¿Y cómo fue que uno de los “Cuinis” desembocó en el Uruguay, para ser finalmente detenido en el marco de un operativo de ribetes cinematográficos?
Historiemos un poco los acontecimientos, en base a la crónica de la periodista del diario El País, de Montevideo, Fernanda Muslera. La colega relata que ese día jueves, el mexicano –es decir, Gerardo González Valencia, de 40 años de edad y padre de tres hijos entre los 3 y 11 años- abruptamente tomó la decisión de marcharse del país, después de cinco años de permanencia en él.
“Busco a los niños y me voy” fueron las palabras de Gerardo González Valencia, en el transcurso de una comunicación telefónica. Estaba nervioso. Estresado. Las palabras del jefe del cártel de “Los Cuinis” anunciando su retirada del país llegaron a su interlocutor pero también a las autoridades policiales que desde hace tiempo lo tenían literalmente vigilado. Una vigilancia que incluía escuchas telefónicas.
Gerardo, que se encontraba en un hotel de la zona de Punta Carretas, cargó de valijas su automóvil y lo abordó. De inmediato puso proa al colegio de sus hijos. Pensaba marcharse del país junto a su suegro y sus tres niños, seguramente hacia el Brasil. Pero todos sus movimientos estaban siendo monitoreados por la Policía. Entonces, una vez que el automóvil del segundo de “Los Cuinis” se alejó del hotel, transitando por las calles de Montevideo, rumbo a la zona de Carrasco, las autoridades procuraron en vano de interceptarlo.
Según el relato de la periodista Muslera “pasadas las seis de la tarde el día se desarrollaba con tranquilidad en un conocido colegio de Carrasco. Muchos de los alumnos ya se habían retirado, pero quedaban algunos estudiantes realizando actividades extracurriculares, entre ellos un grupo de chicas jugando al handball. Poco después la calma se alteró con la llegada de ocho policías de la brigada antinarcóticos, armados, encapuchados y vestidos de negro. Cuando la policía arribó al estacionamiento del colegio, González Valencia se encontraba allí con su suegro -su mano derecha en Montevideo durante su estancia en Uruguay- y un ex futbolista uruguayo, quien ya le había vendido vehículos de alta gama, y funcionaba como intermediario para concretar un alquiler en Montevideo. De acuerdo a fuentes de la investigación, no había niños allí. Al ver a los uniformados, el mexicano se mostró sorprendido y atinó a escapar, pero apenas recorrió unos metros. Cuando se le dio la señal de alto, González Valencia se metió la mano en el bolsillo y los policías le apuntaron temiendo que sacara un arma. Lo que extrajo fue un Iphone y lo partió en dos. El mexicano no se resistió al arresto. Fue esposado junto a sus acompañantes y retirado a alta velocidad del lugar”
El episodio de captura de Gerardo González Valencia fue el punto final de un operativo denominado “Jalisco” por parte de las autoridades y la fase embrionaria de una resolución judicial que sobrevendría pocos días después, en medio de una intensa movida mediática, ya que los procesados no eran otros que elementos del cártel de “Los Cuinis” y eso en nuestras latitudes resultaba inusual. Y lisa y llanamente también ponía en evidencia que las redes del narcotráfico internacional alcanzaban ya, y de manera muy descarada, el territorio nacional, ya sea para operaciones vinculadas al narcotráfico o para el lavado de dinero.
Con el operativo “Jalisco” quedó en evidencia que los jefes narcos de otras latitudes, ven con muy buenos ojos a nuestro país, para sentar sus bases y para entablar contactos, y eventualmente para prolongar sus tentáculos de tráfico, utilizando nuestro país como una muy óptima ruta de tránsito de drogas peligrosas, de y hacia Europa. Pero por el momento, lo visible fue que el integrante de una familia mexicana, de mucho dinero, era en realidad uno de los brazos más importantes de un cártel poderoso mexicano, que convivía entre nosotros, transitando libremente por las calles y las carreteras uruguayas, concretando negocios y adquiriendo propiedades, como si tal cosa, sin imaginarse que las autoridades ya lo tenían bajo la mira.
Ahora bien, fruto de éste operativo, la jueza de Crimen Organizado, Dra. Adriana de los Santos, procesó con prisión a tres mexicanos. A saber: Gerardo González Valencia, su suegro Héctor Amaral y la esposa de Gerardo que había llegado el sábado, Wendy Dalaithy Amaral Arévalo, la que fuera detenida en el aeropuerto internacional de Carrasco.
Oportunamente se informó que a Gerardo y a su suegro se les tipificó “autores del delito de lavado de activos”; mientras que a la mujer, Wendy, esposa de Gerardo González Valencia se le caratuló “asistencia al lavado de activos”.
En cuanto a los uruguayos procesados, bajo la carátula de asistencia al lavado de activos, se supo que fueron un matrimonio que trabajaba en una casa que tenía el mexicano en el balneario Punta del Este. El era jardinero y ella empleada doméstica. El tercer procesado fue el hombre que recibía plata de González Valencia y la cambiaba a dólares o pesos uruguayos. Pero además, la jueza actuante embargó a Gerardo González Valencia por 10 millones de dólares, incautándosele la propiedad inmueble que tenía en Punta del Este, un chalet de nombre “Quincho Grande” (que adquirió en dos millones de dólares), nueve vehículos de alta gama, un teléfono satelital, unos 45 celulares, nueve computadoras portátiles y siete tablets.
Conocido ya todo el accionar policial y judicial en torno al segundo de “Los Cuinis” y a quienes lo secundaban, la prensa uruguaya comenzó a dar más detalles. Se supo por ejemplo que la residencia en Punta del Este poseía dos salas de juegos para los niños y un baño con vista a una piscina con jacuzzi; también se supo que en una habitación había una pared de corcho con dibujos de los niños puestos con alfileres, y que en realidad era una falsa pared que permitía preservar una caja fuerte, que al momento del allanamiento se encontraba vacía; también se pudo saber que en una de las computadoras se encontraron fotos de la familia de cacería en el África.
Detenidos Gerardo y su esposa Wendy Amaral, sus tres niños fueron entregados a una familiar que los trasladó prácticamente de inmediato a México.
Atrás quedaban los muy buenos momentos de la familia de Gerardo González Valencia, quien a criterio de funcionarios de la DEA forma parte de uno de los grupos de narcotraficantes más ricos del mundo. Por su parte, y como resultado de la información proporcionada a la opinión pública sobre su captura, el Director de la Policía Nacional, Mario Layera, declaró a los medios de prensa uruguayos de que no se poseía información respecto a que los procesados realizaban actividades vinculadas al narcotráfico en el país ni de que lo tomaban como territorio de tránsito para la mercadería. Pero lo que sí se pudo comprobar, es que González Valencia, a pesar de estar vinculado al narcotráfico -ya que pesa sobre él un pedido de extradición a Estados Unidos por venta de drogas en ese país- en el Uruguay cometió exclusivamente delitos de lavado de dinero. También se supo que su suegro tiene antecedentes por narcotráfico.
Uno se pregunta: ¿que llevó al segundo de “Los Cuinis”, a permanecer en el Uruguay, siendo que en los últimos tiempos se habían dado situaciones que perfectamente podrían haberle hecho interpretar que se le estrechaba el cerco en torno a él y a su grupo? Aún sin hallar una respuesta concreta, no debemos olvidar que ya el año pasado había sido capturado su hermano Abigael y que la Unidad de Investigación y Análisis Financiero del Banco Central (UIAF) había denunciado ante la Sede de Crimen Organizado de 1er Turno, que el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos había incluido en su lista de narcotraficantes nada menos que a su esposa Wendy Amaral.
Fruto de esa situación seguramente se procedió a la inmovilización de los fondos de la mujer en una cuenta que ella poseía en el Uruguay, y a partir del mes de marzo de este 2016 el Juzgado de Crimen Organizado inició una investigación de carácter reservado, dándose intervención operativa al personal de la Dirección General de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas.
La periodista Muslera en su relato nos sigue consignando, que: “pese a la señal de alarma que debió representar la inmovilización de los fondos de su esposa, González Valencia continuó con su vida en su lujoso chalet de Punta del Este junto a sus hijos. Pero no fue por mucho tiempo. Las cosas cambiaron cuando su nombre apareció en los Panama Papers. El 5 de abril el diario estadounidense Miami Herald publicó su nombre y el de su mujer, vinculándolos con “Los Cuinis” y con la creación de sociedades anónimas panameñas a través de un estudio notarial uruguayo que trabajaba con Mossack Fonseca. El día 14 de abril el semanario Búsqueda reveló que el narco vivía en Punta del Este y poseía un chalet”
Aunque en apariencia Gerardo González Valencia pareció despreocuparse ante este panorama, de hecho tomó sus recaudos, porque como diría la periodista Muslera “a principios de este mes –por abril- González Valencia decidió dejar su casa en Maldonado y un camión trasladó sus pertenencias a un galpón en la zona de La Comercial. Tenía razón en preocuparse, ya que la aparición de los Panama Papers sirvió para apurar el proceso de detención, que de lo contrario hubiera llevado más tiempo”
Fue así, que por el mes de marzo –y cuando Gerardo ya vivía en el hotel de la zona de Punta Carretas- se comenzó a dibujar el principio del fin de sus andanzas. El operativo “Jalisco” se echó a rodar. Unos cincuenta policías estuvieron afectados a las tareas de vigilancia y seguimiento del segundo de “Los Cuinis”. Durante 24 horas, tanto Gerardo González Valencia como quienes estaban relacionados con él o su familia, eran vigilados por policías encubiertos. Un operativo que tuvo como escenarios Montevideo y Punta del Este.
Según se pudo saber con posterioridad al operativo de captura, al seguimiento, como es norma en estos casos, se sucedieron las escuchas telefónicas. Pero Gerardo, el narcotraficante, se cuidaba mucho en sus dialogados, especialmente cuando se trataba de comunicaciones locales para entablar contacto con los integrantes de su núcleo familiar y sus allegados. Igualmente se pudo saber que para las comunicaciones con el exterior, y en particular para dialogar con elementos del cártel de “Los Cuinis”, Gerardo usaba un teléfono satelital, el que no podía ser interceptado.
Cuenta también la periodista del diario El País, que “durante la vigilancia previa a la detención, la policía empezó a ver movimientos en “Quincho Grande”. La familia contaba con dos niñeras mexicanas, un jardinero y una empleada doméstica. Ambos residían en una vivienda de enfrente y percibían entre los dos unos 1.500 dólares de salario. González Valencia no salía mucho, pero no escatimaba en la ostentación, teniendo posesión, por ejemplo de un Audi de U$S 130.000. De acuerdo a lo que publicó El País el lunes 25, un empresario cuyos hijos iban al colegio en Punta del Este sostuvo que el narco se presentaba como cazador”.
En los días siguientes al jueves 21 de abril, los diarios de Montevideo, en su tarea de informar, respecto al operativo sin precedentes, comenzaron a divulgar detalles sobre las actividades y sobre la vida del narco González Valencia.
De esa forma trascendió que Gerardo había tomando contacto con una escribana y que por su intermedio compró la propiedad en Punta del Este, como así también vehículos y una sociedad panameña con la que se hizo con varios lotes en el departamento de Maldonado, todo por un valor aproximado de US$ 550.000. Igualmente trascendió que la escribana fue indagada y que recuperó la libertad, sin perjuicio de que en cualquier momento podría ser nuevamente requerida por la justicia
Informaciones proporcionadas por el diario El País, dieron cuenta además que un ciudadano italiano fue igualmente indagado por la Justicia, y que éste sería dueño junto a Wendy Amaral de un hotel de lujo en el poblado de La Cruz de Loreto, en México, de nombre “Hotelito desconocido”. La información del matutino capitalino señala que precisamente esta propiedad había sido señalada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, como uno de los negocios, a través de los que “Los Cuinis” lavaban dinero.
Uno de los temas que fue tomado muy en cuenta por las autoridades uruguayas, fue el lugar de reclusión de Gerardo González Valencia. Las autoridades decidieron que el ciudadano mexicano fuera tratado con “medidas especiales” y que fuera derivado al flamante sector de alta seguridad del Comcar (Complejo Carcelario de Santiago Vázquez), sobre la Ruta 1 de Montideo. La idea básica es de que González Valencia se mantuviera aislado y totalmente fuera del contacto con otros reclusos.
¿El segundo jefe de “Los Cuinis” podría ser objeto de un atentado?. Los temores no son infundados. Gerardo González Valencia, siendo un veterano en el ambiente, sabe y conoce mucho del negocio, y posee sólida información de las múltiples actividades ilegales que lleva adelante el cártel mexicano del que forma parte, y en definitiva resulta ser una pieza vital en el intricado mundo del narcotráfico de su país. No es de descartar que su captura puede ser peligrosa para ciertas personas y grupos de México ¿Y quizás del Uruguay?. Además está claro que debe haber alguna razón muy poderosa que debe haber llevado a Gerardo González Valencia a emigrar a este país, poniéndose a distancia de su tierra y de su grupo. ¿Quizás por graves diferencias con otros grupos operantes en suelo mexicano? Por lo que sea, y como sea, está visto que el narco debe vivir una reclusión bajo extrema protección.
Y por si fuera poco en toda esta historia, Gerardo González Valencia, ya recluido en el Uruguay, al saberse requerido internacionalmente por los Estados Unidos, no hizo otra cosa que estar disponible a aceptar su extradición a ese país, porque de hecho allí en el Norte, puede ser factible una reducción de la pena. Una posibilidad que no desaprovechará, aunque antes, deberá cumplir con la pena impuesta por las leyes uruguayas. Algo para él inevitable.
La sola presencia de Gerardo González Valencia en el Uruguay además de involucrarlo con nuestra sociedad le fue marcando su camino delictual en nuestro medio. Y eso, ya por sí mismo, generó un problema en la sociedad uruguaya. Un problema muy preciso que tarde o temprano tomó estado público. Un mal, que aún reflejado exclusivamente en maniobras con dinero, no excluye al narcotráfico, porque los involucrados no fueron otros que elementos de ese ambiente, manipulando dinero de la venta de drogas. Muchos ya son los problemas que tenemos con los narcos locales, como para que también las redes de los narcos internacionales (cárteles mexicanos o de otro origen) se nos vayan incorporando, como una muestra irrefutable de que el narcotráfico está alcanzado los más altos niveles de globalización, en el mundo de hoy.
Y como la cereza de la torta, ya cerrando ésta página, la prensa uruguaya dio a conocer que la policía, tiempo atrás, primero dijo que los narcotraficantes comenzarían a utilizar países como Uruguay para sacar la sustancia hacia Europa, lo que ocurrió. Después dijo que, con la implementación del Plan Colombia y otras medidas represivas en la zona del Pacífico, se incrementaría la acción de los narcotraficantes en la zona del Atlántico en busca de precursores y otras necesidades. Lo que también ocurrió. Y tercero: las autoridades consignaron que de país de tránsito, Uruguay se convertiría en uno de consumo, básicamente de marihuana y de pasta base. Y hoy, es un hecho.
Finalmente las autoridades policiales uruguayas alertaron que estas plazas eran convenientes para el lavado de dinero proveniente de la droga. El alerta fue profético: muy pronto no pocos narcos se hicieron presentes en la región y concretamente en el Uruguay. Algunos buscaban tranquilidad. Pero no la tranquilidad del turista, porque su residencia estaba estrechamente ligada con los negocios o las actividades de lavado de dinero.
El caso de “Los Cuinis” es una clara prueba de esa modalidad de incursión en el Río de la Plata. Y específicamente en el Uruguay. Incursión que en los últimos tiempos dejó como saldo la captura de varios extranjeros. Y en ese marco, lo que la policía uruguaya dio a conocer, después de los procesamientos que surgieron tras el operativo “Jalisco”, es que muchas diferencias entre grupos narcos de otros países, podrían generar salidas presurosas de narcos hacia el Uruguay específicamente para lavar dinero comprando propiedades y concretando inversiones. Obviamente residiendo en zonas de lujo, como por ejemplo Punta del Este y otros balnearios.
Pero hay otro aspecto que manejan las autoridades uruguayas. Y éste se relaciona estrechamente con las contiendas existentes entre los grupos narcos extrajeros –mexicanos, paraguayos y brasileños- que podrían hacer de nuestro país un campo de batalla, con todo lo que ello significa, para la sociedad uruguaya: tiroteos, ajusticiamientos y enfrentamientos con la policía. Episodios que en cierta manera ya se vienen viviendo, desde hace unos cinco o seis años, preferentemente en Montevideo, pero también en la zona Este de la capital. A propósito, no debemos olvidar ejecuciones de tipo mafioso, entre narcos locales, que se vienen registrando en diferentes barrios de Montevideo, en los últimos años, y un reciente caso de ejecución a balazos de un matrimonio paraguayo en la Av. Giannatasio, doble crimen vinculado al narcotráfico regional y que costó la vida de una joven estudiante ajena a los hechos.
En el diario El Observador, por ejemplo, se consigna que en el año 2011, el subsecretario del Ministerio del Interior Licenciado Jorge Vázquez ya había alertado que narcotraficantes brasileños podrían sentar sus bases en Punta del Este. Con el correr de los años los hechos fueron dándole la razón, aún siendo mexicanos los narcos y no brasileños.
En el matutino El Observador también se da cuenta de un episodio muy significativo a propósito de todo lo que estamos señalando. Se destaca que uno de los hijos de Gerardo González Valencia contó a los policías uruguayos actuantes “que su familia había venido a Uruguay luego de que una mujer le avisara a su padre que todos iban a ser ejecutados” (presuntamente por un cártel rival).
La intervención policial (oportuna por cierto) neutralizó el presunto ataque. Nadie resultó ni herido ni muerto. La población uruguaya recibió la noticia impactada. Y el hecho tuvo igualmente su efecto mediático.
Entonces, con este panorama ¿Cuáles serán las consecuencias de aquí en más, tras ésta incursión mexicana en el medio uruguayo?.Sea por acierto de las autoridades del Uruguay, sea por errores cometidos por Gerardo González Valencia, sea por lo que sea, el sujeto en cuestión está entre rejas. Pero nos volvemos a preguntar ¿Cuáles serán las consecuencias de aquí en más, tras ésta incursión mexicana en el medio uruguayo?.
*Foto de Portada: www.zocalo.com.ar
*Foto 2: Chalet “Quincho Grande”: www.eluniversal.com.mx
*Foto 3: celulares incautados: www.subrayado.com.uy