décadas. No por casualidad, obviamente.

Bernardo Provenzano era uno de aquellos capos  de perfil aristocrático que le hizo mucho daño a la sociedad siciliana. Hacedor, promotor e ideólogo de una guerra declarada al Estado italiano y a los jueces del pool antimafia, no halló respiro hasta ver volar por los aires a sus enemigos, los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borselllino, a mediados del año 92. Pero mucho antes “Zio Binnu” (Tío Bernardo”) ya tenía sus manos tintas de sangre. Le sobraban las víctimas para su repertorio de  “jefe de jefes” en Cosa Nostra. Víctimas con togas de jueces. Víctimas con vestimentas de sacerdotes. Víctimas con ropas de ciudadanos italianos. Víctimas con uniformes de policías. Víctimas con manos de periodistas.

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Bernardo Provenzano estuvo más que presente en los tiempos en que ya el Estado estaba sentado a la diestra de Cosa Nostra o mejor dicho, en los años en  que Cosa Nostra ya  estuvo sentada a la diestra del Estado. Sea de una o de otra forma, lo cierto es que “Zio Binnu” no estuvo ausente  en no pocas instancias de la vida mafiosa siciliana. Porque era el actor protagónico, junto a otros sujetos de su laya, de una labor corrosiva en perjuicio del Estado italiano y de una labor de  despojo muy maléfico y sutil, de los valores y de los cimientos propios de un país democrático, incluido el sistema político. Al mismo tiempo era un activo operador, en la región (y con influencia en otras partes del mundo) de los actos criminales propios de Cosa Nostra: el tráfico de drogas, maniobras con las  licitaciones públicas, la rigurosa recaudación del “pizzo”, ese impuesto extorsivo que pagaban religiosamente los comerciantes , entre otras maniobras, sin desatender amenazas u ordenando matanzas. Actividades que lo enriquecieron económicamente a él y a su familia. Actividades que enriquecieron a Cosa Nostra.   

Bernando Provenzano perteneció a una generación de la historia mafiosa italiana,   fortalecida para sus intereses. Fue uno de los hombres fuertes de la mafia. Fue uno de los hombres históricos de Cosa Nostra. Un mítico ser humano de carne y hueso, pero de alma negra. Todo un mito viviente que  se adueñó de las esperanzas de los jóvenes y de las corrupciones de los adultos. ¿Para qué?. Pues para encumbrar aún más, en los tiempos modernos, una cultura del mal, hoy en día, cada vez más fusionada con el Estado, y deambulando religiosamente (e impunemente) por los pasillos del Parlamento y por los salones del Quirinal, cuando no por las calles repletas de comercios de Palermo y por las regiones circundantes, donde la belleza de la madre naturaleza hace de esa zona del país la Meca del turismo interno e internacional, y una de las cunas del arte, del teatro y de la literatura.

Poco le importaba a “Zio Binnu” el dolor ciudadano por la pérdida de los históricos magistrados del pool antimafia Falcone y Borsellino. Poco le importaba a “Zio Binnu” el dolor ciudadano por la pérdida de hombres como el Gral Carlo Dalla Chiessa. Poco le importaba a “Zio Binnu” el dolor ciudadano por la pérdida de jueces como Rocco Chinicci, de periodistas como Giuzseppe Fava y Pepino Impastato, de sacerdotes como Pino Pugliessi o de hombres, mujeres y niños que morían solo por estar en el lugar y  a la hora equivocadas.

Poco le importaba todo esto a “Zio Binnu”, porque estaba entre las sombras y muy bien apañado por  los hombres del Estado que sin considerar grados o rangos dentro del escalafón del funcionario público, le servían para mantenerlo a distancia de los estrados judiciales.

Poco le importaban todas estas situaciones a “Zio Binnu”, no solo por ser protagonista de las  tantas desgracias que enlutaron a Palermo, convirtiéndola en un paseo de tumbas y de lápidas , sino porque los coletazos de los arrepentidos parecían resbalarle por entre sus manos y porque los herederos del pool antimafia, también se le escurrían de las manos sin llegar a obstaculizarlo, salvo algunas excepciones, como las de personas que verdaderamente le traían a la memoria el coraje y la incorruptibilidad de los jueces que años atrás ensangrentaron Vía Capaci y Via D Ameglio.

“Zio Binnu” se acostumbró a la impunidad. Pero un buen día del año 2006  esa impunidad llegó a su fin, vaya uno a saber exactamente dentro de qué parámetros. Y desde ese momento, el gran “jefe de los jefes” comenzó a vivir su última etapa de hombre y su última etapa de “capo”, entre rejas y cumpliendo a raja tabla el régimen 41 bis.

A su alrededor, extra muros de la cárcel en la que estaba alojado,  la mafia siciliana, Cosa Nostra, siguió su camino –como sigue hasta el día de hoy- con la vigencia que le dio (y le da) su  larga historia y todos sus entretelones, y sus secretos. Esos secretos que  también se  llevó a la tumba Bernardo Provenzano. Secretos de mafia. Secretos de tratativas entre el Estado y la mafia. Secretos, algunos de ellos con nombres y apellido. Secretos suyos y de los demás. Secretos y más secretos.

A sus 83 años, con el físico hecho añicos por enfermedades pero con la aureola de “jefe de jefes” Bernardo Provenzano dejó este  mundo. ¡¡Caramba¡¡ justo ahora que un Fiscal –Nino Di Matteo- y otros fiscales que lo secundan están a las puertas de revelar, o si acaso de echar aguas claras, a través de un proceso que está en curso, identidades y hasta detalles de uno de los secretos que le concernieron al ahora difunto: la tratativa Estado-mafia.  Secretos de la cúpula de Cosa Nostra. Secretos de hombres de honor. Secretos que se relacionan con la sentencia de muerte dictada por los mafiosos contra el Fiscal Di Matteo. Secretos que se relacionan con Toto Riina, que todavía está en prisión. Secretos de hombres de honor como Matteo Messina de Naro, que se encuentra prófugo. Secretos y más secretos, algunos de los cuales ya no son tanto. Secretos que ya ganaron las calles, y las organizaciones, y los periodistas antimafia.

“Zio Binnu”, que tenía muchos muertos en su haber, es ahora él un muerto. Dejó rastros y marcó una época dentro de la cultura mafiosa de Sicilia. Y no es grata esa triste fama, porque esa fama representó mucho dolor y significó mucho daño.

Y que esté muerto seguramente no dice nada, para unos. Pero seguramente puede decir mucho para otros. Halla uno con lo que le toca. Mientras tanto, para nosotros “Zio Binnu” ya fue. Pero lo que no fue, porque es, y mucho, es nuestra lucha, es nuestra denuncia y es nuestra resistencia.

No obstante cabe preguntarnos: ¿Y ahora, que a Zio Binnu lo ha llevado la muerte?¿Qué ocurrirá en las entrañas de Cosa Nostra?

*Foto de Portada: www.lavanguardia.com
*Foto 2: www.fotolog.com 
*Foto 3: www.Eldiario.com.uy